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Mi cosecha

PINUP cambia de cara

Año nuevo, vida nueva en todos los sentidos. Este va a ser un año de cambios de manera que he decidido cambiarle el aspecto también a este blog y actualizarlo un poquito. Así que los navegantes que quieran seguir mi camino en las turbulentas aguas de Internet podrán encontrarme

aquí


Bienvenidos todos.

Un poquito de ética por favor...

La ética periodística podríamos decir que se compone del conjunto de normas que regulan la conciencia profesional de un informador. La profesión de periodista es apasionante pero últimamente son muchos, sobre todo en el medio audiovisual, los que deben estar quedándose sin conciencia. Gracias a ellos, los que nos consideramos comunicadores honrados sentimos vergüenza ajena de nuestros propios colegas. ¿Desde cuando es ético entrar a una propiedad privada y grabar sin permiso? ¿Desde cuando es ético no respetar el derecho a la intimidad de personas anónimas?

Criticamos mucho a Tele 5 por sus prácticas, en ocasiones, poco ortodoxas pero lamentablemente no son los únicos. En los últimos días, Aragón Televisión ha vulnerado el derecho a la intimidad de algunas personas que a día de hoy se preguntan si tendrán algún derecho a poner una denuncia.

Pongamos un ejemplo bastante próximo a la realidad…

Un buen día, un equipo de Aragón Televisión se planta en tu lugar de trabajo, una chatarrería, cámara en mano preguntando si les das permiso para grabar. Tú les contestas que no. Ellos insisten y te instan a que hables sobre la actual situación de los robos de cobre. Tú les dices que no quieres ser partícipe de ningún reportaje para Televisión y “off the record” les explicas lo que sabes sobre el tema dejando muy claro que no quieres aparecer en pantalla (ni tú, ni tu empresa). Varios días después tú y tu empresa sois los protagonistas de la sección del Informativo “En Plano Corto" de Aragón Televisión. El equipo de esta cadena, al que amablemente atendiste y al que dejaste clara tu postura de no aparecer en pantalla, llevaba la cámara colgada del brazo pero encendida y no solo te han grabado a ti, sino a todos tus empleados. Eso si, han tenido la decencia de pixelarte la cara.

Tras ver esto a mí me surgen muchas preguntas. ¿Dónde está el límite entre la información y el derecho a la intimidad? Si soy periodista, ¿puedo hacer lo que me dé la gana con una cámara oculta? Si soy un ciudadano normal, ¿dónde empiezan mis derechos ante casos como estos?

No pretendo con esto aleccionar a nadie. Simplemente busco remover conciencias y que cada uno continúe trabajando siguiendo los preceptos de siempre: el respeto a la verdad y a la libertad de expresión. Eso sí, sin dejar de lado a las personas que son las grandes olvidadas en este siglo XXI.  Si pasas por encima de los derechos del que tienes alado probablemente tu trabajo no valga la pena.

Hemos cambiado el cero por el uno, ya estamos en el 2011, y yo para este año voy a pedir una cosa: un poquito más de moral en los medios de comunicación, que buena falta nos hace.

Y ahora la nota de humor, que buena falta nos hace también...

La corona del Roscón de Reyes

Tengo una amiga que está estudiando historia medieval y sabe mucho de eso. Lo digo porque ayer estaba tranquilamente huyendo del cierzo entre las mantas de cuadros de la familia arpa y me vino ella a la cabeza. Telediario primera edición, un tipo de la redacción de baleares dice algo así como…”El canto de la Sibila se incorporó a la liturgia de la misa de Gallo, en maitines, en la procesión de los profetas. Se cantaba en los territorios de la corona catalanoaragonesa”. Y yo, que estaba haciendo un sudoku mientras escuchaba de fondo la información del día de Navidad, levanté la cabeza estupefacta y pensé: ¡mande???

Sinceramente, nunca fui muy de historia si nos alejamos de los libros de Ken Follet pero cuando alguien te toca la fibra sensible y se apropia de lo que es tuyo comienzan los desencuentros…

La primera vez que escuché a alguien acuñar la expresión “Corona Catalanoaragonesa” me sonó a chiste y me zumbaron los oídos, de modo que intenté documentarme. Tras realizar diversas pesquisas llegué a la conclusión de lo que ya me temía: que Barcelona nunca pasó de ser un condado (que me perdonen los catalanes a los que tengo en alta estima) y que el reino venía de Aragón, le pese a quien le pese. Hoy es hoy, y el gobierno central parece que de vez en cuando se olvida de nosotros, pero ayer es ayer. Aragón es humilde y pecamos de no luchar por lo que nos corresponde pero el pasado está escrito y también es el que es.

Heraldo de Aragón parece que también estaba ojo avizor y al igual que a mí ayer, a las 3.35 de la tarde, le chirriaron los oídos. Hoy ha publicado una columna en la que da un toque de atención a Televisión Española simplemente con ánimo de que empiece a documentarse correctamente.

