Un poco idiota
Parece que hoy empiezan a salir las palabras. Un día de silencio supongo que viene bien para afinar la garganta y atinar con nuevos argumentos.
“¿Cómo pudiste desaparecer cinco años?", me decía previo abrazo de esos que te dejan sin aire e invitan al repentino mareo.
Son cosas que pasan. Vamos, venimos, tornamos, pero al final siempre estamos.
Puedo escuchar tus ecos lejanos
pero no los entiendo.
Intento seguirte
pero vuelas demasiado rápido.
Cuantas veces te he sentido cerca de mí
y cuantas veces me has dejado sola.
Es tu indiferencia una llaga que sangra sin descanso
y cada gota de sangre llora por no tenerte.
La luna nos asalta de nuevo, lo lleva haciendo todo el verano y allí nos encuentra…Me pasas el brazo por los hombros y dices lo justo y necesario, no más. “¿Hermanas, no?”, dice todo el mundo. Pues no lo sé. No entiendo de lazos de sangre, quizá porque la vida no me dio la oportunidad. “Si, hermanas” (Siempre dejando claro que yo soy la pequeña. Lo sé, soy una cabrona…)
Se suceden escenas de todo tipo. Algunas las recordaremos, otras no merecerán la pena y otras las discutiremos durante años con café, puro y copa.
“Somos de verdad chato, puedes tocar y todo… ¡Eh! Pero cuida donde tocas, tampoco te pases de listo. Ya ves, hoy es tu día de suerte”, decía la mayor… Y aparece doña timidez, saca la espada y se libra una batalla en una trinchera con poca luz y mucha ginebra.
“La noche es traicionera”, decías. Si, si que lo es.
Y hoy, recordando las traiciones, Rafita me recuerda que “no pasa nada, mañana se me quita. Que esta noche yo es que estoy un poco idiota”.
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