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Baloncesto

Crónica de un ascenso anunciado

Estos días han pasado muchas cosas y casi todas buenas. La tiranía continúa en su sitio y los imbéciles también pero ni ellos han logrado impedir que vuelva a disfrutar trabajando.

Faltaban cinco minutos para que terminara el partido. Las gradas ya se habían convertido en una ola de alegría que rompía una y otra vez contra una cancha plagada de rojillos. Arriba en el marcador y el ascenso prácticamente consumado.

“No puede pasar hasta 3 minutos después de que el árbitro pite el final del partido”, me decía el segurata.

“Si señor, no se preocupe que nos quedamos en el túnel de vestuarios”… mentira cochina y de las gordas. En cuanto vislumbré un trocito de cancha empujé al cámara hacia la pista. “¡Graba, graba!”.

Fueron tres minutos en los que no pude apartar los ojos del público. A pie de campo veía sobre mi cabeza a 10.000 personas eufóricas, pletóricas, henchidas de felicidad. Se me escapó una enorme sonrisa, quizá de orgullo porque al fin y al cabo ese era mi equipo. El equipo al que he estado siguiendo alcachofa en mano toda la temporada.

El árbitro pitó el final y yo salté a la pista cual fierecilla indomable. Me sentí chiquitita entre los abrazos y lágrimas de los protagonistas. Durante unos instantes no dije nada, no quería romper la magia de aquel momento tan fugaz como emotivo. DP estaba en el suelo abrazado a su inseparable Elonu. Las moles caídas y bañadas en lágrimas. Edu buscó mi abrazo, quién nos iba a contar aquello hace 10 años, y yo busqué al capi. No sé si lloraba o reía, por un momento la imagen se había convertido en un enorme borrón rojo. “Estoy muy feliz de devolver al CAI al sitio que le corresponde”, decía Matías emocionado.

Ni Quinteros, ni Edu, ni Rivero, ni DP, ni Junyent, ni por supuesto mi entrañable Abós se escaparon a mi micro. Los perseguí hasta la extenuación. Quería que mi cámara dejara constancia de todo. Quién sabe si dentro de unos años algún ‘pobre’ redactor tendrá que rescatar de los archivos de ZTV estas imágenes.

 

Por si nadie rescata esas imágenes, aquí algunas curiosidades

 

Los seguimos hasta la plaza de España y allí yo cumplí mi promesa. Me llevé ese gorrito negro que tanto le gustaba al míster. “Lo volverás a ver cuando logres ascender al equipo”, le dije un día. Y ahí estaba yo gorrito en ristre rodeada de aquellas torres que saltaban, cantaban, chapoteaban en la fuente y tocaban (o mejor dicho) destrozaban un bombo.

Ayer me tocó asistir al último entrenamiento oficial de la temporada. Ya está todo el pescado vendido y los ‘chavales’ se dedicaban a hacer el ‘capullín’ tirando de medio campo. Me invadió entonces una tremenda nostalgia. Tonta nostalgia. Y es que todo ha terminado y a partir de ahora empieza otra historia que nadie sabe si será tan bonita como la de esta temporada. ‘Alguien’ me aseguraba que había sido un año duro en las entrañas del Club. Seguramente, pero para mí ha estado bien, muy bien. Veremos lo que nos depara la ACB.  

 

Un amor imposible

No recuerdo el día que decidí empezar a jugar a baloncesto, era demasiado pequeña. Seguramente la decisión la tomaron por mí. Seguramente no supe si aquello me gustaba o no hasta varios años después. Mis padres creían, con acierto, que la niña crecería mejor rodeada de deporte, balones, amigos de los que se hacen en las canchas. Por eso de chiquitilla juagaba a tenis, a baloncesto, entrenaba a natación y en invierno me apuntaban a cursillos de esquí.

Las primeras imágenes que me vienen a la cabeza con un balón de básquet  son en Compañía de María. Una niña pequeña, más bien bajita, con una coleta rubia a un lado atada con ese lazo de todo menos discreto. No me gustaba meterme en follones. Me daba la sensación de que el resto de las niñas eran más fuertes que yo, por eso cuando el árbitro pitaba eso de ‘lucha’ nunca me pillaba por el medio. Pero los años pasaron, la niña creció un poco, fue dejando uno a uno el resto de los deportes y se quedó con el baloncesto.

En Compañía entrenábamos tres días a la semana al aire libre. En invierno pasábamos mucho frío y en verano te puedes imaginar… El suelo era de gravilla y cada caída significaba un escorchón que duraba varias semanas. A los 13 o 14, me ficharon en el Casablanca y pasé del azul al verde. Fue por aquel entonces cuando hicieron el pabellón cubierto en Compañía, ¡a buenas horas!

