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Living living y living

En las últimas 48 horas he aprendido a hacer funambulismo y he disparado por primera vez una escopeta (sin fines bélicos, no asustarse). En las últimas 48 horas he dado de comer a una manada de elefantes y me han explicado los entresijos de los campamentos de refugiados saharauis. He descapotado mi coche en pleno mes de diciembre, he dejado que la luna se colara por las rendijas de mi locura y que la noche bañara mis mejillas a 120 por hora. Queen ha cantado para nosotros, sin diesel en la reserva. Bendita inconsciencia. Peter Pan nos ha hecho regresar al mundo de nunca jamás y es que yo nunca nunca… dejaré de sacarte jugo, amiga.

Campanilla es estos días mi compañera de viaje. Con ella seguiré volando entre tus sueños porque para realidades ya tenemos a Zapatero, a Aznar (ahora sin bigote, con cara de marmota) y a los chupópteros que nos sacan los cuartos cada día –para qué dar nombres-

Esta mañana he aprendido que puedes tener 10 años, ser gitano y pertenecer a las llamadas clases marginales y a la vez ser un pequeño sabio. Los niños del Ramiro Solans nos lanzaban sus mensajes en el reportaje de hoy: “Lucha, pelea para seguir siempre adelante. Estudia, lábrate un futuro. Respeta a los que te rodean”. Nos han dado una pequeña lección de humildad y sana tozudez.

Plantar un árbol, escribir un libro, tener un hijo…los clásicos de una vida aprovechada. Vamos a discrepar. Cansada y agotada (esta semana está siendo especialmente dura) me atrevo a asegurar que a día de hoy sigo aprendiendo a no desperdiciar el tiempo. Hace unos días nos sobrevolaba la malvada sombra del estancamiento. Vamos a desterrarla.

Me he puesto una chaqueta de lentejuelas fuxia y he hecho las veces de maestra de ceremonias circense. He reído, abrazado. He hecho reír, me han abrazado. ¿En serio estamos ya en Navidad?

Las navidades continúan con su implacable invasión. No pasa nada. Amortiguaré el taladreo de los villancicos con canciones de Fito, Pereza, Calamaro o Quique González. Y cambiaré las maltrechas luces de Zaragoza por otras más brillantes, junto al mar mediterráneo.

PD: Este fin de semana me encomiendo a San Marcelino. Por favor, mesura, tranquilidad y pocos sobresaltos...que estoy con el ralenti puesto.

Navidades desnatadas

Se acerca la Navidad, una fecha que tengo tachada en rojo en el calendario. Cuando digo tachada me refiero a que la exterminaría de la historia universal. Me las comería con patatas y mucho cava (que es lo que toca estos días) y luego las vomitaría por la taza del inodoro. Siento ser tan radical pero es que el espíritu navideño me resbala cual medusa, cual asqueroso caracol.

 

A dos metros de mi casa han levantado ese tradicional Belén gigante con esas ‘tradicionales’ palmeras a las que solo les falta la Dama de Elche en el regazo. Al menos en España respetan los cánones bíblicos y en el portal solo hay un roro. Lo digo porque el otro día una amiga, que vive en Nueva York, comentaba lo siguiente: “estoy mirando por la ventana el grandioso Belén tamaño natural que han montado en frente a mi casa. Sería maravilloso de no ser por el pequeño detalle de tener dos niños Jesuses. María siente la obligación como católica y médico (en este orden) de comentarles que la virgen no tuvo un parto gemelar. Hay que educar a estos yankis.”

 

Este año tocará ver a Laporta con lo pantalones bajados hacer de cagón en todos los Belenes, al menos en los españoles, porque yo apuesto por Berlusconi con los calzones a la altura de los tobillos. ¡Viva el solsticio de invierno!

 

De momento yo me he resistido a la tentación de lanzarme a las calles a gastar y gastar y gastar. Creo que voy a hacer como el señor Belloch, que ha reciclado las bombillas del año pasado y este año las calles repiten alumbrado. Pobre, paupérrimo y medio fundido, como nuestro Ay-Untamiento de Zaragoza (dedicado a Jouve).   

 

Los regalos tendrán que esperar pero…por lo pronto me he cambiado el móvil por uno con más cobertura. El año pasado se me quedó atascado el día 31 a las doce de la noche con tanto sms estúpido. Al menos este año estoy tranquila por dos motivos: tengo Facebook y las mayores estupideces me llegarán por esta vía y además mi nuevo Nokia ha prometido no atascarse.

