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Un poco idiota

Parece que hoy empiezan a salir las palabras. Un día de silencio supongo que viene bien para afinar la garganta y atinar con nuevos argumentos.

“¿Cómo pudiste desaparecer cinco años?", me decía previo abrazo de esos que te dejan sin aire e invitan al repentino mareo.

Son cosas que pasan. Vamos, venimos, tornamos, pero al final siempre estamos.

 

Puedo escuchar tus ecos lejanos

pero no los entiendo.

Intento seguirte

pero vuelas demasiado rápido.

Cuantas veces te he sentido cerca de mí

y cuantas veces me has dejado sola.

Es tu indiferencia una llaga que sangra sin descanso

y cada gota de sangre llora por no tenerte.

 

La luna nos asalta de nuevo, lo lleva haciendo todo el verano y allí nos encuentra…Me pasas el brazo por los hombros y dices lo justo y necesario, no más. “¿Hermanas, no?”, dice todo el mundo. Pues no lo sé. No entiendo de lazos de sangre, quizá porque la vida no me dio la oportunidad. “Si, hermanas” (Siempre dejando claro que yo soy la pequeña. Lo sé, soy una cabrona…)

 

Se suceden escenas de todo tipo. Algunas las recordaremos, otras no merecerán la pena y otras las discutiremos durante años con café, puro y copa.

“Somos de verdad chato, puedes tocar y todo… ¡Eh! Pero cuida donde tocas, tampoco te pases de listo. Ya ves, hoy es tu día de suerte”, decía la mayor Y aparece doña timidez, saca la espada y se libra una batalla en una trinchera con poca luz y mucha ginebra.

“La noche es traicionera”, decías. Si, si que lo es.

 

Y hoy, recordando las traiciones, Rafita me recuerda que “no pasa nada, mañana se me quita.  Que esta noche yo es que estoy un poco idiota”.  

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Hay días en los que uno simplemente no sabe que decir

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Una de mocos

Esta es la semana de los niños. Royos, renegridos, con mocos, sin velas en la nariz….de todos los tipos y colores. La señorita doble M se ha tomado unas vacaciones ‘forzosas’ y ahí me he quedado yo con el encargo de sacar niños hasta de debajo de las piedras.

Una piedra, un niño, una piedra, un niño… y si te topas con una roca, mete la cola entre las piernas y sal corriendo porque sale un arsenal de pequeñas personitas que pueden descolocar  mi ya de por si descolocada cabecita.

Solo llevo tres días en este interesantísimo experimento y ya puedo asegurar que la experiencia es intensa.

 

Vamos a dejar volar la imaginación… Una piscina llena de bolas de colores, dos toboganes, cienes y cienes de niños, un cámara resignado y una reportera que no pierde la sonrisa pero teme que se la vayan a comer con patatas de un momento a otro. Y a la dulce Laverne no se le ocurre mejor cosa que hacer la entradilla del repor retozando entre las bolas tras caer aparatosamente de un tobogán no diseñado para treintañeras (precisamente). Aunque la despedida fue mucho mejor.

“Ahora preparáis las bolas y al grito de ‘YA’ se las lanzáis a la cabeza al chico que lleva la cámara”. No voy a ser yo la única sufridora…

Y después de una hora de lucha cuerpo a cuerpo con las bolas y los ‘boludos’ yo quiero marcharme, pero una nena encantadora se me agarra a la pierna, quiere venirse a vivir conmigo.

 

“Señora –a la madre- yo ya tengo un conejo y me da mucha guerra. Creo que una niña en casa no sería buena idea. Entiéndalo, son 40 metros con balcón y todo, no me cabe…”. La señora me mira condescendiente. “Está bien, buscaremos otra reportera incauta”, parece que me dicen sus ojos recelosos.

Esos sí, me marcho con dos peluches que ya han pasado a engrosar la enorme montaña de porquería que inunda mi agradable estancia en la tele.

 

Pero las horas pasan y el despertador –cretino- suena de nuevo.

“Dios, hoy tocan dos de niños seguidos”. Así que arrastrando los pies, por una vez Laverne no da saltitos, cruzo el parque y llego hasta el hogar, dulce hogar…  

Allí se produce el reparto de funciones. Una rubia al ayuntamiento, los batangos a cubrir deportes –por eso de hacer la competencia, con sus músculos excepcionalmente desarrollados, a los nuevos fichajes del CAI, que para eso uno es batango-, una descoyuntada a los incendios “y tu Adriana tienes tus niños”. Sonrisita y al fregao. Calavera suda, eso que todavía no hemos salido a la calle -40 grados-

“Tía, pase lo del helicóptero, lo de las piraguas… pero, ¿dos seguidos de niños? Vamos a morir”

Pero afortunadamente sobrevivimos.

 

“-Hola guapo, ¿me vas a contar que estáis haciendo?-

-No-

-¿Qué?-

-¿Que no?-

-¿Pero, por qué?-

El niño me mira con suficiencia

-Porque no me da la gana-“

 

Empezamos bien. Ahora ya no son ricos ni cuando no levantan medio metro del suelo.

Lo siguiente que recuerdo son 20 críos con ganas de venganza apuntándome con dos docenas de globos de agua y una manguera a presión. Y la reportera sale corriendo como si le hubiesen metido un enchufe por sálvese la parte.

 

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Calavera ha adquirido el color de los tomates maduros y la pitufina ha pasado del azul al verde en menos que canta un gallo.

“¡Taxi, taxi!!!!! A casa. ¡Ay, no! Perdone, no, a la tele, que para el caso…”

Y así se va superando el día a día. Con más pena que gloria. O mejor, con más gloria que otra cosa. ¿No decían que la buena esencia en frasco pequeño? Pues embriagada estoy de enanos, enanitos y enaneces.

Adrinieves y los 700 angelitos, pasaron a llamarla.

Divino tesoro

Llegas y me preguntas qué tal estoy. Ya ves que no me he movido, que sigo aquí, en la misma ciudad, en el mismo lugar, esperando que el viento cambie de tercio, o quizá confiando en que no lo haga. Como dice la canción, no quise desaparecer para ponértelo fácil. Para que me encontraras cuando tus corrientes te trajeran de nuevo por aquí.

Y entonces me sonríes y veo tu mano siempre abierta, siempre dispuesta a todo. Y entonces te sonrío y me doy cuenta de que nunca te has ido, que siempre vas a estar ahí.

Suena el despertador, abro los ojos y vuelvo a sonreír. Han desaparecido las pesadillas. Esas que me han tenido con la luz de la mesilla en guardia y con el libro de bolsillo siempre abierto por la página adecuada. Gracias Stieg por haberme acompañado.

