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Hoy sería mejor...no echar tanto de menos

Hoy sería mejor tener la cabeza hueca como una calabaza, que con ideas. Hoy sería mejor  ser un camello jorobado, que una persona con un mínimo de inteligencia. Hoy sería mejor haber seguido durmiendo, haber mandado  el despertador a la mismísima mierda  y haber olvidado que tenía 24 horas por delante. Hoy se cumple mi noveno día seguido trabajando y creo que mi cuerpo y mi mente gritan basta sin remedio.  Me duele la pierna y me duele ese nudo que a veces se te forma en la garganta cuando quieres reventar y no puedes.

Hace tiempo alguien me dijo
cual era el mejor remedio
cuando sin motivo alguno
se te iba el mundo al suelo

Y si quieres yo te explico
en que consiste el misterio
que no hay cielo, mar ni tierra
que la vida es un sueño

Hoy se había esfumado esa sonrisa matutina que un día inspiró la pluma de mi querido Paquito. Hoy hubiera pagado por ser invisible pero nadie me ha vendido esa suerte.

Estos días he retrocedido en el tiempo y he suturado mis heridas con el fino hilo del pasado. He vuelto a mi antigua habitación con mis fotos, mis muñecos, mis libros –todos han pasado por mis manos, algunos varias veces, pero no me canso de acariciar sus tapas-.  Por primera vez desde hace tiempo he recuperado esa sensación de hogar, la que te dan los colores y olores de sobra conocidos. Objetos que han dado forma a mi pasado. Y me doy cuenta de que a mi actual habitación le falta alma, o quizá sea yo la que la perdí por el camino, tan preocupada por perseguir un sueño y sobrevivir al mismo tiempo.

Estos días, rodeada de lo que fue mi vida durante muchos muchos años, me he dado cuenta de que echo de menos sentarme en el sofá a ver esa serie que un día me enganchó. Que echo de menos esas noches de plácida lectura, plácida porque mis preocupaciones habían quedado enterradas en alguna alcantarilla callejera.

Hubo tiempos en los que leer más de mil páginas era una agradable rutina

(Hubo tiempos en los que leer más de mil páginas era una agradable rutina)

Que echo de menos la sensación de viernes, la de saberse libre durante dos días y tres noches. Incluso tengo morriña de aquellos domingos por la tarde en los que maldices tu suerte porque tu felicidad cumple su fecha de caducidad. Echo de menos muchas cosas y la balanza empieza a oscilar peligrosamente hacia el lado equivocado.

Y a cambio, ¿el qué? Un escenario, muchos ojos escrutando cada uno de tus movimientos. Una enhorabuena, una foto, dos besos y alguna palmadita en la espalda. Un reportaje, dos broncas. Un artículo y la satisfacción de haber escrito sobre algo con lo que un día soñaste en voz alta.

Hoy los brazos ya no están en alto, descansan sobre mis costados, cansados, hartos y confundidos. Un día crees en esa oda a los combatientes y al siguiente reniegas de combatir.

Hoy me puede el agotamiento, pero supongo que mañana no me quedará otra que seguir aquí. Seguir echando de menos las que fueron mis series de culto, mis viejos libros, mis viernes o mis tardes de domingo.

 Al menos, entre tanta confusión, siempre habrá una Quilmes esperando sobre la barra y alguien dispuesto a sonreír a tu lado y compartir ¿el tiempo libre?

2 comentarios

smi -

voy a dejar de leer, me duele el alma de ver tanta tristeza.Has luchado tanto y tanto como muy poquitos y esa tristeza tuya me rompe el alma

Soni -

Hay días en los que salir de la cama es un horror. Pero tienes que pensar que el sol sale todos los días y que tienes que hacer lo posible por ser feliz. Si hoy es un mal día, seguro que mañana será mejor porque ya sabes que la suerte cambia.