A mí me gusta Cataluña y todo hace indicar que pasaré allí algunos de los mejores años de mi vida pero señores, documéntense y al papa lo que es del papa (y pongo “papa” en minúsculas no sea que la RAE me dé el primer cachete). A pesar de todo, y desde el más profundo cariño; visça el Barça y aúpa Guardiola, que no es rey pero bien podría ser digno Conde de Barcelona. :D

Buscando la honestidad

Honestidad. Dícese de aquella persona decente o decorosa, recatada, razonable y justa. Para mí la honestidad es uno de los valores más importantes. Me gusta verla en los demás y, por descontado, aplicármela a mí misma. Si algo no te gusta, deja de criticarlo y aléjate. Eso mismo es lo que acabo de hacer yo.

Hace unos meses escribí un post, ese que ha estado encabezando las andanzas de pinup durante meses. Desde entonces no me había atrevido a escribir nada más porque “Toda la verdad” me dejó bastante tocada. Mucha gente me dijo que lo eliminara, que lo hiciera desaparecer del blog por las repercusiones que podía traer plasmar mi verdad tan abiertamente. Pero no fui capaz de mutilarlo. Ahí seguirá, para la posteridad, en esta plataforma digital por si a alguien algún día le resuelve alguna duda.

Desde aquel 26 de mayo he estado evitando aproximar mi tecla a este foro. No me parecía honesto criticar y seguir nadando en la misma pecera. Ahora, que he dimitido y estoy a punto de abandonar la pecera y lanzarme de cabeza al mar, me siento libre para seguir opinando.

El año está dando sus últimos coletazos y yo mientras me dedico a hacer resúmenes de lo que ha sido mi pequeño pedazo de vida en ZTV.


 TRABAJOS

 

Mientras los demás preparan sus cenas de Navidad, yo me entretengo montando el rompecabezas de lo que será mi vida a partir de ahora. Por segunda vez en cinco años, toca volver a empezar de cero.

Desaparezco de la caja tonta pero vuelvo a mis teclas. Vuelvo a pinup para seguir opinando, descubriendo, compartiendo… Pero lo mejor de todo, con la alegría de saber que sigo siendo honesta.

PACHECO

Hay veces que nos ponemos a dramatizar porque no llegamos a final de mes, o porque el tonto de turno nos ha dicho una palabra inapropiada. Hay veces que nos ahogamos en nuestras propias miserias sin intentar dimensionar lo que nos ocurre.

Como decía el otro día una compañera “nuestro problema es siempre el más importante hasta que nos llega otro peor”. Esperando que no lleguen problemas peores, y pensando en cómo capear un temporal que no va a tardar en llegar, hoy quiero dejar aquí un mensaje de optimismo y superación.

El otro día me tocó hacer un reportaje de los que dejan huella. Él es artista, habla mucho y con pasión porque cree ciegamente en lo que te cuenta. Un problema de salud lo dejó atado a una silla de ruedas que poco a poco ha ido convirtiendo en un auténtico coche de carreras. Joaquín Pacheco corre maratones y los corre con el corazón. Un día decidió que además de utilizar sus manos para hacer obras de arte, las utilizaría para girar a mil revoluciones las ruedas de su bólido. Lo ves pasar como un rayo por el parque Primo de Rivera y piensas “esa silla lleva rodando el tesón en persona”.

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Quise preguntarle muchas cosas pero Joaquín es de los que te envuelve con la palabra y al final me quedé con las ganas de alguna pregunta más. Espero tener la oportunidad de repetir. Quizá lo secuestre de nuevo entre mis dulces garras este domingo en la media maratón. Una vez más tengo que reconocer que ser periodista te da la oportunidad de meter las narices en historias que huelen a jazmín del bueno. Gran profesión, lástima que nos lo pongan tan difícil chicos.

 

QUIERO

Quiero repasar tus contornos con la yema de mis sentidos,

quiero contemplar tus pupilas espejo de mis latidos,

quiero latir al compás de tus miedos

quiero escapar de tu puzle de corazones manidos.

Quiero esconderme en una ola de tu marejada,

quiero ser tempestad en tus días de calma,

quiero convertirme en el suspiro que inunda tu alma,

quiero embarcarme en tu vida,

ser la mortaja en tu última parada.

Que cada noche muera entre tus brazos,

que cada mañana me encuentre en tu regazo.

Quiero quererte, abrazarte, tenerte,

cuando no te alcancen mis manos.

 

Un acorde más

Hay canciones que la primera vez que las escuchas te ponen los pelos de punta. Muchas veces depende también de tu estado de ánimo. Si estás out una canción te puede dejar en fuera de juego en un plis. Hay muchas. Se me ocurre por ejemplo aquella de Rosana que me hundió en la más absoluta miseria ya en los primeros acordes. Pero aquí quiero dejar dos pequeños tesoros. El primero me lo regaló un amigo y juro por las zapatillas del pato Donald que me remueve las entrañas cada vez que la escucho.

