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Un hasta luego

“Se te han debido de atragantar las tapas” he oído estos días en reiteradas ocasiones. Es probable que si. Cada una de las tentaciones que he tenido de abrir este blog y ponerme a escribir las ha devorado la maldita apatía. Dos razones, dos motivos. El primero y más importante; el dolor desgarrado de ver como una cerilla que ha iluminado tu camino desde que naciste se apaga. Ya solo queda el recuerdo de esa mirada bondadosa siempre pendiente de que las olas no me derribaran, de aplaudir cada una de mis canastas, de cuidarme cuando fue necesario. Levantaba yo tres palmos del suelo y ya estaba ahí, como escudero fiel de mi padre. Callado, tranquilo, siempre contagiándonos de esa paz que inundaba su persona. Y así se ha ido, sin hacer ruido, sin molestar. Sin que a nadie nos diese apenas tiempo de pensar que la vida sigue, incluso cuando los pilares que te rodean se derrumban para no volver nunca a levantarse.

Pero nosotros si tenemos que levantarnos cada mañana. No sabemos cuanto tiempo nos queda para seguir dando guerra, pero ten por seguro que la próxima batalla te la dedicaremos a ti. Yo no creo en paraísos celestiales, si creo en que seguirás vivo en muchos corazones. Ahí va un hueco para que te quedes en el mío.

 

Segundo motivo, aunque mucho menos importante; el día que decides pisar el freno resulta que te equivocas, pisas a fondo el acelerador y terminas haciendo vuelta rápida. Supongo que las circunstancias han  ayudado a darle la vuelta a la tortilla.

Ritmo frenético de 9.30 de la mañana a 8.30 de la tarde –horario laboral extensivo (que no intensivo)-. Un corazón que bombea tan rápido que se desboca a cada latido. Una vida que solo controlas a ratos, por elección (a pesar de que algunos roqueros se empeñan en señalar que decepción es la palabra adecuada).

 

Arde una estrella entre nosotros dos
que no me deja estar tan cerca

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Y yo sigo empeñada en hacer mil planes, en alargar el tempo de cada segundo, en subirme a todos los trenes, que nunca se sabe… Cada día le robo más horas al sueño y cada día sueño más horas despierta. Entre reportajes de catas, de deportes y algún que otro asunto político me sumerjo en mi propio país de la maravillas y me entretengo sacando conejos de la chistera. El lunes paseo de la mano con la luna, el martes con la luna debajo del brazo…brindo contigo y me compro una estrella para aguantar el tirón de la semana. Estamos a jueves, mañana fiesta, veremos…

2 comentarios

Sus -

Me han encantado tus palabras y con ellas he derramado más de una lágrima.Quizás no de tristeza sino de orgullo;
Orgullo de saber que mi padre era tan querido por todo el que lo conoció.
Mil gracias por el relato, creo que es la primera vez que estamos totalmente de acuerdo en algo...
Un besazo.

Smi. -

Apoyate en los que te quedan y que han participado de ese dolor. Siempre estuvo, ahí, sin hacer ruido.Igual que se fue; pero su calor, cariño y bondad lo repartió con todos nosotros.
La vida sigue, todos venimos para irnos, aprovecha el calor y cariño cuando estamos, para recordar con el corazón cuando nos ausentemos. Tu que eres una luchadora valiente, guarda unos huequecitos en tu corazón para otros.
Besiiiiitosssss