Ha llegado el momento de ponerse de nuevo el traje de faena y de hacerlo bien (no se muy bien el qué, pero lo que sea, hacerlo bien). Con la tranquilidad de que también vas estar ahí para compartir los triunfos y las buenas noticias.

Un buen día algo hace ‘clic’ y todo cambia, solo se trata de saber aprovechar el ‘chance’. Allá vamos.

 

PD. Gracias loca por tener siempre la espada en alto cerquita de mí. Esto va por tí...

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¿Vuelta de tuerca al mito?

Sexys, provocativas y divertidas, es la esencia de las pin-ups. Sugerir en lugar de enseñar, elevar el lado femenino hasta la máxima potencia…quizá es lo que siempre me llamó la atención de este movimiento revolucionario que marcó tendencia en los años 40 y 50. Hoy he abierto la revista de los viernes que acompaña al, siempre omnipresente en casa, Heraldo de Aragón y allí estaba ese reportaje que se aventuraba a elegir a las pin-ups del siglo XXI. “Vuelta de tuerca al mito de las pin-ups” versaba en uno de los titulares.

Casi me trago el palo del ‘Mágnum Placer extremo’ cuando he descubierto a Amy Winehouse entre las elegidas. No es que tenga nada en contra de la señorita tatuada (de hecho me resulta hasta entrañable esa decadencia que emana de cada uno de los contaminados poros de su piel… ¿Se inspiraría en ella Stieg Larsson para crear a la indomable Salander? Siempre me quedará la duda…), pero desde luego no le encuentro ningún glamour tipo burbuja Freixenet.  

De hecho, creo que en los tiempos que corren en los que ya nadie sugiere –total, para qué sugerir si ya está todo visto- y en los que inocencia es mera utopía, poco espacio queda para una pin up de pro.

El artículo también menciona a Katy Perry. Mira por donde que ésta si me convence. Californiana, hija de pastores evangélicos y con la música gospel como banda sonora de su infancia, esta chica me arranca siempre una sonrisa cuando veo sus ¿picantes? vídeo clips. Por su puesto no es Betty Page pero ni falta que le hace.

Mis ex compañeras de piso seguro que siguen teniendo pesadillas con una de sus canciones. ¿Cuántas veces escuché (yo escuché y ellas escucharon claro, no me gusta la música bajita) el caliente y frío? ¿Mil? ¿Dos mil?

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La publicación compara a Katy con la también pretendiente a pin up Lily Allen. Dicen que es su réplica británica.   

Bueno, vamos a decir eso de que todas las comparaciones son odiosas…

Yo me sigo quedando con las pin up de los 50, yo sigo apostando por Page y sus secuaces. Eso sí, dejo a Katy un hueco en mi corazoncito por esos grandes momentos que tenemos en este siglo XXI.

Por cierto, es viernes tarde y no estoy currando… algunas cosas ya empiezan a cambiar. Sin embargo, sigo sentada frente a mi ordenador escribiendo. Supongo que hay otras cosas irreversibles.

Orgullo y cansancio

La primera vez que las puertas del ascensor se abrieron en la tercera planta estaba algo aterrorizada. El jefe de deportes me esperaba para hacerme una entrevista, la primera oportunidad para trabajar en periodismo. Todo salió bien y el viernes siguiente las puertas del ascensor volvían a abrirse. Esta vez tenía que buscar un lugar para sentarme y comenzar a trabajar.

Unas diez miradas se depositaron inquietas sobre mi persona. Todo hombres. “Bienvenida a la jungla”, pensé…Aquel primer día me tocó hacer la contraportada del cuadernillo de deportes. Casi me temblaban los dedos cuando me puse manos a la obra. “De La Rosa pierde el volante”, titulé. La mañana siguiente, cuando mi padre trajo el periódico y vi el titular en la página 8, estaba terriblemente orgullosa.

Poco a poco fueron llegando las oportunidades.

“¿Me puedes enseñar algún relato tuyo para ver como escribes?”, me dijo el jefe. Le enseñé un texto sobre inmigración del que no estaba especialmente orgullosa pero bueno, había poco más. Y así, me convertí en la pluma de los jueves para ‘fabricar’ las páginas de nieve. Qué ironía, comenzar a escribir estas páginas y dejar de tener tiempo para subir a esquiar fue todo uno…Hasta tres temporadas he estado hablando del manto blanco.

Difícilmente podría olvidar la primera vez que mi nombre apareció en el espacio reservado para la FIRMA. A.A.G. Era una pequeñísima crónica que versaba sobre los partidos de baloncesto que durante el fin de semana se disputaban en Liga EBA y Liga Femenina. Me hizo tanta ilusión que recorté el artículo y aun hoy lo guardo con infinito cariño.

Entre todos los deportes, mi corazón vuela especialmente con el baloncesto. Escribir sobre el CAI Zaragoza en un periódico de tirada era mucho más de lo que me había atrevido a soñar. Por eso, cuando en mi segundo verano trabajando de redactora me dejaron cubrir la pretemporada, yo daba palmas con las orejas. Fue entonces cuando hice una de las entrevistas de las que más orgullosa me siento, más que nada por lo muchísimo que me costó conseguirla. La primera entrevista que se hizo a Paolo Quinteros en Zaragoza tras conocerse su fichaje.

En ocasiones me dejaron ir al Felipe a hacer vestuarios o las crónicas de ambiente. Y muchos fueron mis viajes al Siglo XXI para acompañar a las chicas del Mann Filter. Al final, les coges hasta cariño…

En estos tres años podría decir sin exagerar demasiado que he hecho un  verdadero máster deportivo. La suerte ha querido que escriba de temas de los que poco, o nada, sabía. Ídolos del mundo del tenis, de pádel, de ajedrez… ¿Quién me iba a decir que estaría sentada en los orejeros del Boston con Ferrer, Bruguera… o que entrevistaría al mísmísimo Nadal? O que conocería al pececillo más apuesto de los mares de sur (y del norte, del este y el oeste...).

Aquel día muchas más mujeres compraron el periódico...

Y tantas y tantas historias por las que solo he tenido que pagar un precio: cero tiempo libre, ni un fin de semana de descanso.

Cada viernes, la misma historia. A buscar un ordenador en el que no haya nadie –nunca llegué a tener sitio propio- y comienza la aventura. Cansancio pero mucho orgullo es lo que hoy me queda. Orgullo porque he podido contar a mucha gente trocitos de vida desde mi punto de vista. Orgullo porque hay letras que pasarán a la historia, por lo menos en los corazones de algunas personas. Orgullo porque he luchado como una jabata y porque he aprendido mucho en poco tiempo.