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El segundo tesoro llegó vía Ávila. Gestado entre murallas por un joven muchacho al que a este paso no voy a tener el placer de conocer. Entre susurros descifras una letra que cala hondo, temerosa ante un cenizo destino que siempre nos obliga a despedirnos tarde o temprano de los que más queremos. Me gustaba en su voz y ahora la escucho en la de Sergio Dalma y también me gusta. Eso sí, el mérito siempre para Marazu que fue el que pasó la noche en vela acunando y mimando a “miedo”.

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Parece mentira que de una ciudad tan pequeña puedan salir talentos tan grandes. Será que desayunan mucho Isostar. En el mundo hay mucho mediocre pero gracias a dios hay personas que mantienen el listón alto.

 

Uno es de donde nace

Todo el mundo tiene un lugar que le recuerda a los aromas de la niñez. Un pedazo de tierra en el que has crecido, soñado, aprendido y hasta quizá odiado. Yo lo tengo y este fin de semana he regresado a él por motivos laborales. Y bendita mi suerte porque trabajar allí es trabajar en casa.

En el Stadium Casablanca me enseñaron a jugar al baloncesto, a trabajar en equipo, a buscarme la vida y forjar mi propio grupo de amigos. Allí he compartido trocitos de mi vida con esas personas importantes que han marcado mi camino. En la piscina mixta –reminiscencias de los curas- teníamos nuestro propio pino y ojo el que osara extender la toalla en nuestro arbolito…Teníamos nuestra cancha de basket, al aire libre, porque éramos mujeres valientes. Teníamos nuestra mesa en la sala social. Cuantas escobas barridas por el viento del tiempo (y estamos hablando de cartas).

Las fotos lo dicen todo. Tengo álbumes de aquellos tiempos en los que las analógicas imperaban en el reino de los vivos. Fotos de cuando era un mico, una jovencita y hasta de cuando empecé a peinar canas –y eso es un decir- Precisamente esto es lo que me vino a la cabeza este fin de semana.

Se celebraba la 24 edición de Trofeo Cesaraugusta. Y allí estaba yo, alcachofa en mano haciendo lo que mejor se me da; revolucionar el cotarro, entrevistar a todo el mundo y convertirlo en algo que merezca la pena en mi particular fábrica de ilusiones. Y recordé que yo he vivido ese torneo desde prismas tan diferentes que parece mentira que la vida pueda dar tantas vueltas.

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Creo visualizar entre mis recuerdos a una infantil Adriana entre el público viendo jugar a un tal Raúl González, un crack decían. Pocos años después, y convertida en lo más parecido a una ‘pollita’ (como dice mi padre) me pusieron un chándal rojo de ‘coca cola’ y fui azafata del Trofeo. Mi labor era dar donuts a los jugadores y ponerles las medallas. Ser azafata no es la panacea pero tengo que reconocer que lo pasábamos bien. Ahora, años después, regreso para que todo el mundo pueda ver a través del ojo de mi cámara lo que yo he visto durante tantos años. Y me doy cuenta ya no soy la hija del Arpa, ahora el Arpa es el padre de Adriana, lo que son las cosas.

Trabajar el fin de semana es una puñeta. Cobrar una miseria por trabajar el fin de semana son dos puñetas. Estar en la apolillada caja tonta local son tres puñetas y media. Pero tener la oportunidad de difundir a los pocos que nos vean las bondades del Club que me vio nacer bien vale una guerra.

 

Un frío reparador

Hoy lo he visto claro. Tenemos una facilidad asombrosa para adaptarnos a aquellas situaciones que mejoran lo vivido. Lo peor es que nos quedamos sin memoria y lo que ayer hubiera sido un regalo del cielo hoy pierde todo su valor. Esta mañana Barcelona se ha paralizado por una caprichosa nevada, casi casi primaveral. Zaragoza ha amanecido congelada. Sí, se nos han congelado las ideas y la ciercera se las ha llevado a territorio comanche. A ver quién es el chulo que las recupera ahora…

El caso es que hoy hemos pasado frío, mucho frío y nos ha cogido de nuevas. Será que ya nadie recuerda que no hace tanto Zaragoza era un congelador de noviembre a abril. Pero claro, cuatro días de vino y rosas y aquello queda entre la bruma de la posguerra.

Estaba en edad de merecer –universitaria si no me equivoco- cuando un día asomé la nariz por la ventana y vi aquello de -10 grados. “Mamá, yo no salgo de casa. Mi temperatura corporal no tolera esos menesteres”, decía yo a la par que me acurrucaba entre las sábanas y me perdía en ellas media hora más. Y eso que en aquella época, y en vista de que la rivera del Ebro siempre prometía inviernos duros, tenía un abrigo de pelos al que llamaban sou sou. Era como un perro lanudo convertido en abrigo, o quizá como una cabra de monte (sintética, por supuesto) que generalmente, cuando me soltaba la melena, se confundía con mi pelo. Mítico aquel sou sou que vivió tremendos inviernos de semanas enteras bajo cero.