 

¡Vivan los cotillones post sms! ¡Vivan los langostinos! y ¡Viva la paga extraordinaria de fin de año!, que en esta ocasión será solamente pa (el ga queda sometido a retenciones y creo que le van a dar por saquete). Vamos, que estas navidades el arbolito de la entrada tendrá la mitad de bolas, la mitad de espumillón pero tooooodo el amor del mundo, que para eso éstas son las fiestas de la exaltación fraternal, ¿o no?

 

De momento creo que voy a intentar concentrarme en perfeccionar mis aptitudes en el PRO, en seguir educando mis orejas con esas bandas sonoras que tan gentilmente me están prestando mis amigos y en hacer algún que otro reportaje ñoño para diversión y disfrute de todos los abuelitos de esta ciudad.

 

Lo siento, pero hoy mi pluma invitaba a la rebelión y no está políticamente correcta (y lo que le queda, que las Navidades se antojan largas, muy laaaaaargas).

Un hasta luego

“Se te han debido de atragantar las tapas” he oído estos días en reiteradas ocasiones. Es probable que si. Cada una de las tentaciones que he tenido de abrir este blog y ponerme a escribir las ha devorado la maldita apatía. Dos razones, dos motivos. El primero y más importante; el dolor desgarrado de ver como una cerilla que ha iluminado tu camino desde que naciste se apaga. Ya solo queda el recuerdo de esa mirada bondadosa siempre pendiente de que las olas no me derribaran, de aplaudir cada una de mis canastas, de cuidarme cuando fue necesario. Levantaba yo tres palmos del suelo y ya estaba ahí, como escudero fiel de mi padre. Callado, tranquilo, siempre contagiándonos de esa paz que inundaba su persona. Y así se ha ido, sin hacer ruido, sin molestar. Sin que a nadie nos diese apenas tiempo de pensar que la vida sigue, incluso cuando los pilares que te rodean se derrumban para no volver nunca a levantarse.

Pero nosotros si tenemos que levantarnos cada mañana. No sabemos cuanto tiempo nos queda para seguir dando guerra, pero ten por seguro que la próxima batalla te la dedicaremos a ti. Yo no creo en paraísos celestiales, si creo en que seguirás vivo en muchos corazones. Ahí va un hueco para que te quedes en el mío.

 

Segundo motivo, aunque mucho menos importante; el día que decides pisar el freno resulta que te equivocas, pisas a fondo el acelerador y terminas haciendo vuelta rápida. Supongo que las circunstancias han  ayudado a darle la vuelta a la tortilla.

Ritmo frenético de 9.30 de la mañana a 8.30 de la tarde –horario laboral extensivo (que no intensivo)-. Un corazón que bombea tan rápido que se desboca a cada latido. Una vida que solo controlas a ratos, por elección (a pesar de que algunos roqueros se empeñan en señalar que decepción es la palabra adecuada).

 

Arde una estrella entre nosotros dos
que no me deja estar tan cerca

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Y yo sigo empeñada en hacer mil planes, en alargar el tempo de cada segundo, en subirme a todos los trenes, que nunca se sabe… Cada día le robo más horas al sueño y cada día sueño más horas despierta. Entre reportajes de catas, de deportes y algún que otro asunto político me sumerjo en mi propio país de la maravillas y me entretengo sacando conejos de la chistera. El lunes paseo de la mano con la luna, el martes con la luna debajo del brazo…brindo contigo y me compro una estrella para aguantar el tirón de la semana. Estamos a jueves, mañana fiesta, veremos…

Entre tapas anda el juego

Olvídate del ayer y no pienses en el mañana, me ha dicho uno de mis angelitos de la guarda. Saborea cada uno de los segundos que te ofrece este presente que te has ganado a fuerza de cabezonería. “Consejos vendo que para mí no tengo”, decía sonrisa socarrona en boca. Y yo se los compro. Me los ofrece siempre a buen precio y luego puedo asegurar que me rentan.

Así que en ello ando. He cerrado el baúl de los recuerdos y hoy camino con los bolsillos vacíos. Un par de reales para comprar algo que despierte mis sentidos y los ojos bien abiertos por si vuelves a aparecer.

 

Entre tanto, mis músculos rezan atrofiados todo lo que saben: Padre Nuestro, Ave María (mentira, no me se nada de eso a pesar de los duros gastados en un colegio de monjas…) pero queda bien decirlo.

