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Malos tiempos para la lírica...

Fue hace tres años, cuando yo todavía era química y una aficionada más que veía los partidos del CAI casi casi desde el techo –y es que mi localidad era de las baratas, 60 euros al año-. El CAI había realizado una campaña excelente, de las que te levantan del asiento para dejarte las manos aplaudiendo. Aquel 28 de mayo del 2006 se jugaba el ascenso en casa, en el quinto partido del play off y contra el Murcia. Fue de infarto. Nos fuimos a la prórroga, yo no quería mirar y hubiera sido mejor no hacerlo porque al final, 90-99 y otro año más en la LEB. Fue la primera y única vez que he llorado en un partido de baloncesto, prometí no volver a hacerlo, en realidad solo es deporte, ¿o no? Aquel día lloraba yo y lloraba Mati, que igual que ayer, se había dejado la piel en la pista –con 33 puntos-para nada.

Y parece que la maldición del Murcia nos persigue y nos tienen que aguar la fiesta en el momento más inoportuno. Ayer la historia era parecida, discernir entre ACB y LEB. De nuevo la moneda se tiró al aire y la cara cayó del lado murciano.

No lloré. Ya no estaba en mi antigua localidad colgada del techo. Ahora casi nunca puedo ver los partidos porque estoy siempre trabajando y me tocó ser testigo de la quema desde la redacción de Heraldo. Pero si me quedó un amargo sabor de boca que, un día después, no he conseguido quitarme. Nadie me baja del burro cuando digo que las decisiones arbitrales nos arrancaron de cuajo un sueño del que no merecíamos despertar. Y me refiero a la afición, porque los jugadores quizá sí se han ganado a pulso esta sentencia de muerte.

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La falta en ataque que ayer pitaron a Quinteros con el electrónico empatado y a falta de 14 segundos para el final ya forma parte de las grandes tragedias del CAI Zaragoza. Es cierto que una temporada no se puede resumir en una jugada, por muy sangrante que sea. Han sido muchos partidos y muchas cagadas que reunidas en un todo han llevado a este club a la hecatombe. Ahora es tiempo de dimisiones y de reflexiones. Como buena periodista, me hubiera gustado estar en el Felipe para vivir lo que allí se vivió. Hay momentos que hacen poso en tu memoria y creo que el de ayer responde a uno de ellos. Me han hablado de la desolación de los jugadores, de la rabia del público, de la impotencia del jefe de prensa…Una verdadera pena. Solo queda volver a gritar a mandíbula batiente aquello de ‘este año si’.

Larga vida a la afición rojilla.

 

Fue bonito mientras duró...

2 comentarios

smi -

Me gustan esos negros con corazon "rojillo".
Volveremos pronto

Faro -

Volveremos (Un negro con corazón rojillo)