Queda muy poco para que las puertas del ascensor se abran por última vez en la tercera planta. Solo me queda decir, gracias.

'Nunca digas nunca'

Año nuevo, vida nueva como se suele decir. Aunque si los astros no se equivocan estamos algo lejos del ocaso de este –cuanto menos- ‘escabroso’ 2009. Pero al cuerno con los astros. En este caluroso agosto (según Maldonado y sus secuaces el más caluroso en mis 30 años de vida), año nuevo, vida nueva.

A pesar de que hoy sarnosito ha vuelto a ladrar –gracias a dios, pensé que quizá habría pasado a mejor vida-, tu bici roja ha vuelto a asaltarme a las 9 de la mañana y bizcochito ha vuelto a derramar el bidón de agua –bicho tonto-, hay vida nueva. La rutina sigue girando pero mi espíritu dice que entramos en ¿otra era? ¿2009 bis, quizá? Quizá.

Pensé que nunca lo haría pero ya tengo la tarjeta, con foto incluida. Esa foto con cara de ‘¡dios, que hago aquí!’ Este finde vuelvo a dar la bienvenida a mi vida a eso llamado ¿deporte? Esos monstruos metálicos capaces de exprimir hasta tu último hálito de vida. Esas salas de tortura que al final, en su día, me acabaron gustando. Hay que soltar malas vibraciones y antes de lamentar algún ojo morado, nos pegaremos con la elíptica…

Y es que voy, por fin, a disfrutar de ese preciado bien llamado tiempo libre, ya casi olvidado por mi maltrecha cabecita. Insisto, pensé que nunca lo haría, pero un día de sol bien vale perder una guerra. Al menos, por ahora. Seguiremos soñando, pero a otro ritmo. Buscaremos la cadencia de una nana, aquella con la que dormí tantas noches y que ahora me ayudará a relajar tensiones.

Cuando creces, te das cuenta de que tu camino se fabrica a base de tomar decisiones. Claro que puedes ser un vago, y tirarte a la bartola esperando que la vida tome las decisiones por ti –eso ocurre- allá tú…

“¿Veo otra vez Sensación de Vivir en FDF, la enésima repetición de Siete Vidas en la NOVA o apago la tele y la mando al cuerno?”. Y es que cada vez nos lo ponen más difícil. Antes era sí o no, blanco o negro. Ahora la amplia gama de grises puede llegar a marearte y a anularte los sentidos.

Yo este verano quizá haya tomado y tome algunas de las más importantes –hasta que el futuro las deje a la altura del betún, claro- Bienvenido sea. “Nunca pensé que lo haría”. Nunca digas, nunca.  

A dentelladas

Lo he vuelto a hacer. Otra vez, como cada una de las ocasiones en las que invado tu espacio vital. Me he acercado a ti y he bebido de tu elixir mágico de manera que no sé si me he convertido en una barcelonesa, tal y como cuenta la historia. Lo que está claro es que volveré.

Agridulce sabor tras sentirme libre bajo tu cielo bañado en el horizonte por un mediterráneo que siempre me recibe cual princesa de cuento. “Buenos días princesa”, deberías decirme cada mañana. Te echaré de menos.

El caso es que la rueda gira y gira y parece que ya ha dado una vuelta completa de campana. Sus afilados dientes han mordido sin remedio casi la totalidad de mis vacaciones. Otra vez al punto de partida, ¿con las pilas cargadas? No, no demasiado. Todavía no he digerido mis últimos empachos de sensaciones, caras nuevas, aires menos contaminados… e inevitablemente ya hay que empezar a pensar en esa rutina tremebunda que comienza a llamar al timbre. Aun me estoy pensado si te voy a dejar entrar...

8.15 suena el despertador. Galletas. Ducha. "Si, este bolso pega..." y a la calle Alfonso. "Qué gusto que sea peatonal. Así no puede atropellarme nadie. Voy dormida"

8.55 "¿Eso que ha estado a punto de pasarme por encima era una bicicleta? Claro, el chico de siempre,con la bici de siempre recién extraída de plaza España... Voy dormida"

9.05 Estoy en la parada del 33. Voy a andando o en bus... "Hace mucho frío/calor, mejor espero al bus. Estoy dormida".

9.25 Bajo del 33 y paso por la puerta de "La playa". Saludo al Iñaqui. Sigo dormida pero sonrío.

9.30 Por los pelos (juraría que antes siempre llegaba con tiempo, será que ya no estoy por el proyecto...). Veo varias caras que me producen reacciones gástricas adversas, veo otras que me vuelven a hacer sonreir, menos mal...

Tan solo me consuela que a veces la rutina te sorprende y te deja píldoras que ponen color a tu vida; por ejemplo “los lunes al sol”. Nunca se sabe dónde vas a encontrar los pinceles que visten de pasteles ese gris que nos pisa los talones.

“Carpe diem” es el lema, ¿no? En eso hemos estado pero ¿y ahora qué? Va a ser complicado seguir en la línea con tanto abejorro molesto y toca pelotas revoloteando. Se hará lo que se pueda. Al menos ahora llevo un potente ‘matabichos’ siempre a mano en el bolso…

Uuuu.....como pica recordarte...
Uuuu.....que delgado me dejaste...
Y es que tu no me ves, y es que tu no me ves,tu no me ves, y es que tuu....

Go on my friend, go on.

 

 

Cuando la Bolsa Sona...

La verdad es que no recuerdo la primera vez que estuve en Barcelona, creo que era demasiado pequeña. Sin embargo mis primeros recuerdos de la ciudad Condal son bastante nítidos. Tendría 8 o 9 años, viajaba con mis padres y estuvimos una semana recorriendo cada rincón de la ciudad, escudriñando cada baldosa, cada recoveco. Ya entonces me hipnotizó hasta tal punto que cada uno de los momentos en los que la he vuelto a pisar han resultado muy especiales.

En aquella primera visita, desgasté mis bambas por el ‘Pueblo español’, el Museo de Cera, el Puerto (que aún no había sufrido el espectacular cambio que le llegó con la Olimpiadas), el Tibidabo, Montjuic…lugares de parada obligatoria para todos los turistas, supongo.

 

 

De ahí, mis recuerdos me transportan hasta un autobús de Aratesa. 17 años, creo recordar. Tres horas y media por delante para escapar al Museo de la Ciencia de Valencia, o eso se pensaban mis pobres padres. Pero no, de nuevo Barcelona me llamaba a gritos y yo allí que me marchaba a la más pura aventura. Cosas de adolescentes. “Benvinguts al Bon Dial”, cantaba la radio cuando el bus cruzó la Diagonal y a mi estaba a punto de darme un infarto. En aquella ocasión pude conocer la ciudad a través de los ojos de una jovencita, adiós a la niña. La ciudad a mis pies tras ese estupendo mirador junto al Castillo de Montjuic. Creo que esta era la canción que sonaba mientras llegábamos hasta allí.