Hacía tiempo que no dormía 12 horas seguidas de tirón y hoy por fin lo he logrado. Las cuatro prórrogas del CAI Zaragoza me dejaron algo tocada, pero ayer la alcachofa terminó de rematarme. Por tercer año consecutivo hice el repor de ‘Ruta de tapas por Zaragoza’ y me vino a la cabeza eso de “Cómo hemos cambiado”. El primer año portaba mi alcachofa roja henchida de orgullo. Mi gracejo habitual… y tantas ganas que lo mismo me daba empelar dos horas que doscientas en tamaña aventura. Pisaba arenas movedizas y eso me producía un subidón de adrenalina que hacía que todo mereciera la pena. Recuerdo que vino a saludarme Luis Larrodera, que para mi era todo un ejemplo a seguir, y me dijo “suerte, yo empecé como tú. Me has hecho rememorar grandes momentos”.  

 

El segundo año iba a tiro hecho. Sabía cómo y por dónde moverme. Lo disfruté, pero ya era otra cosa. Y este año empecé con ganas de acabar. Entre tapa y tapa miré el reloj 200 veces. Eso sí, he de agradecer la amabilidad del ‘capitán’ del bar de Zaragoza en el que sirven los mejores montaditos de jamón batido. Me conquistasteis hace años y ayer lo volvisteis a hacer. Seguir trabajando por y para que podamos disfrutar de la cultura en esta ciudad, allí estaré yo dando buena cuenta de ello.    

 

Pero en definitiva, no me veo otro año más haciendo “La ruta de tapas por Zaragoza”. Como diría un buen amigo, necesito otro punto, en mi caso quizá otro rompeolas en que salpicar.

Por el momento me entretengo soñando con las montañas del Pirineo. No tardaré mucho en otear el horizonte, esquís en ristre, cuasi vestida de esquimal. O soñando con vosotras y vuestras risas cómplices tan necesarias, o con ese viaje soñado que algún día llegará.

 

Para terminar con algo dulzón, sangriento y romántico, dejo el trailer de la peli de la semana, dedicada a la pálida desnudez de una enigmática sonrisa.

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Buscando huecos

Poner los contadores a cero y empezar de nuevo, a veces es necesario. Generalmente caminamos tan rápido que nos vamos dejando miguitas por el camino y cuando nos queremos dar cuenta nos hemos quedado sin bocadillo. Esta semana ha sido de las de resetearse, pero también de mirar atrás y recoger alguna de esas migas.

A pesar de estar de guardia, de tener obligaciones deportivas a todas horas y de seguir enfriada -maldita mi suerte este año…- he logrado hacer huecos, huecos necesarios. El primero se lo he hecho a su barriga. Soy una impresentable, pero es que a veces esta vida me obliga a serlo. ¡Pero si casi no la he visto crecer! Y ahí la tienes, rotunda y amenazando una nueva vida que me temo que no va a tardar nada de nada e echar los primeros lloros. Cómo pasa el tiempo, como hemos cambiado y cuantas vueltas da la vida, poco más puedo decir.

Otro hueco se lo hice a Lucas. Ojos mareantes, deje argentino y alguna letra que –será porque estoy sensible- me arrancó una lagrimilla traidora.

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El concierto me recordó a otro en el que, la verdad, disfruté más. Mismo lugar, mismo escenario, pero ya se suele decir…”cualquier tiempo pasado nos parece mejor”. Debo dejar de ser tan susceptible, supongo, pero es la cara que se me pone cuando aparecen moscas en mi vaso de leche.¡Vamos! que me sobran los motivos...

El siguiente hueco se lo hice a una sonrisa que fue elixir de vida durante muchos años. Está claro que aunque te reinicies, recicles, resetees…hay sonrisas que nunca deben desaparecer de tu disco duro. Una cerveza, unos huevos rotos, un café y por qué no…un gin tónic. Dame la mano de vez en cuando porque quiero seguir volando a tu lado.

No se me olvida un gracias a ese abrazo amable que ayer reconoció mi trabajo. “¿Puedo hacerme una foto contigo?”, decía. Pues claro, quizá eso significa que, aunque algunos piensen lo contario, algo haré bien. Touché urraca, touché.

De momento seguiré buscando huecos. Sin ellos me vacío, me consumo cual cerilla agonizante. ¿Quieres que te haga uno?

Volando a ninguna parte

“¿Sabes? Creo que estoy vacía. No puedo escribir, no puedo concentrarme. Me siento delante del ordenador  y me queman las teclas”

“Quizá deberías escribir de la necesidad de escapar. De la urgencia que tienes por respirar en otra burbuja”

Entonces sonrío, echo la persiana, miro a mi alrededor y me pongo manos a la obra.