Ahora los hijos de la Play apuesto a que no saben lo que es un chupón. Yo los he visto, colgando de las fuentes, de las marquesinas, de clandestinos recovecos… Hoy los chupones se nos escurren entre las manos convertidos en ríos agua. Ya no patinamos en los charcos helados, ni nos ponemos doble pantalón para sobrevivir a noches gélidas, al menos en la rivera del Ebro. Y sin embargo hoy los termómetros han tonteado y a punto hemos estado de sufrir un infarto. ¿Por qué? Porque no nos acordamos de que un día un tiempo pasado fue algo peor.

Aquí dejo un pequeño recuerdo de algún  tiempo pasado.......

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Lo mismo nos ocurre con nuestro trabajo, con nuestra casa, con el plato que nos ponen sobre la mesa… nos puede ocurrir con casi cualquier cosa  porque no tenemos memoria. Hoy he recordado que antes hacía más frío. Hoy he recordado muchas cosas y he sonreído. Quizá no estamos tan mal, ¿no?.  

 

De vuelta a casa

Hacía mucho que no me acercaba a la tecla.  Quizá por eso que dicen de que uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. ¿Para qué compartirte con el mundo? O quizá es que él no podía acercarse por aquí. La vista nublada por una maldita catarata y un ordenador estropeado. O quizá es que como poeta mediocre que soy, mi pluma se quedó sin tinta. Hoy enjuago mis ideas en el tintero y aquí estoy, de vuelta, con más de un manchurrón emborronando esa felicidad que tanto les fastidia a algunos.

Once días seguidos sin detener la fábrica de noticias…aunque ya debería estar acostumbrada, la cosa va para tres años, y cuando por fin apretamos la tecla de stop…se nos cae el castillo de naipes. Poco dinero, mucho trabajo, mala leche que ahogamos en más de un café y sobre todo decepción ante la historia que nos está tocando vivir. Hoy me he visto suplicando por hacer guardias, por echar más horas entre editores y alcachofas y es que por mucho que corramos, el dinero nunca llega. Somos la generación Ni Ni, la de los másteres mileuristas (eso los que tienen suerte), la de ‘pon el culo, estamos en crisis’. Pero gracias a dios, de vez en cuando, ALGUIEN (¿lo he puesto con mayúsculas??) nos recuerda eso de “You only live once”. Cuesta tragarse la rabia, cuesta dar el puñetazo en la mesa, quizá porque hoy en día las mesas ya solo tienen tres patas y si golpeas te caes con todo el equipo. Y creerme, quedan pocos CARPINTEROS, con mayúsculas, en los que confiar de verdad.

Por eso, hoy he pasado varias horas con cara de idiota escuchando documentos sonoros que te alegran la vida.

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Que para desgracias ya tenemos al del despacho de alado, a la estirada envidiosa, al caprichoso don destino que nos coloca lejos lo que nos hace felices.

Ayer tuve mi minuto, no de gloria sino de fugaz felicidad, con el gran Darren Phillip y su colega Junior. Los americanos del CAI nos hicieron reír y me hicieron disfrutar de mi trabajo por primera vez en varias semanas. Quizá he nacido para hacer reír y estoy perdiendo el tiempo, quién sabe. Hoy he sonreído a las 9.17, cuando el gran Isidro ha marcado el número de teléfono del día. Y sigo sonriendo ahora, porque he recuperado la ilusión por romper el silencio.

 

 

Terminé la noche con Noriega

Era una de esas noches en las que  es mejor no tomar decisiones, manda exclusivamente el espíritu. Lo único indiscutible era que debíamos recalar en ‘La Campana de los Perdidos’, lugar de culto para pequeños conciertos y músicos amantes del acústico. Me acompañaba una rubia de las de quitar el hipo, de las que rompen moldes, de las que siempre marcan tu camino. Esa noche el camino nos llevó a bajar unas escaleras y a intercambiar una mirada curiosa con un tipo de barbas que apuraba una copa junto a la barra.

“Hola”

“Hola”

“¿Qué tal tu pierna?”

“Ya ves, ya no está escayolada”

“¿Quién es este tío?”, me pregunta ella tan indiscreta como siempre.

“Es el cantante leñe, el cantante…”

Le reclaman en ese pequeño escenario que no tardaría en convertir en un auténtico pedestal. El pedestal en el que tengo a este muchacho de Barcelona, arrollador, simpático y ante todo artistazo. Tercera vez que lo veía así, en directo, guitarra en mano y con sus cuerdas vocales a disposición de esos temas con los que he conciliado sueños y pesadillas. Zaragoza, Barcelona y otra vez Zaragoza. En esta ocasión me dediqué a disfrutar.  

Entre ‘Supongos’ y ‘Nieves en la ventana’ nos encontramos con Noriega, que al fin le acompañaba. El Quijote de la prosa y su inseparable Sancho Panza. Así, en aquella bodega musical, Rafita se soltó y estuvo más ocurrente que nunca. O quizá como siempre. Rafita es así. Se metió al público en el bolsillo con sus histriónicas historietas. Este genio de andar por casa nos tenía a todos en un ¡Ay! cuando se lanzó con ese tema nuevo compuesto entre escayolas…

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(Una de las risas que se oye de fondo es mía...)

