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Mi cosecha

OTRO MÁS

Empacho de polvorones solemos decir cuando llegan las navidades. Insolación, en el mes de agosto cuando Lorenzo pega fuerte. Pero nos plantamos en las fiestas del Pilar y la sobredosis puede llegar a extenderse a muchos ámbitos… Esta virgen nuestra es capaz de terminar con el más pintado.

A mí este año me ha tocado trabajar, como el pasado. En realidad como todos los años desde que decidí abandonar el maravilloso mundo de la química y probar suerte en esta jungla de víboras. Y una vez más me di cuenta de que camino por donde debo –quizá no por donde me conviene, pero sí por donde debo-. Creo que volví a verlo claro cuando me intuí corriendo, junto a un centenar de críos, delante de los cabezudos.

 

“¿Cuál es tu preferido?...Vamos todos juntos a cantarle la canción a ver sin nos encorre”… Termino con un puñado de niños cantando eso de “Al Berrugón le picaron los mosquitos….” Y llego a la tele más contenta que chupillas con mi documento gráfico.

 

La historia se repite el día de la ofrenda de flores. Seguramente a cualquiera le reventaría las entrañas tener que currar toda la mañana entre la marabunta de gente. Me pierdo el tradicional vermú, me pierdo las cervezas pre y post ‘floreo a la virgen’ pero he hecho algo más productivo, creo. Le he contado a todos los que me quieran escuchar cómo se ha vivido desde dentro uno de los días más emblemáticos en esta ciudad.

Un ‘gracias, de no ser por vosotros me lo habría perdido’ me vale. Además, agradezco que en esta ocasión no me hicieran disfrazarme de baturra delante de ese objetivo traidor que inmortaliza todos y cada uno de lo momentos que secuestra, casi siempre, a traición.

 

Trabajar, trabajar y trabajar y la verdad es que este año no salí demasiado. He de hacer un brindis por el siempre espectacular Calamaro, que logró embaucarme, enamorarme e hipnotizarme durante hora y media. Dejó volar su ‘Paloma’ y se me pusieron los pelos de punta. Casi me quita la vida con sus ‘Crímenes Perfectos’. Ya lo sabes, siempre tuya Andrés y de él (pero eso no se lo cuentes a nadie).

 

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Este año no fuimos a la fiesta de la cerveza, no me embarré las botas en Interpeñas y a las ferias solo fui a hacer el reportaje de rigor. Los fuegos artificiales los escuché bajo la mantita, en el calor de mi pequeña mansión. Y pasaron otros Pilares. ¿Cuántos van? Prefiero no contarlos.  

Hoy ya estamos otra vez en la rutina de octubre. Tocaba el Transpirenaico. ¿Qué tocará mañana? Prefiero no saberlo.

Una noche en oro y ... ¿plata?

Ayer a las diez de la noche mis energías eran más bien escasas (es lo que tiene ir a trabajar casi casi de empalmada). Cuando sonó el teléfono me había quedado frita encima de la cama, con botas y vestido incluidos, por supuesto.

“Va, espabila, hemos quedado a y media en la puerta y no podemos retrasarnos mucho que se montan unas colas impresionantes”. Tuve la tentación de colgar y seguir durmiendo, pero me pudo la curiosidad.

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Efectivamente, la puerta parecía un panel de rica miel plagado de abejorros. Dicen que los yayos de los pueblos colindantes se cogen autobuses para ver en primera fila el espectáculo de “El Plata”, me lo creo. Pero hubo suerte y, aunque algo escorados, pudimos encontrar cuatro sillas.

Recuerdo cuando hace algo más de un año vino Bigas Luna a la inauguración y a presentar la programación de este cabaret. Yo estaba allí, trabajando como siempre. Me pareció una propuesta arriesgada para esta ciudad algo estrecha de miras –que los maños me perdonen- y dudé de su longevidad. O es un bombazo o se va al garete en un par de meses, pensé.

El caso es que hice la información de la reapertura del “El Plata” pero nunca tuve la oportunidad de ir. Ha habido tan pocos instantes para el ocio que hasta ayer no tuve ocasión.

“Fíjate, han puesto la misma palmera que tenía en sus años dorados”, decía mi madre. Y es que la generación que vio la luz en los 40’as y 50’as debió de crecer con los striptease de este lugar en las retinas…

La camarera me trajo una ambar, se hizo la noche junto a la palmera y comenzaron a sonar los primeros acordes.

“Mira, esa señora –una mujer con un corpiño que dejaba poco a la imaginación y que cantaba sobre el escenario- es empresaria y de noche viene al plata a hacer su número”. “La de la danza del vientre es marroquí y es bailarina profesional”… Y así, más de una hora de espectáculo. Desfilaron por delante de  nosotros patinadores, chicos con falditas escocesas, la chica del Hula Hoop, estripers, cantantes… Me gustó, me reí. Era algo así como retroceder a las películas de Pajares y Esteso en las que lo requiriese o no el guión la chica de turno siempre acababa enseñando las tetas. Aunque en “El Plata” el guión sí lo requiere, faltaría más.

En conclusión, este Plata que llevaba 16 años cerrado y que había caído en el más absoluto olvido, al final ha vuelto para dar la campanada. Este Bigas en un genio visionario…

Tendré que volver pero la próxima vez me adelantaré al resto de abejorros para tener el escenario un poco más cerquita. Las faldas escocesas  quedaron demasiado lejos, si…  

Lo encuentro en tus ojos

“Necesito ver una peli de esas vacías, sin mucho sentido, de las que sales del cine con una sonrisa tontorrona en la boca, sin más”. Véase comedia americana de Hugh Grant, Meg Ryan o similares…

“No te preocupes, la tengo”, me dice ella completamente convencida.

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De manera que cogemos el coche, descapoto –que para eso estamos en octubre y Lorenzo sigue calentando con saña- y raudas cual Gnomo de los bosques nos encaminamos al centro comercial.