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Un espectacular rompeolas en el que apuras el zumo de naranja del desayuno rodeado de mar, mariscada a la española en “EL Rey de la Gamba”, el Parque Well…

 

 

“¿Cómo puedes vivir junto a este increíble parque y no venir jamás?” No podía entenderlo.

 

Y en aquella ocasión no se si me enamoré más de la ciudad o de sus ‘siempre suyos’ habitantes. Cosas de adolescentes, supongo.

 

Algo más crecida, y ya completamente rendida a los encantos de Barna, regresé para disfrutar de su juerga nocturna en casa de una amiga. Vivía en la Plaza Tetuan, en una casona antigua, sin ascensor y con tantas escaleras que en la primera juerga que organizamos recuerdo ver a la gente bajar rondando a las 5 de la mañana. Pero como no solo de juergas vive el hombre, de aquella visita destaco mi descubrimiento de Fres&Co. Fue mi primera vez en ese paraíso de las ensaladas. Cuanta felicidad cuando años después pusieron dos en Zaragoza. Por aquel entonces me tomé una coca cola entre arbolillos en el “Jardín de las Ánimas” y descubrí que, por supuesto, la cuna de Custo se encontraba en las calles del Borne.

 

 

Y he seguido escudriñando esas calles en las que Gaudí hizo de las suyas. Dos navidades consecutivas con una de las mejores compañías del mundo –mis padres- y en un hotelazo que todavía me produce hipo al recordarlo.

 

 

Luces, lluvias, compras, vermú en el Xampanet y un trago de agua en Canaletas (Visca el Barça) porque había que asegurarse la vuelta. ¿Volveremos? Pues claro que si, en dos días allí estaremos para seguir escribiendo las páginas de mi historia catalana. 

 

QUIERO

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Quiero clavarme tu espina y sangrar sin medida,

quiero aspirar tu perfume y curar mis heridas,

quiero beber de tu néctar hasta el último día,

quiero tu rosa marchita, quiero la mitad de tu vida.

 

"Coctelera" veraniega

Sin duda, en la vida vas pasando por diferentes etapas y a los 30 ya te ha tocado lidiar con unas cuantas (y las que quedan, espero…). En cada uno de esos peldaños afrontas las situaciones un poco “como te viene el aire” y ahora me pongo a recordar y… mejor me explico.

Cuando eres una mocosa que no levanta tres palmos del suelo llegan las vacaciones y, ¿cómo las afrontas? A mi me entraba una profunda depresión (nada grave, claro) porque me gustaba el colegio. Me gustaba levantarme cada mañana, coger mi bolsita con el almuerzo y subirme a ese autobús que me conducía directamente a ese gran lugar llamado escuela. Tres meses de vacaciones implicaba romper mi rutina y no solo eso, también dejar de ver a mis amiguitos durante tres largos meses. En aquella época nos mandábamos cartas, con remitente y todo –algo que creo que ya no se estila, pobres carteros-.

“La niña ha sacado todo sobresalientes (y es que la mocosa era un pelín repelente) y lo que tiene que hacer este verano es descansar”, argumentaban mis profesores en la consabida reunión con los padres a fin de curso.

¿Descansar? ¡Pero que dicen! La enana se compraba todas las ediciones de verano de los cuadernos Santillana y la nueva colección de “Mis juguetes, las palabras”. Y bajaba a la playa con una maleta de cuadernos, lapiceros y demás colorines. La tragedia llegaba cuando a los 15 días ya me había comido con patatas todos los capítulos.

“¿Perdone, además de Santillana y “Mis juguetes la palabras” tiene algo nuevo que tenga a la niña entretenida dos meses más?  

¿Qué ha suspendido la pequeña?

¿Suspendido? Nada, nada… Es cuestión de ocio…”

Esta era mi pobre madre buscando ‘crucigramas infantiles’ para el retaco.

Y luego resulta que terminaba disfrutando de mi tiempo de asueto. Era cuestión de aclimatación.

Luego creces un poco, coges las vacaciones con ganas pero tu unión fraternal al colegio es tan grande que terminas convenciendo a tus padres –el otro a los suyos, la otra a los suyos…- para terminar todos los compañeros en el mismo emplazamiento.  No se cuantos nos juntábamos en Jaca pero igual no me llega con los dedos de las dos manos. Total, que eso de desconectar, quedaba muy lejos de la realidad. Aquello era una especie de “Al salir de clase”, con parecidos ingredientes solo que aderezado con una piscina y algo de calimocho nocturno.

Pasan algunos años más y te incorporas al mundo laboral. Craso error –todavía no logro entender por qué a los 15 todo el mundo tenía tanta prisa en crecer. Yo desde luego no tenía ninguna gana-

Y las vacaciones aparecen en tu horizonte como un Oasis en medio del desierto. Si tienes una vida medianamente organizada, te vas con tu familia o con tu pareja a algún lugar tranquilo a disfrutar de ese necesario cambio de aires. Yo también he pasado por esa etapa, en su día también pasé por ella.

Y después, a los 30, ten encuentras con el verano 2009. No exagero si digo que empecé las vacaciones en estado de shock. Ni Oasis, ni amor fraternal, ni desconexión…solo shock. Gracias a que merecidamente (no me voy a quitar el mérito) tengo gente alrededor que ha tirado de mí, de mi shock y de la madre que me parió. Ya he consumido la mitad de mi asueto. El shock creo que continúa, aunque bastante edulcorado gracias a los días en la playa, las espectaculares fiestas de Teruel y unos prometedores días en la ciudad Condal pero… ¿será que me he retrotraído a la infancia y vuelvo a necesitar tres meses de vacaciones? Quizá.

Aunque en esta ocasión he cambiado los cuadernos de Santillana por la trilogía de Millennium. Voy por el tercer libro y aún me quedan 15 días.

Siempre me pasa lo mismo, la enana lo consume todo antes de tiempo.

El tiempo pone a cada uno en su sitio

Más por falta de ganas que de tiempo. Más por falta de inspiración, que de memoria histórica (hay muchas cosas por contar). Más por elección, que por decepción. El caso es que no acertaba a hilar dos letras seguidas pero aquí estoy, para contaros una de vaqueros.