No rompió el hielo, pero ni falta que hizo. Durante más de dos horas se hizo con un arsenal de canciones que tatarearon al unísono  marujas (con perdón), horteras, adolescentes e incluso un par de góticos al más puro estilo ‘entrevista con el vampiro’.

La media noche nos sorprendió ‘Persiguiendo a la luna’ e hipnotizados por este brujo dueño de sentimientos canallas. ¿O no? ¿O es todo fachada? Ya lo decía él en la entrevista que le hice hace casi un año…

Sonaron los últimos acordes y la rubia de oro y yo nos desgastamos las manos de tanto aplaudir. ¡Ay, Rafita que bien te veo! Sorpresa cuando el Boss baja del pedestal y se nos acerca.

“¿Qué os ha parecido?”. Rafita insistiendo

Mejor no decirle lo que nos parece no vayamos a espantarlo. Parece un chico sensible.

“Solo te digo que cuando la bodeguilla de paso a los estadios no cambies tío, no cambies”. Me niego a compartir este descubrimiento con el resto del mundo.

Aunque parezca mentira Rafa se queda un ratito con nosotras y como en la mejor de sus canciones nos invita a un chupito de Baylis. No recuerdo por qué brindamos. ¿Por Nueva York? ¿Por Julia Roberts? Y tampoco recuerdo cómo ni por qué terminé la noche con él y con Noriega. Nos sentamos en su mesa y compartimos dos horas de secretos confesables. Sé que si se hace rico se comprará una máquina de tabaco para su casa y otra de exprimir naranjas como las de los bares (pero no se lo digáis a nadie). Sé cuáles son sus teorías si todas las mujeres del mundo estuvieran un año sin orgasmos (estas no os las cuento, no quiero matar al mito). Y sé que es un chaval sensacional, que canta de miedo, tiene alma de poeta y todavía camina con los pies en el suelo. Ahora le toca caminar por Gijón, San Sebastián, Sudamérica… Mucha suerte Rafita y nos vemos en Madrid.  

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La mochila

El otro día fui al cine a ver la peli “Up in  the air”. Dos cosas me llamaron la atención. ¿La realidad está cambiando? Por primera vez en la vida salí diciendo “Menuda cabrona” en lugar de “Qué cabrón”. ¿Ahora resulta que son ellas las que dan el golpe de efecto? ¿Son ellas las que dejan hundido al prota? ¿Son ellas las malas de la peli? Antes la pobre chica siempre salía mal parada en manos del canalla de turno. Ahora el canalla de turno se pone la piel de cordero y termina más esquilado que la ovejita Dolly.

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Chicos, cuidado porque hoy en día las féminas llevan pantalones y no salen de casa sin la escopeta cargada. Cierto que yo últimamente he dejado la artillería debajo de la cama y salgo de casa totalmente desarmada.

Lo segundo que me llamó la atención fueron los argumentos de George Clooney en sus oratorias. “Coge tu mochila, mete en ella todo lo que tienes; amigos, familia, pareja, tu casa, el coche…. ¿Pesa verdad? Pues vacíala y comienza de nuevo”. Menuda locura. Pues hay gente que lo hace. Yo lo hice. Un amigo me contaba esta mañana que va a hacerlo. Y la verdad es que da vértigo pero luego te sientes con más energía que nunca. Tú contra el mundo.

Suerte a todos los que estén ahora en ese brete. Yo de momento seguiré viendo pelis con la mochila bien llenita.

 

Una alcachofa, una sonrisa

En días en los que no me apetece hablar, en los que soy incapaz de escribir porque si lo hago cada palabra pierde su sentido, sólo me queda un arma con la que enfrentarme al mundo, la alcachofa. Fiel amiga y compañera en los mejores y peores momentos, a ti me debo. El otro día nos dejaron salir otra vez a la calle, como en los viejos tiempos. Volvimos a sentir el cariño de la gente y a sonreír con las ocurrencias de ese ‘yo’ anónimo que de repente se convierte en el gran protagonista. Ojalá nos dejaran hacerlo más a menudo querida. Ojalá no existiera la envidia. Ojalá el dinero no manejara los cauces de nuestro destino.

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Chao publi

2 de enero del 2010. Comienza una nueva era y vaya si lo hace. Ayer televisión española empezó por fin a emitir su programación sin anuncios publicitarios. Ahora, si tienes ganas de hacer pipí no hay más remedio que esperar al final de la peli. Consternada comprobé cómo esta novedad alterará nuestros biorritmos en lo que nos resta de vida. Antes, la sesión de tarde empezaba a las 16.00. Hasta las 18.00 sabías que no había cambio de tercio. Ayer, a las 17.35 empezaba la segunda película de la tarde. Y me di cuenta de que echaba de menos esos latosos minutos de basura a veces, de cuerpos espectaculares otras, de imágenes bien pensadas -no demasiado a menudo-… En definitiva, echaba de menos la publicidad. Tantos años maldiciéndote y ahora te extraño. Pasa siempre. Uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde.

