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Dragones y mazmorras

Hoy he decidido convertirme en la princesa de Silca. Bien es cierto que no he hallado caballero que me salve del dragón, pero todo se andará. Y es que celebramos el día de los dragones y las mazmorras. San Jorge se lanza a la calle espada en mano para salvarnos a todos de la crisis económica. Por lo menos eso parece, porque los bares esta mañana estaban totalmente repletos de gente llenando el buche y gastando calderilla en el paseo Independencia.

Quizá estamos exprimiendo los últimos remanentes antes de que el cataclismo nos deje en calzoncillos. En España somos así y me parece bien.

“Estoy deliciosamente atareada”, me ha dicho Magdalena Lasala entre firma y firma. Ahí la he encontrado, bajo el cartel de la “Librería central” firmando ejemplares de su última novela junto a Labordeta. Tal y como le prometí, he llevado el libro que me regaló y me ha dejado su esencia en la segunda página. “Para mi amiga Adriana”, ha puesto. Y ya solo con eso el sol ha salido en esta mañana marcada por una profunda resaca.

Si mis sinsabores van a servir para hacer amigas como ella… pues lo tengo claro, seguiré padeciendo por oficio y con beneficio.

 

Parece que es de obligado cumplimiento hablar de libros y de claveles. Empezaré por los libros. Esta semana mi encuesta de calle telematona andaba por estos derroteros. “¿Qué ejemplar recomienda comprar en el día del libro?”. Respuestas de todos los colores y para todos los gustos aderezadas, como no, con el toque del friki de turno que casi casi me deja sin palabras. Y el premio se ha ido para esa señora que me ha tocado la fibra sensible y ha mentado mi libro preferido: “Lo que el viento se llevó”, de Margaret Mitchell.

 

Era una mujercita de ojos azules, simpática y modesta, que solía decir: "Sé lo que es trabajar bien y entiendo de libros: el mío no me parece bueno"

Manda narices….¿entonces el pulitzer?

 

Con ella aprendí los secretos de la guerra de secesión. Con ella descubrí que un amor obstinado puede destrozarte la vida y con ella entendí que un éxito tan arrollador puede anularte los sentidos. Fue su único libro. Tuvo tanta repercusión que supongo que no hubo agallas para probar suerte de nuevo.

Después de todo, mañana será otro día”, es una de sus frases más emblemáticas. Precisamente así terminé cientos de páginas cuando todavía escribía como los antiguos mortales, es decir, con lápiz y papel. Y es que es cierto, cuando hoy no queda nada, siempre hay un mañana cargado de esperanza.

 

Alexandra Ripley si tuvo la osadía de hacer una segunda parte, pero solo logró hacer un folletín de la historia mejor contada de todos los tiempos. (Y no me refiero a la Biblia…). Ya se sabe, segundas partes casi nunca fueron buenas.

 

Y para hablar de claveles, mejor me paso a los rosales del parque, que es el mejor lugar para disfrutar de los dragones y mazmorras de un San Jorge cualquiera. Por lo tanto, basta de encierro y vamos a luchar con Primo de Rivera.

 

 

1 comentario

Smi -

Bonita la mañana, paseito y vermucito, disfrutaremos de lo poquito, miraremos con optimismo y olvidaremos esas cosas que nos quieren hacer amargo el dia,
Un beso