“Era una calurosa tarde de agosto. La solana picaba con malicia en las áridas tierras de Jony Capotes. Cinco años buscando el mejor ganado por todo el condado y otros tantos ejerciendo de abnegado ganadero, habían dado como resultado una próspera hacienda en la que los días se sucedían al compás de la ciercera. El negocio daba dinero y pocos problemas. Quizá la tediosa rutina se había convertido en el mayor de los inconvenientes.

Desde que quemó sus últimos calzones infantiles, a Jony le brillaban los ojos cada vez que un vaquero bordeaba sus terrenos a lomos de un bravo corcel. Esas botas, ese sombrero de cuero raído, esas pistolas bien encajadas al borde de la cadera…

Serían los enajenantes efectos del amigo Lorenzo, o sería la divina providencia, pero un espejismo arrojó ante las narices del ganadero su viva imagen en medio de una reyerta, pegando tiros a diestro y siniestro. Aquella tarde de agosto, Jony decidió dejarlo todo, comprarse un caballo, un par de recortadas y un sombrero de piel curtida. Al día siguiente, sus animales comenzaron el principio del fin, pero el sueño de toda una vida tomó alas. Jony buscó ese espejismo y luchó por hacerlo real.   

Se hizo vaquero, día a día, mes a mes, año a año y terminó peleando junto a aquellos que tanto admiraba. Su carácter decidido y su templanza, siempre fruto de sueños infantiles, le hicieron un hueco en ese duro panorama. No era el mejor tirador, ni el mejor cabalgando, ni el mejor en los tratos verbales. Sí era diferente. Sencillamente, único y diferente.

El camino no fue fácil. Siempre tuvo que lidiar con esos vaqueros que cercan su territorio e intentan exterminar a aquel cuyo nombre comienza a sonar, quizá, más fuerte que el suyo. Y hubo muchas tardes de verano en las que este hombre con sueños infantiles estuvo a punto de tirar la toalla.

No fue por falta de ganas de aquel Sheriff, orondo y algo analfabeto. Con su placa brillante, fruto de chupársela a algún otro necio con los mismos escrúpulos (es decir, ninguno), intentó hacer de su propia biblia una ley popular. Jony no tenía evangelios en esa biblia y el Sheriff iracundo apretó el gatillo en varias ocasiones, sin éxito. A dios gracias.

Fueron malos tiempos, duros, pero Jony no claudicó y siguió peleando.

Hoy es uno de los vaqueros más ancianos, respetados y temidos del condado. Los suyos, los que nunca le fallaron, continúan a su lado. De vez en cuando echan una partida y recuerdan aquellos años de batalla campal contra el orondo analfabeto. El Sheriff murió ahogado en su propio vómito una noche de borrachera. No tuvo entierro, nadie sabe donde descansa su cadáver, ni falta que hace......"

Moraleja: El tiempo pone a cada uno en su sitio

CIERRA LOS OJOS

- ¿Me has estado siguiendo?
- Por supuesto... que no, pero tenía la corazonada de que nos encontraríamos.
- Ya.
(...)
- ¿Qué pasa Cesar, tienes miedo?
(Sube al coche)
- Había de esto en la fiesta, ¿quieres?
- No, paso.
- Sigue, hazte el niño bueno.
- No necesito colarme para pasármelo bien.
- Ya lo he visto.
- No deberías meterte eso si conduces. (ella se traga las pastillas) ya te vale.
- Cesar, ¿Qué es para ti la felicidad?
- ¿Qué?
- Para mi la felicidad es esto, estar aquí contigo y, ¿para ti no?
- No sé Nuria, no estoy para conversaciones trascendentales a estas horas.
- Ya, lo que pasa es que tienes la cabeza en otra parte, ¿verdad cielo?
- Puede.
- Solo hay una cosa que me jode.
- ¿El que?
- Que no sepas nada de mí, solo sabes que me llamo Nuria y que follo bien.
- Eso son dos cosas muy importantes.
- No sabes ni donde vivo y seguro que no conservas ni mi número.
- Bueno, por algo se empieza, ahora voy a conocer tu casa.
- Ya falta poco. Dime una cosa, ¿crees en Dios?

Y quizá sigues soñando, pero llegas a mi casa. Enlazas tus dedos entre los míos en un efímero lazo. Cuando despierto no estás, pero la esencia de ese accidente inevitable me recuerda algo. He memorizado cada una de las líneas de tu huella. Solo me queda robarle unos minutos más a la almohada, quiero seguir soñando. Quizá entonces regreses y hagamos un nudo de marinero, menos efímero.

Hoy es un día grande por varios motivos. Por fin viene a casa, y llega para quedarse. Un pequeño homenaje a esa loca, lunática y divertida mujer con la que puede que me identifique un poco. Siempre acompañada de su inseparable "Bizcochito". A tus pies me rindo campeón y en tu memoria, el nombre del nuevo inquilino de mi humilde morada.

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Si algo puedo recomendar a todo el destalentado que siga alguno de mis pasos es que una sonrisa es la mejor terapia ante cualquier contratiempo. Suena a típico tópico pero es cierto. Una carcajada y liberamos un cargamento de endorfinas (aunque mucho cuidado, no sea que con tanta endorfina en el amnbiente nos vayamos a enamorar de un imbécil, que todo es posible).

El caso es que Ally y Bizcochito me hicieron navegar entre olas de endorfinas en muchas ocasiones y hoy para ellos mi grato recuerdo.

Dulces y empalagos a parte, hoy también puede ser un gran día deportivamente hablando. Si no hay sorpresas y todo sale como el 99% de los zaragozanos esperan, esta noche el Real Zaragoza será un equipo de Primera. A mi el fútbol, sinceramente, me resbala (a no ser que lleve colores azulgrana, entonces despierta algo mi atención) pero soy buena ciudadana y hoy me uniré a todos esos corazones contentos. Solo pido al supremo que no me toque ir a la plaza España a hacer la crónica de ambiente entre todos esos borrachos felices y mojados...por favor...

Aquella vez si mereció la pena. Me mojé, cante y disfruté como una enana, pero hoy no va a ser lo mismo. No cambio el rojo por el blanco. Corazón rojillo hasta la muerte.

"Te recuerdo hace tres años, sentada en un banco, apuntando cuantas vueltas dábamos al parque. Todos te mirábamos pero no nos podíamos acercar", me dijiste ayer.

Y yo recuerdo que en aquel artículo hablé de la complicidad entre argentinos, ya en pretemporada. Ya ves las vueltas que da la vida. Ha llovido mucho desde entonces. Un ascenso y un descenso, imagínate y seguro que va a seguir lloviendo. Como en aquella noche en la plaza de España, que cayeron chuzos de punta.