  

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Tras ver este derroche de nostalgia me han salido unas cuantas arrugas más (las canas las dejo para otros). Yo tuve ese armario de la Nancy y ese ‘come cocos’ de Atari… ¿Qué sería del aquel negrito del África tropical sin la publicidad? Poco a poco nos despojan de nuestras más amadas posesiones, ¡qué calamidad!

Aunque supongo que nos veremos abocados a la fase 2…

 

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Sea como fuere…descanse en PAZ…

Amigos, tengan el bocata preparado, las necesidades primarias cubiertas y las llamadas telefónicas, sms, o mensajes vía Facebook hechos antes de sentarse ante la caja tonta. La nueva era ha comenzado.

Un hasta luego

“Se te han debido de atragantar las tapas” he oído estos días en reiteradas ocasiones. Es probable que si. Cada una de las tentaciones que he tenido de abrir este blog y ponerme a escribir las ha devorado la maldita apatía. Dos razones, dos motivos. El primero y más importante; el dolor desgarrado de ver como una cerilla que ha iluminado tu camino desde que naciste se apaga. Ya solo queda el recuerdo de esa mirada bondadosa siempre pendiente de que las olas no me derribaran, de aplaudir cada una de mis canastas, de cuidarme cuando fue necesario. Levantaba yo tres palmos del suelo y ya estaba ahí, como escudero fiel de mi padre. Callado, tranquilo, siempre contagiándonos de esa paz que inundaba su persona. Y así se ha ido, sin hacer ruido, sin molestar. Sin que a nadie nos diese apenas tiempo de pensar que la vida sigue, incluso cuando los pilares que te rodean se derrumban para no volver nunca a levantarse.

Pero nosotros si tenemos que levantarnos cada mañana. No sabemos cuanto tiempo nos queda para seguir dando guerra, pero ten por seguro que la próxima batalla te la dedicaremos a ti. Yo no creo en paraísos celestiales, si creo en que seguirás vivo en muchos corazones. Ahí va un hueco para que te quedes en el mío.

 

Segundo motivo, aunque mucho menos importante; el día que decides pisar el freno resulta que te equivocas, pisas a fondo el acelerador y terminas haciendo vuelta rápida. Supongo que las circunstancias han  ayudado a darle la vuelta a la tortilla.

Ritmo frenético de 9.30 de la mañana a 8.30 de la tarde –horario laboral extensivo (que no intensivo)-. Un corazón que bombea tan rápido que se desboca a cada latido. Una vida que solo controlas a ratos, por elección (a pesar de que algunos roqueros se empeñan en señalar que decepción es la palabra adecuada).

 

Arde una estrella entre nosotros dos
que no me deja estar tan cerca

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Y yo sigo empeñada en hacer mil planes, en alargar el tempo de cada segundo, en subirme a todos los trenes, que nunca se sabe… Cada día le robo más horas al sueño y cada día sueño más horas despierta. Entre reportajes de catas, de deportes y algún que otro asunto político me sumerjo en mi propio país de la maravillas y me entretengo sacando conejos de la chistera. El lunes paseo de la mano con la luna, el martes con la luna debajo del brazo…brindo contigo y me compro una estrella para aguantar el tirón de la semana. Estamos a jueves, mañana fiesta, veremos…

Entre tapas anda el juego

Olvídate del ayer y no pienses en el mañana, me ha dicho uno de mis angelitos de la guarda. Saborea cada uno de los segundos que te ofrece este presente que te has ganado a fuerza de cabezonería. “Consejos vendo que para mí no tengo”, decía sonrisa socarrona en boca. Y yo se los compro. Me los ofrece siempre a buen precio y luego puedo asegurar que me rentan.

Así que en ello ando. He cerrado el baúl de los recuerdos y hoy camino con los bolsillos vacíos. Un par de reales para comprar algo que despierte mis sentidos y los ojos bien abiertos por si vuelves a aparecer.

 

Entre tanto, mis músculos rezan atrofiados todo lo que saben: Padre Nuestro, Ave María (mentira, no me se nada de eso a pesar de los duros gastados en un colegio de monjas…) pero queda bien decirlo.

Hacía tiempo que no dormía 12 horas seguidas de tirón y hoy por fin lo he logrado. Las cuatro prórrogas del CAI Zaragoza me dejaron algo tocada, pero ayer la alcachofa terminó de rematarme. Por tercer año consecutivo hice el repor de ‘Ruta de tapas por Zaragoza’ y me vino a la cabeza eso de “Cómo hemos cambiado”. El primer año portaba mi alcachofa roja henchida de orgullo. Mi gracejo habitual… y tantas ganas que lo mismo me daba empelar dos horas que doscientas en tamaña aventura. Pisaba arenas movedizas y eso me producía un subidón de adrenalina que hacía que todo mereciera la pena. Recuerdo que vino a saludarme Luis Larrodera, que para mi era todo un ejemplo a seguir, y me dijo “suerte, yo empecé como tú. Me has hecho rememorar grandes momentos”.  