¡Uy!…Cara de acelga. Los luminosos nos enseñan una retahíla de pelis entre las que no figura ni por el forro la nuestra. O tiene muy mala leche y está jugando con nosotras al escondite, o somos tontas de remate y nos hemos confundido de cine. Se nos pone cara de icono pardillo cuando descubrimos que la realidad se corresponde con la segunda opción. “Madre mía, no se lo cuentes a nadie…” “No, tranquila, solo lo voy a poner en el blog. Total, como no lo lee nadie…”. Así que para no arruinar la noche y continuar con nuestro firme propósito de ir al cine nos metemos en la opción que más brilla en el luminoso: El Secreto de sus Ojos.

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Yo estoy agotada. “Tía, ahora ya no veo pelis, ahora solo veo planos”. Y al tercer plano doy la primera cabezada. Me duermo. Y cuando pensaba que todo estaba perdido, abro un ojo y Soledad Villamil me regala una escena que me deja con la boca, los ojos y las orejas abiertas para el resto de la peli. Y poco a poco me engancho de los ojos de Ricardo Darín. Y poco a poco la peli me encoge los pulmones y también el corazón. No quiero destripar el contenido pero… ¿de verdad puedes estar 25 años amando a alguien y no tener huevos para compartir tu vida con esa persona? Espero que eso solo ocurra en la gran pantalla, por el bien de la humanidad.

Adri en el país de las Maravillas

Diez de la noche y justo termino de pelearme con las máquinas de acero. Cruzo el umbral hacia el vacío y… ¡Oh sorpresa! Llueve a mares. Pasa por delante de mí un 33 y lo despido desafiante. “Hoy no me tientes, me apetece caminar”. Así que cual autómata mis pies empiezan a dirigirme no sé muy bien hacia donde. Uno, dos, uno, dos. Ni idea de cuánto tiempo ha pasado pero de repente me veo a mí misma hipnotizada observando un semáforo. El muñequito verde me hace señas con la mano. No me muevo, lo miro incrédula,  por supuesto, mientras el cielo descarga su furia sobre mí. Debo parecer un pollo recién salido de la bañera. Una señora me toca el brazo “está verde, puedes cruzar”, me dice. No le presto mucha atención pero mis pies comienzan a caminar de nuevo.

En el siguiente semáforo mi mente vaga por lugares bastante lejanos a la Plaza Aragón –que es donde me encuentro-. Esta vez el muñequito es rojo y no me mira, ni siquiera un ademán de saludo –qué decepción- ¿Estaré soñando? El que si me saluda es un tipo que se detiene a mi lado. Está fumando un porro y el olor invade por completo mi espacio vital. “¡Chiquilla! Vas a terminar como un perrillo mojaó, como yo”. Entonces frunzo el ceño, inclino la cabeza y lo observo. “Definitivamente esto tiene que ser un sueño. Si no, con la que está cayendo se le habría apagado el porro”. Así que lo ignoro y continúo con mi camino hacia ninguna parte.

Uno, dos, uno, dos… Mis pies parecen guiados por el mismísimo demonio porque cada vez estoy más mojada. De repente paro y analizo. A mi derecha a unos porches que se extienden a lo largo de todo el paseo por el que llevo caminando, ¿cuánto? y sobre mí el inmenso cielo furioso. Pero me importa un carajo y sigo a lo mío.

Me detengo ante un escaparate. Una maniquí que sostiene sofisticada un paraguas bermellón me guiña un ojo burlón. “Oye bonita, que a ti nadie te ha preguntado nada”, pienso para mis adentros… Definitivamente estoy soñando -hablar con maniquís todavía no estaba entre mis muchas habilidades-

Una hora después, giro la llave de casa. Cuando el espejo me devuelve mi reflejo, despierto del sueño y me viene a la cabeza lo del perrillo mojaó –que es realmente lo que parezco- Sin embargo, quizá siga inmersa en ese mundo extraño por el que he buceado durante largo rato porque abro el balcón y la lluvia me hipnotiza de nuevo. ¿Me habré enamorado de una nube? ¿Me habrá hechizado con su líquido poderoso? No la veo, está demasiado oscuro. Mañana abriré de nuevo el balcón a ver si sigue ahí, esperándome. Cuando cierro la balconada tropiezo contra él. Mi conejo me está mirando fijamente y se saca una flor de la chistera. Definitivamente no estoy soñando, me he convertido en “Adri en el país de las maravillas”.

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PD: No se si Alicia después de su viaje necesitaría Frenadol, creo que yo sí...

En la línea de fuego

Para días como hoy y para gente como tú.

¿Qué ocurre? ¿Tenemos ahora más tiempo para pensar? Creo que no, debe ser la necesidad de encontrar explicaciones a la sensación de vacío con la que nos levantamos algunas mañanas. Hemos nacido y crecido en una sociedad que cree en la justicia (yo de hecho nací con la Constitución) y ahora que nos ha llegado el momento de lanzarnos al ruedo y empezar a cortar orejas, resulta que todo era mentira. Lo que debía ser, no es y lo que parece razonable nos lo terminan  discutiendo.

Estudiamos, leemos, nos formamos nuestra propia escala de valores y en esta jungla en la que impera ‘la ley del más fuerte’ esos valores terminan tambaleando cual flan de leche y huevo. Y encima llega un gracioso con una cuchara sopera, mete la zarpa y nos deja sin flan. Pero como somos valientes, no bajamos los brazos. Seguimos combatiendo por esos principios que un día alguien nos inculcó como leyes universales. Sirve de poco, la verdad, batirse cuerpo a cuerpo sin padrinos o escudos bajo talonario. Sin embargo, nos seguimos levantando cada mañana buscando el traje de faena para salir al ruedo.

Hoy resulta que encuentro algo ilusionante y me olvido de ese vacío. Mañana, resulta que me matan la ilusión y volvemos a empezar. Soldado; combate, lucha y defiende esta guerra que sin gente como tu al frente de la línea de batalla, ni flanes, ni huevos, ni leyes universales por las que pelear. Las trincheras te necesitan.    

Y como no, habrá que acompañar al texto con el gran descubrimiento del día

Dejaré de discutir
si me lo pides al oído.

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Prueba superada... ¿con éxito?

Podría decir que suena el despertador, me levanto, preparo el desayuno etc ect etc pero no, mi cumpleaños no podía empezar de una manera tan rutinaria.

