Te vendo un corazón...
Venga, vamos, hoy es San Valentín. Por cientos, por miles o por millones se pueden contar todos aquellos que van a pasar del día entero columpiándose entre corazones, como en un baile de ilusiones. Los hay grandes, pequeños, más o menos horteras…el caso es que los hay por todas partes. Corazones que decoran escaparates, ilustraciones… Corazones que han escapado de algún baúl de los recuerdos. Y es que, cuántos son los que entierran su corazón en lo más recóndito de la memoria y un 14 de febrero cualquiera lo rescatan para hacer el paripé. Cuántos los que ni sienten ni padecen, pero saben fingir estupendamente.
Precisamente hoy, es el día del teatro callejero. Esos actores de la vida y del amor hoy tienen una oportunidad para representar el papel del mes y, si te descuidas, el papelón del año. Y no te engañes, éstos no están sobre las tablas de un teatro, los tienes a tu lado. Dejan que la vida pase. No aman. No sufren. Desde luego su existencia no es precisamente una montaña rusa. Pero llega San Valentín y, por supuesto, cumplen con lo que mandan los cánones. Lo peor, que si no eres un poco inteligente te crees su farsa.
Con esto no quiero destrozar a machetazos las ilusiones de aquellos que todavía creen en príncipes y princesas.
Con esto no quiero decir que no haya historias verdaderas dignas de desencadenar ríos de tinta. Con esto no quiero ser abanderada del desamor o inducir a una dolorosa incredulidad. Todo es posible. Pero quizá, estas historias hoy no estén celebrando el día de San Valentín, seguramente no lo necesiten. Porque sus protagonistas no son burdos actores, sus protagonistas estarán subidos en la montaña rusa de la vida preocupados por no perder el rumbo.
Yo hoy me conformo con estar subida en esa montaña rusa. Sufres, amas, ríes… pero lo más importante, sientes cada uno de los segundos en los que te deslizas a cien por hora por sus siempre tortuosos raíles.
Feliz día de San Valentín.
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