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pinupball

Voy a decirte que no, a ver si de una vez, consigo que te cueles en mi cama...

...Sembraré la confusión
si tu plantas la hiel
y ambos dejamos de andar por las ramas

Hay veces que tenemos que rendirnos a la evidencia. Cuando algo te lo repite mucha gente…tendrás que empezar a pensar que quizá llevan razón. Más aún si quien te lo dice pertenece a ese reducido grupo de amigos que ha estado más o menos tiempo a tu lado disfrutando de tus virtudes y sufriendo en silencio tus interminables defectos. Al grano… Si por algo me he caracterizado siempre es por mi pésimo gusto musical. Por pereza, por dejadez o simplemente por falta de interés, la banda sonora de mi vida se limitaba a la radio, y si podía ser en castellano, mejor (así no había que esforzarse en entender nada).

Mis pobres y sufridores amigos andaban fritos todo el día intentando culturizarme mínimamente, tarea que se antojaba ardua y complicada. Algunos claudicaron (Mary, ya lo siento), otros nunca cesaron en su empecinamiento (te lo agradezco Jauma, siempre nos quedará el Candy). Pero es ahora, cuando menos tiempo libre tengo y más lo necesito, es ahora cuando he empezado a escuchar cosas nuevas. Más vale tarde que nunca, se suele decir.

Puede que esto sea consecuencia de una desbordada necesidad de escapar de la tediosa rutina. Dame una canción nueva y te la pago con una sonrisa. Dame una letra que me enganche y te debo media vida. Regálame una melodía que marque el ritmo de mis sentimientos y bailaré al son que tú me digas.

Es como pasar de alimentarte de comida basura a saborear un jabugo de pata negra. ¿Terminaré volviéndome músico-sibarita?

Y en esa búsqueda, no buscada, del sibaritismo llegó él. Llegó Rafita. Llegó Rafa Pons. Me lo descubrió un negrito batango, que a su vez lo había bebido de alguna trinchera escoltada entre lejanas murallas. Nada más paladearlo supe que bien podría alimentar mis días y también  muchas  noches. ‘Romper el hielo’ cuando te invade la rabia, ‘suponer’ cuando te puede la melancolía, volverte ‘un poco idiota’ cuando llegan esas irresistibles olas de ñoñería o morir ‘en el 2º acto’ cuando cae el telón y arrastra tus últimas esperanzas. Con Rafita he vivido últimamente todo esto y más.

Y por azares de don destino Rafita aterrizó en Zaragoza el 27 de febrero para “insistir” en mi vida. Llegó, vio y venció, no sin antes padecer una de mis despiadadas entrevistas.

Queda mal decirlo, pero por una vez mi amor propio me llevó a prepararme un cuestionario que luego, ni de lejos, fui capaz de seguir (de nuevo aquí he de agradecer al atrincherado en la Perestroika su ayuda en las labores de documentación y producción, sin ti nada hubiera sido igual).

“No te puedo decir si mis letras son o no autobiográficas. Perdería todo el misterio. Quédate con que las que hablan de historias rebeldes quizá no vayan conmigo y viceversa…”

Claro, Rafita, claro…pero a mí me gustas más así, algo canalla…

“¿Podrías hacerme un favor? Es algo personal. Rafa, por favor, ¿serías capaz de romper el hielo conmigo?”

Cara de susto, rápida reacción y, cómo no, rafita me destroza el corazón al oído, rompiendo el hielo.

“¡Dios mío!, tu ya me conocías, ¡te sabes mis canciones!!"

Y no soy la única, hay más sibaritas que beben de tu música canalla.

Y esta entrevista llegaba con premio, llegaba acompañada de más de una hora de concierto. Entre cerveza y cerveza, sonrisas, alguna foto…Rafita dejó pocos temas a la imaginación. Uno tras otro fue desgranando canciones de su anterior disco ‘mal te veo’ y del nuevo ‘insisto’. Por fin le pude ver en directo bailando su ‘mala puta’ y, por fin, puede comprobar que la humildad no está reñida con ser un puñetero crack.

Nos vemos de nuevo Rafita, en tu próximo concierto, pero aunque te toque la barita mágica de la suerte no abandones estas pequeñas salas, nos gusta tenerte cerca. Nos gusta paladear tu deje de truhán melancólico cuando hablas de Julia Roberts, pero cerquita, sin tapujos.   

Voy a pasar de salir,
Por qué prefiero entrar
Donde tú elijas, yo nunca me quejo.
Sólo habrá que decidir
cuando pueden pasar
mis yemas, niña, por tus recovecos.

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