En realidad, suena el teléfono ‘piticlin piticlin’, 8 am., y me pega un susto de muerte. No tanto por el sonido estridente y mata tímpanos, sino porque estaba estropeado. “Pero, ¿por qué me llaman por teléfono si hace un mes que no funciona?”. Mientras sigue sonando lo miro con cara de susto. Ese bicho suena, ciertamente suena, ha resucitado de entre los electrodomésticos muertos. Lo descuelgo, mi madre.

“¡Felicidades cariño!” “Mamá, son las 8 de la mañana, estoy dormida, muy dormida”. “Es que así seguro que te pillaba en casa….”.

Eso seguro, claro… y es que las antiguas generaciones aún no entienden el concepto ‘teléfono móvil’, ¿para qué servirá? ¡¡Ay!! De todos modos, gracias mami por ser de las primeras, como siempre.

El día ha continuado en su línea.

“¡Hola bizcocho! Buenos días, ¿hay hambre?” Y zasca, el conejo se engancha a mi dedo y me pega un mordisco que me hace sentir como Ángel Cristo en sus mejores tiempos.

Llega entonces el momento de plantearse si no sería mejor volver a la cama, cerrar los ojos y dejar el que día siga su curso sin mi. Imposible, hay que levantar España.

Pierdo el primer bus, menos mal que voy con tiempo. Hay que comprar pasteles para mis hambrientos compañeros, llego tarde. Encima llueve, así que llego tarde y además, me mojo. La empleada de la pastelería me pregunta por la TDT, por mi programa, por mi sección, por mi talla de sujetador (no, eso no, pero casi), así que llego aun más tarde. Secuestro a un enfurruñado buen samaritano que me lleva una bandeja y se moja conmigo, siempre es agradable compartir gotas de lluvia. Al final, 7 minutos tarde. Tampoco era para tanto negrito

Me esperan una de regalos en la jungla de Torrero…Toda la mañana como pilingui –por no decir otra cosa- por rastrojo. Una entrevista, dos entrevistas, tres entrevistas, ¡cuatro entrevistas! Si no llega a ser porque la primera era a Marianico el Corto –es decir, dosis de risas y buen rollo- me desplomo sobre el pobre Calavera. 

Como el día estaba de que no, nos mandan a Tuzsa y por poco nos plantamos en Castellón.

“Calavera, yo diría que hace cinco kilómetros que hemos abandonado la ciudad del cierzo…”

Por otro lado, comienzan a llegarme felicitaciones por todas las vías que las nuevas tecnologías ponen a nuestra disposición para volvernos locos de remate. Antes sonaba el teléfono 669 veces, era un coñazo. Ahora suena el teléfono, llegan sms, se te colapsa el Facebook y te revienta el correo electrónico.

¿Se puede saber por qué me felicitan por cumplir 31 si a mi no me hace ninguna gracia?

Menos mal que a la hora de comer si me esperaban regalos, esta vez de verdad. El caramullo de bolsas de colores sobre el sofá de mansión Arpa me dio energías renovadas para no cabrearme con el mundo.

Por la tarde más llamadas, incluso la tuya. Quién te iba a decir que 14 años después seguirías levantando el auricular para cantarme el cumpleaños feliz. Es lo bueno de la vida, que a veces sella amistades y relaciones eternas. T´estimo molt amic.

Para descabrearme con el mundo me esperaban los “Malditos Bastardos”. Brad, te quiero, te adoro y te venero por tu inconmensurable capacidad interpretativa y tu belleza sobre humana. Desde que descubrí tu trasero en ‘Thelma y Louise’ eres objeto de mi profunda admiración. Tengo que reconocer que Tarantino puso la guinda a mis recién estrenados 31. Quizá no era necesario ver la sesera a tanto nazi pero lo consideraremos exigencias del guión. Ante todo, cinta recomendable para los amantes de la ironía y del humor negro.

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Hoy, un año más. Quizá esto se traduzca en que la rubia es 365 días más sabia. Así que mucho ojito a los/as listillos/as. A artir de ahora 364 días de....

 

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Hoy nos despeñamos

Vaya, acabo de descubrir que no somos dueños de nuestro destino ni siquiera cuando de perder la virginidad hablamos. Resulta que los jodidos cromosomas son los que nos dicen cómo, cuándo y dónde. Ahora ya ni lívido, ni calentones…genes, solo genes.

Pero cuidado, si luego resulta que llega el gen caporal y da su consentimiento ya puedes ser cauto. Primero ‘póntelo, pónselo’ –lo de siempre- y segundo, precaución no vayas a caer en una relación problemática…

 

Si ya has caído, si ya te han sacado punta, hay varias alternativas. En primer lugar, asesinar al gen cretino que te condujo hacía la ecatombe. Una vez muerto, no lo dudes huye hacia despeñaperros 

Pero ¡zas!, despertamos y no hemos huido, y la ciudad se sigue derrumbando a nuestros pies. Hoy trabajamos como auténticas mulas de carga y mañana quien sabe. Quizá ese gen adivino tenga la respuesta, aunque yo casi prefiero no saberla.

Se acerca el día X

El día X se acerca peligrosamente. Hace casi casi 31 años mi abnegada madre florecía cual petunia en primavera y de sus entrañas salía un bebé gordo, rosa y de buen yantar. “¡Déjamela ver! Solo para comprobar si le falta algo…”, decía mi tía Maripili, siempre tan perspicaz. Y al bebé no le faltaba nada de nada. 3-800 y un arsenal de horteradas rositas (mi madre es de las de puntilla + lazo + cocotela = discreta vestimenta) preparadas para dar el pistoletazo de salida a una vida marcada por la locura atemporal.

Y llegaron los primeros cumpleaños. El acontecimiento nacional, por lo menos en el Stadium Casablanca.

“Cariño, trae a tus amiguitos que os he comprado medias noches y una tarta”…

Y la pequeña Adri aparecía de pronto seguida de un séquito de 50 minúsculas personitas que, en fila india de a dos, llegaban hasta una aterrorizada Montserrat.

“Pero cielo, ¿todos estos son amiguitos tuyos?”. “Si, mamá”.

Y el si mamá iba acompañado de una dulce sonrisa y una tierna mirada desafiante (esta sigue siendo mi táctica…) Así que a Montserrat no le quedaba más remedio que hacer efectivo el milagro de los panes y los peces y alimentar a todo un batallón infantil.