Hoy, además, es San Antonio. Creo que a tí es a quien van las mozas casaderas a pedir un buen novio. Yo no te pido nada, faltaría más. Solo te digo felicidades, ya se que no sueles olfatear esta pequeña parcela de mi vida, pero si la curiosidad te trae de viaje por aquí, felicidades.

ABRE LOS OJOS

- Ellos, todos, dicen que estoy loco.
- No, claro que no estás loco, pero ¿qué pasaría si te dijera que estás soñando?
- No, no, no.
- ¿Y por que no?
- Mire, yo sé lo que es real y esto es real.
- ¿Y tú como lo sabes? Los sueños no se descubren hasta que uno despierta.
- Lo sé y basta. Mis sueños son mucho más simples que todo esto.
- No, no hay ningún sueño simple. Mira a toda esta gente, parece que están hablando de sus cosas ¿a que si?, completamente ajenos a ti, y sin embargo podrían estar ahí porque tu lo has querido, es mas, podrías hacer que se pusieran a tu servicio o, al contrario, que te destruyeran.
- Lo que quiero es que se callen y usted también.
(Todos se callan)
- ¿Lo ves?
- ¿Qué esta pasando aquí? Que alguien me diga la verdad ¡joder!
- La verdad puede que no la soportaras.


El otro día, en una rueda de prensa, lo escuché de boca de un individuo por el que perdí el poco respeto que me merecía. Me pareció un puñetero engreído, sin embargo, aquello que dijo se me quedó grabado y creo que es lo único de todo su discurso que realmente tiene algún sentido.

 

“A veces, un simple cruce de miradas, un SMS o una llamada telefónica puede cambiar el rumbo de tu vida”

Y es muy cierto. Supongo que todos recordamos determinados momentos, instantes de nuestra vida que luego, para bien o para mal, han marcado nuestra existencia.

Así que cuando te levantes por la mañana y pienses que tienes un día de mierda por delante, cuidado porque quizá te encuentres con alguna sorpresa.

Por ejemplo esas maravillosas fotos del amigo Berlusconi que el otro día provocaron peleas a mandíbula batiente en la redacción del Heraldo. Todos queríamos un ejemplar... (hubo quien se recortó el repor para pegarlo en la portada del cuaderno de las ruedas de prensa...)

 

En mi calendario personal hay fechas rodeadas con un enorme círculo rojo, difíciles de olvidar. El día que me asomé por primera vez a aquellos camastros en mis primeros campamentos (allí hice amigas de las que aún hoy estoy orgullosa), aquel paseo con Laurita por el parque Primo de Rivera (dios si trajo cola…todavía se me ponen los pelos de punta al rememorar aquel cruce de miradas), el primer día trabajando con la Zaragozana en la Feria de Muestras del Pilar, alguna sorpresa mayúscula en forma de comentario en mi blog o el día que cayó en mis manos un periódico con un anuncio del “Master de Heraldo”. Y hay una lista infinita, aunque mis días sobre este planeta son aun más infinitos.

 

Y esto sale a colación en una semana en la que precisamente una de las personas que hoy en día participan en mi rutina ha visto su universo patas arriba (en el mejor sentido de la palabra) gracias a un simple -o no tan simple- comentario en un blog.

Doy fe de que a partir de ahora, cuando dé la vuelta a la llave de mi nueva cerradura, dejaré la puerta abierta a sorpresas mayúsculas.

Así son las cosas, nunca se sabe. Simplemente hay que mantener los ojos bien abiertos y la boca bien cerrada.

“Uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”, decías siempre. Cierto, muy cierto. Pues vamos a callarnos y a observar lo que se cuece a nuestro alrededor, que la película promete.

 

Una vez, si mal no recuerdo,
me tenías en la punta de los dedos.
Las secuelas de los viejos días
estarán conmigo el resto de mi vida.

Una de pastillas de goma

Por circunstancias de la vida, llevo una semana sin ordenador, ese aparato que durante años ha sido mi bestia negra y ahora es mi mascota más preciada (así de voluble es la vida…). Para subsanar esta deficiencia (difícil de llevar, lo aseguro) me he dedicado a leer esos libros que llegan gratis a mis manos –ventajas de ser la chica de cultura-. Esta semana he empezado con dos. El primero, que ya casi he devorado sin demasiados remilgos, es la nueva obra del periodista musical Pep Blay “Erótica Mix”. Este tarraconense nos habla sin contemplaciones de sexo, aderezado con más sexo y con unas gotitas de erotismo por si nos han quedado ganas de postre tras el festín orgásmico…

 

 “¿Por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo?”, le pregunté en la entrevista que le hice la semana pasada. Y él entró al trapo y me explicó su particular visión de la parte más material y satisfactoria de las relaciones, toma ya… Resulta que nos plantea 4 historias completamente diferentes en las que refleja las diferentes maneras que tienen hombres y mujeres de vivir su sexualidad. 

 

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“Creo que a ti te gustará la segunda historia. Una basada en el romanticismo en las que los protagonistas se comunican a través de epístolas de una manera muy especial, me aseguró Pep.

Pues lamento decirte que a estas alturas de mi existencia me quedo con la primera historia de la que no voy a dar detalles. Quien quiera saber que lea…

Solo anticipo que quien siga teniendo dudas de cómo separar el amor del sexo o viceversa aquí tiene un manual que quizá le aporte alguna idea milagrosa. Pero aviso a navegantes, incluso los avispados protagonistas terminan en un mar de dudas y es que la vida es así...

Y como en mi estado de hiperactividad constante leer tan solo un libro al día es como comer pavo sin sal, pues he comenzado con la última novela de Luis del Val.

El libro en cuestión se titula "Crucero de otoño", es más sosegado que el del amigo Blay. Cada uno es perfecto para los distintos estadios del día. En este crucero llevo embarcada dos días y todavía no he llegado a tierra. Me veo incapaz de definir si voy a terminar ahogándome en la prosa de este escritor y periodista o si voy a salir a flote. Tiempo al tiempo.

De momento, hoy se celebra la Feria del Libro en Zaragoza aunque como estamos en crisis yo seguiré devorando las páginas de todo aquello que llegue gratis a mis manos.

 

PD1: Un saludo a aquellos que siguen pensado que las rubias somos tontas y solo leemos revistas de estética o del corazón.

PD2: Un recuerdo a aquellos que le llaman amor cuando quieren decir sexo. Vamos a aprender a llamar a las cosas por su nombre.

PD3: Los amantes de la Fórmula 1 que no se hayan pasado por Grancasa han perdido la oportunidad de ver algo muy pero que muy interesante.  

Campanilla revoloteando...