Habían sido buenos tiempos para el baloncesto en Zaragoza. Cuantas mañanas nos dejamos la garganta en la Granja animando a las chicas del Banco Zaragozano y en un nuevísimo Príncipe Felipe animando al legendario CAI Zaragoza.

En el Casablanca comenzó una nueva etapa que dejó alguna amiga que hoy en día sigue dando guerra e incluso haciendo de celestina. Seguíamos entrenado al aire libre, pero pasamos de la gravilla al cemento. Ya no era la más bajita, pero ahí estaba la coleta rubia ladeada atada con una goma a juego con la raya de los calcetines. Ganamos ligas, trofeos y acumulamos un largo etcétera de buenos momentos. El CAI Zaragoza desapareció, por esos designios de la vida dejé el baloncesto y el Stadium decidió construir un pabellón cubierto, ¡a buenas horas!

Fueron los siguientes unos años alejada de las canchas. La niña ya no era tan niña, ya no llevaba coleta. Zaragoza ya no tenía equipo en ACB, tampoco el baloncesto femenino estaba demasiado boyante. Tan solo los buenos momentos con el Hispano C. Helios mitigaban un poco esa sensación de pérdida.

Por eso, hace 8 años, cuando salió adelante el nuevo proyecto del CAI Zaragoza fuimos muchos los que recuperamos un trocito de nuestra esencia. Por supuesto, me hice socia.

La primera temporada éramos Pin y Pon, el pack, y nuestros lazos con el CAI se estrecharon en la línea de… ‘juventud divino tesoro’. Los viernes eran día de partido, cena y copa (muchas veces con ellos). Y así fue durante varios años. Seguro que en aquella época nos dedicaban algún que otro triple. La furia rojilla me costó muchas lágrimas y me regaló también alegrías, la más grande, el día del ascenso.

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Ese día, había pasado ya de aficionada a periodista deportiva, lo que son las cosas. Para aquel entonces, había pasado de sentarme en la última fila a seguir los partidos desde las butacas de prensa. Fui a la fiesta de ascenso, quizá en memoria de la citada ‘juventud divino tesoro’. Pero la alegría duró 365 días, lo que le costó al CAI volver de nuevo a la LEB. Así que seguimos sufriendo, ahora entre las cámaras de televisión, encima del palco. Pero es muy posible que este viernes repitamos fiesta, repitamos lágrimas de alegría, repitamos ascenso. Porque mi historia con el baloncesto viene de largo y porque quedan muchas páginas todavía por escribir. Ahora tocan páginas de gloria. Las vacas flacas…mejor las dejamos para la economía, ¿o no?

 

 

Corazón rojillo

Dicen que una imagen vale más que mil palabras así que hoy la cosa va de imágenes dedicadas a todos los corazones rojillos del planeta.

Larga vida al CAI Zaragoza.

 

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Malos tiempos para la lírica...

Fue hace tres años, cuando yo todavía era química y una aficionada más que veía los partidos del CAI casi casi desde el techo –y es que mi localidad era de las baratas, 60 euros al año-. El CAI había realizado una campaña excelente, de las que te levantan del asiento para dejarte las manos aplaudiendo. Aquel 28 de mayo del 2006 se jugaba el ascenso en casa, en el quinto partido del play off y contra el Murcia. Fue de infarto. Nos fuimos a la prórroga, yo no quería mirar y hubiera sido mejor no hacerlo porque al final, 90-99 y otro año más en la LEB. Fue la primera y única vez que he llorado en un partido de baloncesto, prometí no volver a hacerlo, en realidad solo es deporte, ¿o no? Aquel día lloraba yo y lloraba Mati, que igual que ayer, se había dejado la piel en la pista –con 33 puntos-para nada.

Y parece que la maldición del Murcia nos persigue y nos tienen que aguar la fiesta en el momento más inoportuno. Ayer la historia era parecida, discernir entre ACB y LEB. De nuevo la moneda se tiró al aire y la cara cayó del lado murciano.

No lloré. Ya no estaba en mi antigua localidad colgada del techo. Ahora casi nunca puedo ver los partidos porque estoy siempre trabajando y me tocó ser testigo de la quema desde la redacción de Heraldo. Pero si me quedó un amargo sabor de boca que, un día después, no he conseguido quitarme. Nadie me baja del burro cuando digo que las decisiones arbitrales nos arrancaron de cuajo un sueño del que no merecíamos despertar. Y me refiero a la afición, porque los jugadores quizá sí se han ganado a pulso esta sentencia de muerte.