Luego le llegaba el turno a Manolo, que sacaba la trompeta, nos ponía firmes a todos y nos llevaba hasta el parquecillo que había antes de llegar a la ‘plaza del pueblo’. Ahora lo han modernizado, han puesto césped artificial y los columpios son de fibra sintética, pero en aquel entonces era todo barro y óxido. Mucho más auténtico. Y el patriarca había colocado piñatas y globos sorpresa colgados en un alambre que rodeaba el parque de árbol en árbol. ¿De dónde habría sacado 50 pañuelos para taparnos los ojos? Es uno de los grandes misterios de la humanidad. El caso es que taparnos los ojos, pinchar los globos con un alfiler y rebozarnos de harina o similares era todo uno.

Pasaron los años y los baños de harina dieron paso a los baños de ponche, los DJ y la música hortera que tanto me divierte (una no puede ser perfecta). Siempre había un garito disponible para alojar a mis amigos, primero adolescentes y luego post adolescentes –que viene a ser parecido- Los tirones de orejas, el cumpleaños feliz y un número de invitados que siempre roza la treintena si se convirtieron en un clásico. Montse pasó de las medias noches a la tortilla de patata y mi padre pasó de capitán de las tropas infantiles a chófer del séquito real de Arpita.

Los 30 me sentaron como una banderilla con salmonela, como una croqueta revenida, como un huevo frito con yema de huevo duro. Este año, el día X se acerca peligrosamente. Es posible que le muerda un ojo al primero que se me aproxime y me diga felicidades, ya veremos…De todos modos, el trámite festivo ya pasó y podemos aprobarlo con nota. No hubo ni globos sorpresa, ni tortilla de ‘la Montse’, ni piñatas, ni medias noches. Pero hubo mucha gente que hace que cada día tenga ganas de salir a la calle para continuar haciendo gala de mi locura atemporal. Ya tengo mi primer regalo. “Lleva un vestido como el tuyo y tiene tus zapatos rosas… (Reminiscencias de las puntillas de antaño, supongo)”

 

Gracias, sois los mejores.

Nubarrones sin tormenta

Hoy es de esos días en los que te levantas triste y además no haces nada por evitarlo sino que te regodeas en tu propia tristeza. Asomas la nariz por la ventana y, a pesar de que no hay ni una nube, en tu interior se desata una tremenda tormenta. Enciendes la radio y ninguna canción te parece lo suficientemente triste. Optas por rebuscar entre esos CDs llenos de polvo que hace siglos que no revuelves.

Hoy es de esos días en los que desgastas el techo de tanto mirarlo. De esos en los que te subes al coche sin rumbo y aprietas el acelerador con la esperanza de que el viento arrastre tus ganas de gritar. Y como no las arranca, subes el volumen y cantas. No recuerdas la letra, pero cantas. “Que pare el tiempo, que se detenga. Que los días no vuelen tan rápido”.

Y crecí tratando en vano de desentrañar
todo lo que el miedo esconde
y yo me hundía en el "Blonde On Blonde"
haciendo que los días me duraran mucho más,
mucho más, lo juro, mucho más.

Deseas volver a ser un niño. Recuperar la sensación de seguridad que te da el estar rodeado de gente querida. Volver a aquella vida en la que los cambios se sucedían de forma sosegada, sin traumas. Por aquel entonces masticabas la vida, ahora la tragas directamente. Por aquel entonces pensabas ellos estarían siempre ahí, ahora te das cuenta de que tarde o temprano se irán.

Cada uno tiene su propio camino, aunque estoy segura de que en la mochila siempre hay sitio para llevarte a unos cuantos de viaje. Mi mochila es pequeñita, pero haré hueco porque la vida te va colocando pequeños tesoros que no puedes dejar escapar.

Como era de esperar, ayer brindamos una y otra vez. Sonreímos entre lágrimas. “Esto no es un funeral”, me decía la madrileña chunga. Y es cierto pero, como dijo una vez un amigo, ella es una de esas personas que te iluminan cada día. Va a ser duro caminar sin tu luz, compañera.

De momento poco más que decir. Creo que hoy me haré consumidora de los canales de teletienda de la TDT, escucharé a Alejandro Sanz –que siempre viene bien cuando la mirada se te va al techo- y me terminaré un par de libros.

Lo sé Escarlata, lo sé: Mañana será otro día.

TRAINING

Esta semana ha sido de las de hacer acopio de energía para luego dosificarla minuto a minuto, segundo a segundo. Cada día la luna hacía acto de presencia, más puntual que nunca, y me pillaba intentando recomponerme rodeada de caras amigas. He trabajado mucho y descansado poco pero… ¿Quién soy yo para regalarle horas al sueño?

En la tele me ha tocado hablar de buenos propósitos para la nueva temporada. Que no estamos en año nuevo decía yo, pero nada “tu sal a la calle que seguro que la gente está muy concienciada. Septiembre es el mes ideal para empezar de cero”, me decían mis más altos mandatarios. “Y un cuerno”, pensaba yo. Estamos en crisis, hemos machacado un porcentaje importante de neuronas entre las burbujas de cientos de coronitas y la cosa no está para empezar a hacer listas.

Esperaremos a diciembre y en mi viaje navideño a la ciudad condal sacaré papel y boli. Mientras tanto recordaré con una sonrisa cómo despedimos el 2008 y cómo comenzamos este estrambótico, a la par que entrañable, 2009.

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Lo que no podemos negar es que comienza una nueva temporada y que, una vez más, algunas caras conocidas me abandonan. Otra vez a abrir los ojos y las orejas ante los que van a llegar y a los que, lo siento, no me apetece nada conocer. Pereza y mala leche es lo que me invade en estos momentos porque se me escapan trocitos de mi vida a los que voy a echar de menos. Piezas de mi puzzle ya encajadas que me resisto a perder.

“Otra vez a volver a demostrar que no soy imbécil, porque la gente es muy tonta y casi siempre se deja llevar por las primeras impresiones”, le decía ayer a una de esas piezas…

Todo se andará. De momento, el tiempo que nos quede lo puliremos cual lingote de oro. Ya llegará el día de escribir las necrológicas, entonces saldrá la vena sensible y quizá de mis versos se sobre entienda un ‘hasta luego’, ‘nos vemos pronto’, ‘gracias por todo’, ‘te quiero, jolines’.