Estos días el humo se me escapa por cada abertura, por cada poro de mi piel. Estos días no queda más remedio que tirar de paciencia y hacer acopio de algún remanente de ‘¿sensatez?’. Estos días deben pasar rápido, si se detiene tendremos un problema. De momento me marcho, a ver si las manecillas aceleran y cuando recuperen su tempo la cordura ha regresado a esta ciudad. Pero eso es otra historia que deberá ser contada en perspectiva, cuando los sapos bailen flamenco y los reptiles invadan nuestro planeta.

De momento, vamos a centrarnos en algo mucho más etéreo, muchos menos tangible, mucho más enriquecedor. Vamos a hablar del arte que inunda Zaragoza y que mantiene el espíritu de los estupendos artistas de nuestra ciudad con los que es un privilegio compartir adoquines (de los de pisar, no de los de ver o comer).

 

Antes decía por suerte o por desgracia, ahora tengo claro que es por suerte, me ha tocado divulgar la cultura de nuestra ciudad durante toda esta temporada. Hay quien en su día dijo que el último libro que la menda se había leído era la “súper pop”. Lejos, muy lejos de la realidad pero a veces la apariencias engañan. Y aunque así fuera, después de varios meses escudriñando las vidas de gente que maneja la pluma, el pincel o la cámara de fotos cual extensión de la propia mente…. me rindo a la evidencia.

 

Comencé descubriendo el mundo de los blogs gracias a Mariano Gistaín. Él me dio la llave para comenzar con PINUP y él me brindó mis primeros conocimientos internautas. De su fuente bebe el periodismo ciudadano en Zaragoza y de sus columnas siempre ingeniosas hemos bebido todos cuando de vez en cuando nos ha sorprendido la sed.

 

Llegó luego el poeta entre los poetas. Su carné de identidad dice que es gallego pero su corazón dice que Zaragoza manda. Y es que Antón Castro ama nuestra ciudad y es tanto lo que nos ha regalado que el amor seguramente es recíproco. Escucharle, leerle y aprender de él son privilegios de vivir a orillas del Ebro.

 

Las mujeres también pegan fuerte y ella más que ninguna. En su último libro, Magdalena Lasala habla del coraje de una mujer que bien podría ser ella misma sin nos remontamos a la antigua Alejandría. Sabia, hermosa y con agallas…

 

Y resulta que en Zaragoza también hacemos películas. Sin subvenciones, sin ayudas, con pocos medios, pero hacemos películas. José Ángel Delgado me ha enseñado que un sueño, que toma forma un buen día en una parada de autobús mientras observas lo que te rodea, puede hacerse realidad. Movido por un amor desinteresado a “Lost”, por su capacidad de ver la realidad en 3D y por su inconmensurable imaginación tendremos que ponernos en sus manos si queremos subirnos al carro de la imagen.

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Nos dicen que somos cazurros pero yo me inclino más por calificarnos como una ‘raza salada y carismática’. Y en este grupo me encontré a José Luis Cano. Con un sentido del humor desternillante, sus ilustraciones han puesto cara a nuestras más socarronas fantasías. Él se ha atrevido con todo, o con casi todo. Y me hizo reír, algo que dicen –y con razón- que es fundamental para enamorar a una mujer. Los chistes pasan pero sus dibujos nos quedarán siempre.

 

Sigo caminando y a orillas del Ebro me encuentro con un monstruo de las ondas radiofónicas y que además domina la pluma como nadie. No es de Zaragoza y sin embargo, manda narices, reconoce que se considera un zaragozano de Carabanchel alto, ¿qué más queremos? Miguel Mena llegó a nuestra ciudad y se quedó en ella para regalarnos, entre otras cosas, esa voz personal y profunda al otro lado del transistor.

 

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Y luego resulta que aterrizo en una preciosa casita perdida en el casco antiguo zaragozano y me encuentro con un trailer de obras de esas que hablan por si solas. Me miran desde las paredes, yo estoy aún dormida –aunque son las 10 de la mañana- y me obligan a despertarme. “¡Adriana, espabila!”, me grita mi psique desde la ultratumba. Años de láminas y cuadros de un zaragozano que denuncia también la falta de ayudas y apoyos a los jóvenes artistas.

Y hablamos del síndrome de Peter Pan y me doy cuenta que también lo tengo.

Aunque hoy me siento como Campanilla revoloteando entre portentosos. Hay más, muchos más. Cada uno que los vaya descubriendo. Zaragoza da para mucho.  

PINUPBALL DAY

Por si queda alguna duda de la verdadera esencia de PIN UP….

 

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Y para ir eligiendo coche....no se si mi entrañable pitufo estará a la altura...

 

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Y aquí la esencia BALL

 

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My Country

Was it just a dream?, were you so confused?
Was it just a giant leap of logic?
Was it the time of year, that makes a state of fear?
Methods were the motives for the action


No es bueno tener envidia, ya lo dice siempre mi madre. Sin embargo, yo dejo una pequeña puerta abierta a la envidia sana. Y pocas veces me invade este sentimiento ruin pero reconozco que a veces me  dejo arrastrar por esas mareas pecaminosas. Quizá la primera vez que me asaltó la necesidad por acaparar lo ajeno fue cuando me di cuenta que todos los niños y niñas que me rodeaban tenían pueblo, yo no. Yo era más de asfalto que los semáforos, que los pasos de cebra, que las farolas recauchutadas del paseo Independencia. La familia de mi padre, de Bembibre, la de mi madre, de Manresa  -por cierto, visça el Barça...-, yo, Zaragoza capital.

 

La primera vez que en el cole nos llevaron a una granja escuela (además de que soy alérgica a los animales peludos y me puse a morir) me sentí como Neil Armstrong. Eran mis primeros pasos rodeada de unos bichos que solo había visto en dibujos animados.

Aunque peor fue aquel episodio con 24 o 25 años. Íbamos en el coche, perdidos entre las montañas y de repente empecé a gritar

 

“¡Para, para!”

“¿Pero qué mosca te ha picado?”, me dijo él con un susto de muerte en el cuerpo.

 

El coche frenó en seco en mitad de la carretera y yo casi me tiro en marcha, cámara de fotos en mano. ¿Qué cuál era mi urgencia? Muy sencillo, había visto una vaca. La primera vaca de mi vida, en ternera y hueso…Y me embargaba una emoción tan grande que cuando el bicho me miró con cara de pocos amigos yo solo pensaba en sacarle una instantánea y acariciarle las orejas. Claro, mi acompañante creo que todavía no da crédito a aquello. Son cosas de no tener pueblo.