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La falta en ataque que ayer pitaron a Quinteros con el electrónico empatado y a falta de 14 segundos para el final ya forma parte de las grandes tragedias del CAI Zaragoza. Es cierto que una temporada no se puede resumir en una jugada, por muy sangrante que sea. Han sido muchos partidos y muchas cagadas que reunidas en un todo han llevado a este club a la hecatombe. Ahora es tiempo de dimisiones y de reflexiones. Como buena periodista, me hubiera gustado estar en el Felipe para vivir lo que allí se vivió. Hay momentos que hacen poso en tu memoria y creo que el de ayer responde a uno de ellos. Me han hablado de la desolación de los jugadores, de la rabia del público, de la impotencia del jefe de prensa…Una verdadera pena. Solo queda volver a gritar a mandíbula batiente aquello de ‘este año si’.

Larga vida a la afición rojilla.

 

Fue bonito mientras duró...

MATÍAS LESCANO RECUPERA EL TIMÓN

El Capitán



LA AFICIÓN ROJILLA DEL CAI

Un pequeño reconocimiento a cinco años de fidelidad

ENTREVISTA A PAOLO QUINTEROS

Esta es la entrevsita que más me ha costado conseguir en toda mi vida, pero ahí está. El "pibe" estaba concentrado con la selección de Argentina pero se le pudieron sacar unas palabritas.
Felicidades a la afición rojilla porque esto promete.



Paolo Quinteros: "Me gustaría ganarme a la afición del CAI"

La nueva estrella del CAI Zaragoza, concentrada con la selección de Argentina, habla de sus ilusiones y sus objetivos con el equipo rojillo.

Paolo Quinteros fue causa directa del naufragio del CAI Zaragoza la pasada temporada. Su prodigiosa muñeca privó al conjunto zaragozano del ansiado ascenso a la categoría de oro del baloncesto Español. Ahora, Quinteros se sube al barco caísta con el firme propósito de navegar con el equipo rumbo a la ACB.

PREGUNTA- Sorprende que haya renunciado a un proyecto de ACB y haya firmado con el CAI para continuar en la LEB.

RESPUESTA- En ACB las cosas no salieron, apareció la oportunidad de jugar en Zaragoza y la acepté. El proyecto del CAI me pareció interesante y muy ambicioso, y ahora solo pienso en ayudar al CAI para lograr el asalto a la ACB.

P.- Usted protagonizó momentos de conflicto en el Príncipe Felipe durante los "play off", ¿cómo cree que le va a recibir la afición?.

R.- Yo jamás hice ninguna provocación al público. Lo que ocurre, es que todos queremos ganar y en los momentos de tensión hay cosas que pueden malinterpretarse. Lo pasado, pasado está. Ahora me toca demostrar en la pista mi valía y ganarme el respeto y el cariño de la afición.

P.- Va a compartir vestuario con otros dos argentinos, Victoriano y Lescano.

R.- Nunca he jugado con ellos, pero qué duda cabe de que me voy a sentir muy a gusto. Tenerlos a los dos en el equipo va a estar muy bien.

P.- Y Curro Segura, ¿qué opinión tiene de él?.

R.- Solo lo conozco como rival pero creo que es un gran entrenador. Me apetece ponerme a sus órdenes y formar parte de su proyecto.

P.- ¿Cuál es su principal objetivo con el CAI a corto plazo? .

R.- Lo primero que tenemos que hacer es clasificarnos para la Copa Príncipe. Y luego, será muy importante tener un buen arranque y conseguir muchas victorias consecutivas desde el principio. Este año, el primero de la liga regular tiene pase directo a la ACB. Por eso va a ser muy importante hacer las cosas bien desde el primer momento.

P.- ¿Cree que el hecho de no poder hacer la pretemporada con el equipo le va a perjudicar de alguna manera?.

R.- No lo creo. Estoy entrenando muy bien con la selección Argentina. Ahora mismo me encuentro al cien por cien y seguro que no tendré ningún problema para adaptarme al ritmo de mis compañeros en cuanto llegue a Zaragoza.

P.- El CAI lleva cinco campañas intentando, sin éxito, el ascenso. ¿Cree que esta circunstancia ha podido desgastar al equipo? .

R.- Yo ya he vivido esto con el León. La situación era muy parecida y se logró ascender. El desgaste se suple con trabajo y sacrificio. Al CAI le ha faltado suerte, pero este año está en el camino adecuado para conseguir su objetivo. Ya he vivido un ascenso y ahora quiero repetir experiencia con el CAI.

P.- ¿Qué significa el tatuaje de Jordan que lleva en el brazo?.

R.- Desde pequeño he coleccionado vídeos de Michael Jordan y he estudiado su juego. Es mi inspiración. Siempre ha sido y será mi ídolo y mi motivación.

P.- ¿Le gustaría mandar algún mensaje a la afición rojilla?.

R.- Que no soy ningún salvador, pero prometo trabajo, sacrificio y entrega. Me gustaría transmitir también un mensaje de tranquilidad. Este año las posibilidades de ascender de este equipo son muy grandes, y yo voy a trabajar todo lo que pueda en este sentido.