 

El segundo año iba a tiro hecho. Sabía cómo y por dónde moverme. Lo disfruté, pero ya era otra cosa. Y este año empecé con ganas de acabar. Entre tapa y tapa miré el reloj 200 veces. Eso sí, he de agradecer la amabilidad del ‘capitán’ del bar de Zaragoza en el que sirven los mejores montaditos de jamón batido. Me conquistasteis hace años y ayer lo volvisteis a hacer. Seguir trabajando por y para que podamos disfrutar de la cultura en esta ciudad, allí estaré yo dando buena cuenta de ello.    

 

Pero en definitiva, no me veo otro año más haciendo “La ruta de tapas por Zaragoza”. Como diría un buen amigo, necesito otro punto, en mi caso quizá otro rompeolas en que salpicar.

Por el momento me entretengo soñando con las montañas del Pirineo. No tardaré mucho en otear el horizonte, esquís en ristre, cuasi vestida de esquimal. O soñando con vosotras y vuestras risas cómplices tan necesarias, o con ese viaje soñado que algún día llegará.

 

Para terminar con algo dulzón, sangriento y romántico, dejo el trailer de la peli de la semana, dedicada a la pálida desnudez de una enigmática sonrisa.

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Buscando huecos

Poner los contadores a cero y empezar de nuevo, a veces es necesario. Generalmente caminamos tan rápido que nos vamos dejando miguitas por el camino y cuando nos queremos dar cuenta nos hemos quedado sin bocadillo. Esta semana ha sido de las de resetearse, pero también de mirar atrás y recoger alguna de esas migas.

A pesar de estar de guardia, de tener obligaciones deportivas a todas horas y de seguir enfriada -maldita mi suerte este año…- he logrado hacer huecos, huecos necesarios. El primero se lo he hecho a su barriga. Soy una impresentable, pero es que a veces esta vida me obliga a serlo. ¡Pero si casi no la he visto crecer! Y ahí la tienes, rotunda y amenazando una nueva vida que me temo que no va a tardar nada de nada e echar los primeros lloros. Cómo pasa el tiempo, como hemos cambiado y cuantas vueltas da la vida, poco más puedo decir.

Otro hueco se lo hice a Lucas. Ojos mareantes, deje argentino y alguna letra que –será porque estoy sensible- me arrancó una lagrimilla traidora.

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El concierto me recordó a otro en el que, la verdad, disfruté más. Mismo lugar, mismo escenario, pero ya se suele decir…”cualquier tiempo pasado nos parece mejor”. Debo dejar de ser tan susceptible, supongo, pero es la cara que se me pone cuando aparecen moscas en mi vaso de leche.¡Vamos! que me sobran los motivos...

El siguiente hueco se lo hice a una sonrisa que fue elixir de vida durante muchos años. Está claro que aunque te reinicies, recicles, resetees…hay sonrisas que nunca deben desaparecer de tu disco duro. Una cerveza, unos huevos rotos, un café y por qué no…un gin tónic. Dame la mano de vez en cuando porque quiero seguir volando a tu lado.

No se me olvida un gracias a ese abrazo amable que ayer reconoció mi trabajo. “¿Puedo hacerme una foto contigo?”, decía. Pues claro, quizá eso significa que, aunque algunos piensen lo contario, algo haré bien. Touché urraca, touché.

De momento seguiré buscando huecos. Sin ellos me vacío, me consumo cual cerilla agonizante. ¿Quieres que te haga uno?

Volando a ninguna parte

“¿Sabes? Creo que estoy vacía. No puedo escribir, no puedo concentrarme. Me siento delante del ordenador  y me queman las teclas”

“Quizá deberías escribir de la necesidad de escapar. De la urgencia que tienes por respirar en otra burbuja”

Entonces sonrío, echo la persiana, miro a mi alrededor y me pongo manos a la obra.

Siempre insisto en que la mejor sensación del mundo es la desembarcar en destinos desconocidos arrastrando una maleta. Y si encima hay alguien esperándote con una sonrisa y los brazos abiertos, mejor que mejor. El viaje es mejor hacerlo sola. Me gusta mirar por la ventana e imaginar que al otro lado de las vías esperan miles de historias. Me gusta porque me vuelvo frágil, pequeñita en un mundo inmenso, tan inmenso como el horizonte que se extiende más allá de la ventanilla.

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Vuelas en las alas de ese ave que te arrastra hasta una montaña que reposa en cordilleras tan lejanas a las habituales…Respiras aire fresco y saboreas cada segundo de ausencia de rutina.

Aún no has logrado desembarazarte de ese armatoste con ruedas y te envuelve un abrazo añorado. Porque vayas donde vayas siempre habrás dejado atrás algo a lo que echar de menos.