 

A los 20 años, gracias a una amiga loca, intenté poner remedio a este mal endémico. Con ella había compartido las primeras canciones de Alejandro Sanz, mis mejores años con un balón de baloncesto en las manos, campamentos que siempre formarán parte de mi aprendizaje adolescente o esas primeras juergas difíciles de olvidar… Pues resulta que gentilmente, ella también compartió conmigo su pueblo.

 

Creo que tenía 18 primaveras la primera vez que pisé ese paraíso escondido entre las montañas a la vera del todopoderoso Balaitus.

 

Eran las fiestas de agosto y no exagero si digo que estuvimos cuatro días sin dormir. Había tantas cosas que hacer y que ver, de día y de noche, que perder el tiempo durmiendo era un privilegio que no me podía permitir.

“Por favor, me muero”, me decía mi pobre y somnolienta amiga.

“Pero qué pasa con los virgo, ¿es que no dormís nunca?”. Al final tuve que concederle una tregua y el cuarto día echamos una rápida cabezada.     

Nos esperaba el baile de la bandera, la charanga, el bingo a las doce de la noche en la plaza, junto al río, la discoteca “La Aduana”, la peña…El hostal Maximina era nuestro espacio de retiro espiritual, con aquellas paredes estampadas con fotos del gigante de Sallent –protagonista de uno de mis últimos repor precisamente…-

Era todo tan de pueblo que me sentía teletransportada a otra dimensión. Por eso repetí varios años.

Como legado, además, un reencuentro con un sallentino que ahora es mi más fiel ilustrador musicalmente hablando. ¡Qué jóvenes éramos Palomo!

Hoy repetimos. Ha pasado el tiempo. Hoy no es una cita de pueblo, más bien es una inauguración de las de etiqueta, pero el espíritu es el mismo. Ya he visto vacas en directo, ya he estado en una granja, ya he pisado varios –muchos- estupendos pueblos, hemos crecido. Somos mayores, pero lo importante es que volvemos a encontrarnos en este mundo tan grande como incierto.

Amo tu bola rica

Amigos puente les llamaba un amigo mío que al final resultó convertirse en uno de ellos. Él los definía como esos apoyos de momentos puntuales de tu vida que luego se pierden entre las garras del olvido. Y qué necesarios son hoy pero que prescindibles mañana.

“¿Nosotros seremos amigos puente también?”, le pregunté uno de esos días en los que mi existencia sin él se derrumbaba cual castillo de naipes en medio de la ciercera.

“No digas eso tonta. Ni lo pienses”.

Afortunadamente predecir el futuro no está entre mis ‘muchas’ habilidades y me lo creí…

Hoy lo recuerdo con una triste media sonrisa. Nunca se sabe.

Qué hacer, tú lo sabes,
conservar la distancia,
renunciar a lo natural,
y dejar que el agua corra.

Y el día que volviste a buscarme yo ya no estaba. Qué ironía. Claro, las cartas de castillo de naipes volaban rumbo a tierras tan lejanas que quizá nunca tenga la suerte de pisar.

Y quizá la feria del esoterismo cambie mi destino este fin de semana. Yo no sé predecir el futuro, pero tú sí.

Querida bruja:

Vamos a ir a buscarte para que nos saques de las inmensas dudas que pululan por nuestra existencia en estos tiempos de crisis económica, espiritual y de valores. Necesitamos de tus mentiras o tus medias verdades…Ella me ha convencido de que existe el sexto sentido y vamos a comprobarlo (más se perdió en Cuba). No te dejaré que me leas la mano, ya sé que tengo muy corta la línea de la vida (paso de sofocarme antes de tiempo), quiero tu bola mágica.

“Vas a tardar mucho en encontrar tu camino pero lo encontrarás y serás terriblemente afortunada en todos los aspectos de tu vida. Hasta entonces, prepárate a dar tumbos”. Fueron las conclusiones de la última bola, hace ya 10 años. Y resulta que sigo dando tumbos. Veremos hasta cuándo porque ya he avisado que tengo corta la línea de la vida.

De momento se cuece otro giro de 360 grados. Son los que mejor se me dan, los de completar el círculo, no vayamos a dejarlo a medias.

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Hasta siempre.

Malos tiempos para la lírica...

Fue hace tres años, cuando yo todavía era química y una aficionada más que veía los partidos del CAI casi casi desde el techo –y es que mi localidad era de las baratas, 60 euros al año-. El CAI había realizado una campaña excelente, de las que te levantan del asiento para dejarte las manos aplaudiendo. Aquel 28 de mayo del 2006 se jugaba el ascenso en casa, en el quinto partido del play off y contra el Murcia. Fue de infarto. Nos fuimos a la prórroga, yo no quería mirar y hubiera sido mejor no hacerlo porque al final, 90-99 y otro año más en la LEB. Fue la primera y única vez que he llorado en un partido de baloncesto, prometí no volver a hacerlo, en realidad solo es deporte, ¿o no? Aquel día lloraba yo y lloraba Mati, que igual que ayer, se había dejado la piel en la pista –con 33 puntos-para nada.

Y parece que la maldición del Murcia nos persigue y nos tienen que aguar la fiesta en el momento más inoportuno. Ayer la historia era parecida, discernir entre ACB y LEB. De nuevo la moneda se tiró al aire y la cara cayó del lado murciano.

No lloré. Ya no estaba en mi antigua localidad colgada del techo. Ahora casi nunca puedo ver los partidos porque estoy siempre trabajando y me tocó ser testigo de la quema desde la redacción de Heraldo. Pero si me quedó un amargo sabor de boca que, un día después, no he conseguido quitarme. Nadie me baja del burro cuando digo que las decisiones arbitrales nos arrancaron de cuajo un sueño del que no merecíamos despertar. Y me refiero a la afición, porque los jugadores quizá sí se han ganado a pulso esta sentencia de muerte.

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La falta en ataque que ayer pitaron a Quinteros con el electrónico empatado y a falta de 14 segundos para el final ya forma parte de las grandes tragedias del CAI Zaragoza. Es cierto que una temporada no se puede resumir en una jugada, por muy sangrante que sea. Han sido muchos partidos y muchas cagadas que reunidas en un todo han llevado a este club a la hecatombe. Ahora es tiempo de dimisiones y de reflexiones. Como buena periodista, me hubiera gustado estar en el Felipe para vivir lo que allí se vivió. Hay momentos que hacen poso en tu memoria y creo que el de ayer responde a uno de ellos. Me han hablado de la desolación de los jugadores, de la rabia del público, de la impotencia del jefe de prensa…Una verdadera pena. Solo queda volver a gritar a mandíbula batiente aquello de ‘este año si’.

Larga vida a la afición rojilla.

 

Fue bonito mientras duró...