Más viciosa que ninguna, pero tan difícil de coger,
tuvo un piso en las alturas, "handle whit care",
Probaste fortuna con heroes de barrio y conmigo también,
algunos todavía dudan, si vas a volver..

Este mes intuyo que va a ser el mes de los brindis. “Brindo por las mujeres que derrochan simpatía”, “brindo por el momento en que tu y yo nos conocimos”, y “brindo por seguir queriéndote toda la vida”… Mi cumpleaños y el de varios amigos, despedidas, sesiones de fiestas Qualitys (los low quality también están admitidos)… en fin, que rozaremos nuestras copas y haremos exaltación de la amistad.

Y seguiremos trabajando, y seguiremos con ojeras, y empezará la nueva temporada y seremos felices, al menos hasta donde podamos. Yo desde luego pienso seguir silbando (las canciones más horteras del momento, por supuesto) y pasando por encima de esos momentos fabricados para el olvido que no van a tardar en llegar.

Trazos y más trazos

“Hija, que buena cara tienes. Se te han ido los granos y ese tono gris que tenías hace unos meses”, me decía mi madre hace un rato. Y eso que hoy es día de ojeras. La noche ha sido de risas, dardos y algo de gin y no hubo lugar para el reposo. En realidad, la semana entera ha sido de ojeras ya que por diversos motivos no he logrado dormir lo que mandan los cánones saludables. Pero a pesar de las ojeras, va a ser verdad que mis mejillas irradian buen karma. La cara es el espejo del alma, dicen, y mi alma ahora intenta sobrevolar terrenos menos abruptos.

A mediodía he salido a esa calle peatonal que me recarga las pilas cada mañana y el sol me ha recibido con un caluroso abrazo. A mi izquierda una mujer agazapada junto a un portal acariciando un violín. De sus caricias salía una bonita melodía que me ha hecho detenerme y pensar en esas pequeñas cosas de la vida.

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A mi derecha un hombre estatua de mirada perdida. Muy quieto, imperturbable…también él ha activado mis neuronas. ¿Aprovechamos realmente cada uno de los segundos que nos regalan? La violinista y el hombre estatua, ¿qué les ha llevado a mi calle peatonal? ¿La necesidad quizá? Ellos han sido los primeros trazos del cuadro que he pintado en mi cabeza esta mañana. Pero mis pinceles han seguido trabajando…

 

Me cuelgo de su pelo, me engancho de su miel,
me encuentro con mi hada, que esta loca también,
he vuelto a la andadas, he vuelto a enloquecer
lo vi escrito en la luna......

 

Una volada de aire ha revuelto mis ya de por si despeinados rizos. ‘Parece que el otoño llamará uno de esto días a la puerta’, he pensado y por primera vez me he dado cuenta de que no me importa que los días acorten. No me importa que las estrellas nos roben las noches de verano. No me importa sentir escalofríos porque sé que siempre habrá una manta cerca para abrigar mis deseos.

He continuado caminando y he mirado a los ojos a cada una de las personas que se han cruzado en mi camino. A veces lo hago, escudriño sus mentes para ver si saco algo de provecho. “¿Eres feliz?, ¿haces lo que deseas?, ¿has sido ya presa del nihilismo?, ¿o eres tan mediocre que ni te has parado a pensarlo?

Entonces me he cruzado con una pareja que se besaba apasionadamente junto a una farola (recién pintada, por cierto). Sin ánimo de vouyerismo también los he observado. ¿Sois felices? ¿Tiene vuestra historia fecha de caducidad como tantas y tantas?

 

Al llegar a la parada del autobús ya lo tenía claro. La felicidad es un conjunto de trazos que, si hay suerte, recrean lienzos increíbles. Hoy me gusta el cuadro que estoy pintando. Si, hoy creo que soy feliz.  

El encendedor era rojo

Hoy los reportajes han ido de conejos y conejas. Que nadie piense mal, pero me he pasado toda la mañana rodeada de la familia al completo de Bugs Bunny. “Aquí huele a conejo revenido”, decía el andaluz recién estrenado tras su asueto. “Pues el mío no huele mal”, le contestaba yo con una sonrisa de oreja a oreja –me refería a bizcocho- por supuesto…Horas y horas hablando de piensos, semen ‘conejil’ –inseminaban a los animalitos- etc… apasionante. Luego reunión con el único ser que conozco al que se le mean los conejos encima sin miramiento alguno. Era un día para cortar las dos orejas y el rabo.

Y es que este año, gracias a dios, voy a hacer lo único que me apetecía hacer: deportes. Y el chico orinal y yo hemos mantenido nuestra primera cita laboral (esto sí que es nuevo). Brainstorming, lo llaman, tras varios minutos, incluso horas, lloviendo historias poco deportivas. Qué sería de mi sin esas historias 'poco deportivas'... Y la mesonera de nuestros amores va a viene y como diría uno que yo sé “flipa en pepinos de colores…” Y no es la única, aquí el que no flipa se encarga de meter los pepinos por el C_ _ O a diestro y siniestro.

Hay días que te cebas con los guiris con esos ataques frontales a bocajarro que lanzas”, me ha dicho el Iñaqui, el otro mesonero de mis amores, entre café y café. Será que la ironía me invade por momentos. Mejor irónica que iracunda, ¿no?

Y encima recuerdo que “del amor al odio hay un paso” y en mi caso puede que tan solo haya un pequeñísimo brinco. Es la frase de hoy, la frase de la semana. Supongo que hay ocasiones en las que la ironía no me invade, me puede y otras veces, la sinceridad me mata…

Y además de conejos, cafés y reuniones en las que estreno ilusiones renovadas, hoy aparece un enano (un metro más o menos)  rojo que enciende la pipa de la paz. Buena falta nos hace a todos llevar a mano un mechero por si la pipa se apaga. Hacer de encendedor no era el cometido del enano, ni mucho menos. Llegó al mundo antes de que la ciercera se llevara aquellas cenizas que mantenían el calor en el hogar. Pero bueno, ¿quién nos entiende?