Entonces caes en la cuenta que te hacía falta esa sobredosis de risa. Y si encima el eco de tu risa te sorprende en lares desconocidos, mejor que mejor.

Madrid puede ser un buen sitio para reposar la mente y vaciarla de sensaciones. Sobre todo si por tu ventana entran las montañas de la sierra (seguramente no eran de la sierra, pero qué más da). Madrid puede ser también un buen sitio para emborracharte de emociones y desterrar a otras cordilleras las que contaminan tu paisaje. Y si encima hay alguien que se emborracha contigo, mejor que mejor.

Aunque siempre hay un regreso, una vuelta a tu montaña, a tu cordillera. Y sigues echando de menos. Y quieres volver a arrastrar la maleta a sabe dios donde. Pero es lunes, hay programa, hay horario y hoy las aves no vuelan para ti.

Abocada al Subterfugio

Esta soy yo hoy, esta era yo ayer y, muy probablemente, esta seré yo mañana. Un auténtico saco de virus. Pero no importa, el sol sigue saliendo para todos.

Pero cuando cae la tarde, y me saluda la media luna, me atormentan esas pesadillas en las que me persigues, metralleta en mano, y no me dejas en paz hasta que caigo al vacío. Entonces me recogen tus brazos y me acunas. Me meces dulcemente hasta que el sueño me vence de nuevo.

Corro ahora sumida en la oscuridad de la semiinconsciencia y cuando llego al final de túnel, me atrapa una luz, tu luz. Ese halo que te envuelve cada vez que me miras. Alargas la mano, siento que vas a rozarme y en lugar de una caricia me rompe el alma un renuncio, tu renuncio. Y se me escapa una lágrima que desliza entre tus dedos. Entonces sí la besas. Pero es la sal de mis sueños y desaparece entre tus labios para no volver nunca.  

Y así, entre sueños, pesadillas y algo de fiebre me acuerdo de una princesa sin reino, de una muñeca rota, de una niña tonta con pánico al compromiso. De una princesa abocada al subterfugio.

Tenía un billete de ida y vuelta a mi cabeza,
el finiquito por despido en mi memoria.
Tenía la llave de la puerta de salida de mi vida,
de mi mente, de mi historia.

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Tu canto a la libertad

Ayer ‘Esmi’ me pasó este enlace, pensó que seguramente me gustaría.  

Mi sino es estar en todos los ajos y se acordó de mi en cuanto vio a toda la ciudad a los pies del balcón de ayuntamiento. Ahora que lo veo, pienso que seguramente yo debería haber estado ahí. Total, a Alberto no le hizo ninguna ilusión.

Nunca me había detenido a escuchar el pregón de inicio de fiestas. Nunca me había sentido demasiado aragonesa. De hecho mi madre siempre dice que por mis venas corre la sangre de esa parte catalana de la familia (y no hablamos de ser roñosa, espero). Pero he escuchado al abuelo con su corneta y su “Canto a la libertad” coreado por los miles de maños que se congregaron en la plaza del Pilar y me he sentido orgullosa de haber nacido a orillas del Ebro.

 

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Gracias Psycho por este enlace. Ya he leido que a ti te pareció aburrido. Fué más largo de lo habitual, si, y el hombre se remontó a tiempos remotos, si, pero vamos a concederle su mérito...Hablar de los alberges de la rivera, las lechugas y las borrajas y tocar la corneta no deja de tener su punto...

El abuelo nunca me cayó demasiado bien. Hace algunos meses me tocó hacerle una entrevista para mi programa de cultura y me pareció tosco y poco accesible. Fue una primera impresión. Movida por la curiosidad me leí su libro: “Memorias de un beduino en el congreso de los diputados”. Al llegar a la última página me ratifiqué en aquella primera impresión; “No me gusta”, pensé.

 

“¿Ha contado en su libro todo lo que le ocurrió en Madrid durante aquellos años o se ha dejado algo en el tintero?”, le pregunté.

“He contado lo que me ha dado la gana contar”, me respondió. Desde luego por su sutileza no se caracterizaba este hombre con pinta de beduino.

 

Pero resulta que ahora lo escucho en ese balcón, con su corneta, su discurso… y me emociona. Está claro que se siente orgulloso de pertenecer a esta curiosa raza, la de los aragoneses, que nos dejamos quitar mucho a cambio de poco.

Gracias abuelo, porque me has tocado la fibra sensible. Gracias, porque quizá esa primera impresión de hace unos meses navega en las aguas del olvido y ahora estoy orgullosa de tu discurso y de ser maña, como tú.

Beduino o no, falsa modestia o no, huyes de la hipocresía. Yo también huyo, de otras cosas, pero huyo. De todos modos, aunque corra de estampida en dirección contraria siempre habrá tiempo para hacer un alto y escuchar tu canto a la libertad.

Hoy este es mi particular canto. Canto a la vida, a la libertad y a tus ojos negros, verdes o quizá azules.

 

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