Ya lo dije una vez, el tiempo pone a cada uno en su sitio. Tarde o temprano las cosas caen por su propio peso, el reloj de arena se agota, la manzana de Einstein se hace papilla contra el suelo…y nosotros solo podemos mirar y mirar e intentar que nunca falte un enano rojo para poner las cosas en su sitio.   

Un poco idiota

Parece que hoy empiezan a salir las palabras. Un día de silencio supongo que viene bien para afinar la garganta y atinar con nuevos argumentos.

“¿Cómo pudiste desaparecer cinco años?", me decía previo abrazo de esos que te dejan sin aire e invitan al repentino mareo.

Son cosas que pasan. Vamos, venimos, tornamos, pero al final siempre estamos.

 

Puedo escuchar tus ecos lejanos

pero no los entiendo.

Intento seguirte

pero vuelas demasiado rápido.

Cuantas veces te he sentido cerca de mí

y cuantas veces me has dejado sola.

Es tu indiferencia una llaga que sangra sin descanso

y cada gota de sangre llora por no tenerte.

 

La luna nos asalta de nuevo, lo lleva haciendo todo el verano y allí nos encuentra…Me pasas el brazo por los hombros y dices lo justo y necesario, no más. “¿Hermanas, no?”, dice todo el mundo. Pues no lo sé. No entiendo de lazos de sangre, quizá porque la vida no me dio la oportunidad. “Si, hermanas” (Siempre dejando claro que yo soy la pequeña. Lo sé, soy una cabrona…)

 

Se suceden escenas de todo tipo. Algunas las recordaremos, otras no merecerán la pena y otras las discutiremos durante años con café, puro y copa.

“Somos de verdad chato, puedes tocar y todo… ¡Eh! Pero cuida donde tocas, tampoco te pases de listo. Ya ves, hoy es tu día de suerte”, decía la mayor Y aparece doña timidez, saca la espada y se libra una batalla en una trinchera con poca luz y mucha ginebra.

“La noche es traicionera”, decías. Si, si que lo es.

 

Y hoy, recordando las traiciones, Rafita me recuerda que “no pasa nada, mañana se me quita.  Que esta noche yo es que estoy un poco idiota”.  

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Hay días en los que uno simplemente no sabe que decir

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Una de mocos

Esta es la semana de los niños. Royos, renegridos, con mocos, sin velas en la nariz….de todos los tipos y colores. La señorita doble M se ha tomado unas vacaciones ‘forzosas’ y ahí me he quedado yo con el encargo de sacar niños hasta de debajo de las piedras.

Una piedra, un niño, una piedra, un niño… y si te topas con una roca, mete la cola entre las piernas y sal corriendo porque sale un arsenal de pequeñas personitas que pueden descolocar  mi ya de por si descolocada cabecita.

Solo llevo tres días en este interesantísimo experimento y ya puedo asegurar que la experiencia es intensa.

 

Vamos a dejar volar la imaginación… Una piscina llena de bolas de colores, dos toboganes, cienes y cienes de niños, un cámara resignado y una reportera que no pierde la sonrisa pero teme que se la vayan a comer con patatas de un momento a otro. Y a la dulce Laverne no se le ocurre mejor cosa que hacer la entradilla del repor retozando entre las bolas tras caer aparatosamente de un tobogán no diseñado para treintañeras (precisamente). Aunque la despedida fue mucho mejor.

“Ahora preparáis las bolas y al grito de ‘YA’ se las lanzáis a la cabeza al chico que lleva la cámara”. No voy a ser yo la única sufridora…

Y después de una hora de lucha cuerpo a cuerpo con las bolas y los ‘boludos’ yo quiero marcharme, pero una nena encantadora se me agarra a la pierna, quiere venirse a vivir conmigo.

 

“Señora –a la madre- yo ya tengo un conejo y me da mucha guerra. Creo que una niña en casa no sería buena idea. Entiéndalo, son 40 metros con balcón y todo, no me cabe…”. La señora me mira condescendiente. “Está bien, buscaremos otra reportera incauta”, parece que me dicen sus ojos recelosos.

Esos sí, me marcho con dos peluches que ya han pasado a engrosar la enorme montaña de porquería que inunda mi agradable estancia en la tele.

 

Pero las horas pasan y el despertador –cretino- suena de nuevo.

“Dios, hoy tocan dos de niños seguidos”. Así que arrastrando los pies, por una vez Laverne no da saltitos, cruzo el parque y llego hasta el hogar, dulce hogar…  

Allí se produce el reparto de funciones. Una rubia al ayuntamiento, los batangos a cubrir deportes –por eso de hacer la competencia, con sus músculos excepcionalmente desarrollados, a los nuevos fichajes del CAI, que para eso uno es batango-, una descoyuntada a los incendios “y tu Adriana tienes tus niños”. Sonrisita y al fregao. Calavera suda, eso que todavía no hemos salido a la calle -40 grados-

“Tía, pase lo del helicóptero, lo de las piraguas… pero, ¿dos seguidos de niños? Vamos a morir”

Pero afortunadamente sobrevivimos.

 

“-Hola guapo, ¿me vas a contar que estáis haciendo?-

-No-

-¿Qué?-

-¿Que no?-

-¿Pero, por qué?-

El niño me mira con suficiencia

-Porque no me da la gana-“

 

Empezamos bien. Ahora ya no son ricos ni cuando no levantan medio metro del suelo.

Lo siguiente que recuerdo son 20 críos con ganas de venganza apuntándome con dos docenas de globos de agua y una manguera a presión. Y la reportera sale corriendo como si le hubiesen metido un enchufe por sálvese la parte.

 

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Calavera ha adquirido el color de los tomates maduros y la pitufina ha pasado del azul al verde en menos que canta un gallo.

“¡Taxi, taxi!!!!! A casa. ¡Ay, no! Perdone, no, a la tele, que para el caso…”

Y así se va superando el día a día. Con más pena que gloria. O mejor, con más gloria que otra cosa. ¿No decían que la buena esencia en frasco pequeño? Pues embriagada estoy de enanos, enanitos y enaneces.

Adrinieves y los 700 angelitos, pasaron a llamarla.

Orgullo y cansancio

La primera vez que las puertas del ascensor se abrieron en la tercera planta estaba algo aterrorizada. El jefe de deportes me esperaba para hacerme una entrevista, la primera oportunidad para trabajar en periodismo. Todo salió bien y el viernes siguiente las puertas del ascensor volvían a abrirse. Esta vez tenía que buscar un lugar para sentarme y comenzar a trabajar.

Unas diez miradas se depositaron inquietas sobre mi persona. Todo hombres. “Bienvenida a la jungla”, pensé…Aquel primer día me tocó hacer la contraportada del cuadernillo de deportes. Casi me temblaban los dedos cuando me puse manos a la obra. “De La Rosa pierde el volante”, titulé. La mañana siguiente, cuando mi padre trajo el periódico y vi el titular en la página 8, estaba terriblemente orgullosa.

Poco a poco fueron llegando las oportunidades.

“¿Me puedes enseñar algún relato tuyo para ver como escribes?”, me dijo el jefe. Le enseñé un texto sobre inmigración del que no estaba especialmente orgullosa pero bueno, había poco más. Y así, me convertí en la pluma de los jueves para ‘fabricar’ las páginas de nieve. Qué ironía, comenzar a escribir estas páginas y dejar de tener tiempo para subir a esquiar fue todo uno…Hasta tres temporadas he estado hablando del manto blanco.

Difícilmente podría olvidar la primera vez que mi nombre apareció en el espacio reservado para la FIRMA. A.A.G. Era una pequeñísima crónica que versaba sobre los partidos de baloncesto que durante el fin de semana se disputaban en Liga EBA y Liga Femenina. Me hizo tanta ilusión que recorté el artículo y aun hoy lo guardo con infinito cariño.

Entre todos los deportes, mi corazón vuela especialmente con el baloncesto. Escribir sobre el CAI Zaragoza en un periódico de tirada era mucho más de lo que me había atrevido a soñar. Por eso, cuando en mi segundo verano trabajando de redactora me dejaron cubrir la pretemporada, yo daba palmas con las orejas. Fue entonces cuando hice una de las entrevistas de las que más orgullosa me siento, más que nada por lo muchísimo que me costó conseguirla. La primera entrevista que se hizo a Paolo Quinteros en Zaragoza tras conocerse su fichaje.

En ocasiones me dejaron ir al Felipe a hacer vestuarios o las crónicas de ambiente. Y muchos fueron mis viajes al Siglo XXI para acompañar a las chicas del Mann Filter. Al final, les coges hasta cariño…

En estos tres años podría decir sin exagerar demasiado que he hecho un  verdadero máster deportivo. La suerte ha querido que escriba de temas de los que poco, o nada, sabía. Ídolos del mundo del tenis, de pádel, de ajedrez… ¿Quién me iba a decir que estaría sentada en los orejeros del Boston con Ferrer, Bruguera… o que entrevistaría al mísmísimo Nadal? O que conocería al pececillo más apuesto de los mares de sur (y del norte, del este y el oeste...).

Aquel día muchas más mujeres compraron el periódico...

Y tantas y tantas historias por las que solo he tenido que pagar un precio: cero tiempo libre, ni un fin de semana de descanso.

Cada viernes, la misma historia. A buscar un ordenador en el que no haya nadie –nunca llegué a tener sitio propio- y comienza la aventura. Cansancio pero mucho orgullo es lo que hoy me queda. Orgullo porque he podido contar a mucha gente trocitos de vida desde mi punto de vista. Orgullo porque hay letras que pasarán a la historia, por lo menos en los corazones de algunas personas. Orgullo porque he luchado como una jabata y porque he aprendido mucho en poco tiempo.

Queda muy poco para que las puertas del ascensor se abran por última vez en la tercera planta. Solo me queda decir, gracias.

'Nunca digas nunca'

Año nuevo, vida nueva como se suele decir. Aunque si los astros no se equivocan estamos algo lejos del ocaso de este –cuanto menos- ‘escabroso’ 2009. Pero al cuerno con los astros. En este caluroso agosto (según Maldonado y sus secuaces el más caluroso en mis 30 años de vida), año nuevo, vida nueva.

A pesar de que hoy sarnosito ha vuelto a ladrar –gracias a dios, pensé que quizá habría pasado a mejor vida-, tu bici roja ha vuelto a asaltarme a las 9 de la mañana y bizcochito ha vuelto a derramar el bidón de agua –bicho tonto-, hay vida nueva. La rutina sigue girando pero mi espíritu dice que entramos en ¿otra era? ¿2009 bis, quizá? Quizá.

Pensé que nunca lo haría pero ya tengo la tarjeta, con foto incluida. Esa foto con cara de ‘¡dios, que hago aquí!’ Este finde vuelvo a dar la bienvenida a mi vida a eso llamado ¿deporte? Esos monstruos metálicos capaces de exprimir hasta tu último hálito de vida. Esas salas de tortura que al final, en su día, me acabaron gustando. Hay que soltar malas vibraciones y antes de lamentar algún ojo morado, nos pegaremos con la elíptica…

Y es que voy, por fin, a disfrutar de ese preciado bien llamado tiempo libre, ya casi olvidado por mi maltrecha cabecita. Insisto, pensé que nunca lo haría, pero un día de sol bien vale perder una guerra. Al menos, por ahora. Seguiremos soñando, pero a otro ritmo. Buscaremos la cadencia de una nana, aquella con la que dormí tantas noches y que ahora me ayudará a relajar tensiones.

Cuando creces, te das cuenta de que tu camino se fabrica a base de tomar decisiones. Claro que puedes ser un vago, y tirarte a la bartola esperando que la vida tome las decisiones por ti –eso ocurre- allá tú…

“¿Veo otra vez Sensación de Vivir en FDF, la enésima repetición de Siete Vidas en la NOVA o apago la tele y la mando al cuerno?”. Y es que cada vez nos lo ponen más difícil. Antes era sí o no, blanco o negro. Ahora la amplia gama de grises puede llegar a marearte y a anularte los sentidos.

Yo este verano quizá haya tomado y tome algunas de las más importantes –hasta que el futuro las deje a la altura del betún, claro- Bienvenido sea. “Nunca pensé que lo haría”. Nunca digas, nunca.  

A dentelladas

Lo he vuelto a hacer. Otra vez, como cada una de las ocasiones en las que invado tu espacio vital. Me he acercado a ti y he bebido de tu elixir mágico de manera que no sé si me he convertido en una barcelonesa, tal y como cuenta la historia. Lo que está claro es que volveré.

Agridulce sabor tras sentirme libre bajo tu cielo bañado en el horizonte por un mediterráneo que siempre me recibe cual princesa de cuento. “Buenos días princesa”, deberías decirme cada mañana. Te echaré de menos.

El caso es que la rueda gira y gira y parece que ya ha dado una vuelta completa de campana. Sus afilados dientes han mordido sin remedio casi la totalidad de mis vacaciones. Otra vez al punto de partida, ¿con las pilas cargadas? No, no demasiado. Todavía no he digerido mis últimos empachos de sensaciones, caras nuevas, aires menos contaminados… e inevitablemente ya hay que empezar a pensar en esa rutina tremebunda que comienza a llamar al timbre. Aun me estoy pensado si te voy a dejar entrar...

8.15 suena el despertador. Galletas. Ducha. "Si, este bolso pega..." y a la calle Alfonso. "Qué gusto que sea peatonal. Así no puede atropellarme nadie. Voy dormida"

8.55 "¿Eso que ha estado a punto de pasarme por encima era una bicicleta? Claro, el chico de siempre,con la bici de siempre recién extraída de plaza España... Voy dormida"

9.05 Estoy en la parada del 33. Voy a andando o en bus... "Hace mucho frío/calor, mejor espero al bus. Estoy dormida".

9.25 Bajo del 33 y paso por la puerta de "La playa". Saludo al Iñaqui. Sigo dormida pero sonrío.

9.30 Por los pelos (juraría que antes siempre llegaba con tiempo, será que ya no estoy por el proyecto...). Veo varias caras que me producen reacciones gástricas adversas, veo otras que me vuelven a hacer sonreir, menos mal...

Tan solo me consuela que a veces la rutina te sorprende y te deja píldoras que ponen color a tu vida; por ejemplo “los lunes al sol”. Nunca se sabe dónde vas a encontrar los pinceles que visten de pasteles ese gris que nos pisa los talones.

“Carpe diem” es el lema, ¿no? En eso hemos estado pero ¿y ahora qué? Va a ser complicado seguir en la línea con tanto abejorro molesto y toca pelotas revoloteando. Se hará lo que se pueda. Al menos ahora llevo un potente ‘matabichos’ siempre a mano en el bolso…

Uuuu.....como pica recordarte...
Uuuu.....que delgado me dejaste...
Y es que tu no me ves, y es que tu no me ves,tu no me ves, y es que tuu....

Go on my friend, go on.

 

 

Cuando la Bolsa Sona...

La verdad es que no recuerdo la primera vez que estuve en Barcelona, creo que era demasiado pequeña. Sin embargo mis primeros recuerdos de la ciudad Condal son bastante nítidos. Tendría 8 o 9 años, viajaba con mis padres y estuvimos una semana recorriendo cada rincón de la ciudad, escudriñando cada baldosa, cada recoveco. Ya entonces me hipnotizó hasta tal punto que cada uno de los momentos en los que la he vuelto a pisar han resultado muy especiales.

En aquella primera visita, desgasté mis bambas por el ‘Pueblo español’, el Museo de Cera, el Puerto (que aún no había sufrido el espectacular cambio que le llegó con la Olimpiadas), el Tibidabo, Montjuic…lugares de parada obligatoria para todos los turistas, supongo.

 

 

De ahí, mis recuerdos me transportan hasta un autobús de Aratesa. 17 años, creo recordar. Tres horas y media por delante para escapar al Museo de la Ciencia de Valencia, o eso se pensaban mis pobres padres. Pero no, de nuevo Barcelona me llamaba a gritos y yo allí que me marchaba a la más pura aventura. Cosas de adolescentes. “Benvinguts al Bon Dial”, cantaba la radio cuando el bus cruzó la Diagonal y a mi estaba a punto de darme un infarto. En aquella ocasión pude conocer la ciudad a través de los ojos de una jovencita, adiós a la niña. La ciudad a mis pies tras ese estupendo mirador junto al Castillo de Montjuic. Creo que esta era la canción que sonaba mientras llegábamos hasta allí.

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Un espectacular rompeolas en el que apuras el zumo de naranja del desayuno rodeado de mar, mariscada a la española en “EL Rey de la Gamba”, el Parque Well…

 

 

“¿Cómo puedes vivir junto a este increíble parque y no venir jamás?” No podía entenderlo.

 

Y en aquella ocasión no se si me enamoré más de la ciudad o de sus ‘siempre suyos’ habitantes. Cosas de adolescentes, supongo.

 

Algo más crecida, y ya completamente rendida a los encantos de Barna, regresé para disfrutar de su juerga nocturna en casa de una amiga. Vivía en la Plaza Tetuan, en una casona antigua, sin ascensor y con tantas escaleras que en la primera juerga que organizamos recuerdo ver a la gente bajar rondando a las 5 de la mañana. Pero como no solo de juergas vive el hombre, de aquella visita destaco mi descubrimiento de Fres&Co. Fue mi primera vez en ese paraíso de las ensaladas. Cuanta felicidad cuando años después pusieron dos en Zaragoza. Por aquel entonces me tomé una coca cola entre arbolillos en el “Jardín de las Ánimas” y descubrí que, por supuesto, la cuna de Custo se encontraba en las calles del Borne.

 

 

Y he seguido escudriñando esas calles en las que Gaudí hizo de las suyas. Dos navidades consecutivas con una de las mejores compañías del mundo –mis padres- y en un hotelazo que todavía me produce hipo al recordarlo.

 

 

Luces, lluvias, compras, vermú en el Xampanet y un trago de agua en Canaletas (Visca el Barça) porque había que asegurarse la vuelta. ¿Volveremos? Pues claro que si, en dos días allí estaremos para seguir escribiendo las páginas de mi historia catalana. 

 

QUIERO

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Quiero clavarme tu espina y sangrar sin medida,

quiero aspirar tu perfume y curar mis heridas,

quiero beber de tu néctar hasta el último día,

quiero tu rosa marchita, quiero la mitad de tu vida.