Siempre insisto en que la mejor sensación del mundo es la desembarcar en destinos desconocidos arrastrando una maleta. Y si encima hay alguien esperándote con una sonrisa y los brazos abiertos, mejor que mejor. El viaje es mejor hacerlo sola. Me gusta mirar por la ventana e imaginar que al otro lado de las vías esperan miles de historias. Me gusta porque me vuelvo frágil, pequeñita en un mundo inmenso, tan inmenso como el horizonte que se extiende más allá de la ventanilla.

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Vuelas en las alas de ese ave que te arrastra hasta una montaña que reposa en cordilleras tan lejanas a las habituales…Respiras aire fresco y saboreas cada segundo de ausencia de rutina.

Aún no has logrado desembarazarte de ese armatoste con ruedas y te envuelve un abrazo añorado. Porque vayas donde vayas siempre habrás dejado atrás algo a lo que echar de menos.

Entonces caes en la cuenta que te hacía falta esa sobredosis de risa. Y si encima el eco de tu risa te sorprende en lares desconocidos, mejor que mejor.

Madrid puede ser un buen sitio para reposar la mente y vaciarla de sensaciones. Sobre todo si por tu ventana entran las montañas de la sierra (seguramente no eran de la sierra, pero qué más da). Madrid puede ser también un buen sitio para emborracharte de emociones y desterrar a otras cordilleras las que contaminan tu paisaje. Y si encima hay alguien que se emborracha contigo, mejor que mejor.

Aunque siempre hay un regreso, una vuelta a tu montaña, a tu cordillera. Y sigues echando de menos. Y quieres volver a arrastrar la maleta a sabe dios donde. Pero es lunes, hay programa, hay horario y hoy las aves no vuelan para ti.

Abocada al Subterfugio

Esta soy yo hoy, esta era yo ayer y, muy probablemente, esta seré yo mañana. Un auténtico saco de virus. Pero no importa, el sol sigue saliendo para todos.

Pero cuando cae la tarde, y me saluda la media luna, me atormentan esas pesadillas en las que me persigues, metralleta en mano, y no me dejas en paz hasta que caigo al vacío. Entonces me recogen tus brazos y me acunas. Me meces dulcemente hasta que el sueño me vence de nuevo.

Corro ahora sumida en la oscuridad de la semiinconsciencia y cuando llego al final de túnel, me atrapa una luz, tu luz. Ese halo que te envuelve cada vez que me miras. Alargas la mano, siento que vas a rozarme y en lugar de una caricia me rompe el alma un renuncio, tu renuncio. Y se me escapa una lágrima que desliza entre tus dedos. Entonces sí la besas. Pero es la sal de mis sueños y desaparece entre tus labios para no volver nunca.  

Y así, entre sueños, pesadillas y algo de fiebre me acuerdo de una princesa sin reino, de una muñeca rota, de una niña tonta con pánico al compromiso. De una princesa abocada al subterfugio.

Tenía un billete de ida y vuelta a mi cabeza,
el finiquito por despido en mi memoria.
Tenía la llave de la puerta de salida de mi vida,
de mi mente, de mi historia.

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Tu canto a la libertad

Ayer ‘Esmi’ me pasó este enlace, pensó que seguramente me gustaría.  

Mi sino es estar en todos los ajos y se acordó de mi en cuanto vio a toda la ciudad a los pies del balcón de ayuntamiento. Ahora que lo veo, pienso que seguramente yo debería haber estado ahí. Total, a Alberto no le hizo ninguna ilusión.

Nunca me había detenido a escuchar el pregón de inicio de fiestas. Nunca me había sentido demasiado aragonesa. De hecho mi madre siempre dice que por mis venas corre la sangre de esa parte catalana de la familia (y no hablamos de ser roñosa, espero). Pero he escuchado al abuelo con su corneta y su “Canto a la libertad” coreado por los miles de maños que se congregaron en la plaza del Pilar y me he sentido orgullosa de haber nacido a orillas del Ebro.

 

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Gracias Psycho por este enlace. Ya he leido que a ti te pareció aburrido. Fué más largo de lo habitual, si, y el hombre se remontó a tiempos remotos, si, pero vamos a concederle su mérito...Hablar de los alberges de la rivera, las lechugas y las borrajas y tocar la corneta no deja de tener su punto...

El abuelo nunca me cayó demasiado bien. Hace algunos meses me tocó hacerle una entrevista para mi programa de cultura y me pareció tosco y poco accesible. Fue una primera impresión. Movida por la curiosidad me leí su libro: “Memorias de un beduino en el congreso de los diputados”. Al llegar a la última página me ratifiqué en aquella primera impresión; “No me gusta”, pensé.

 

“¿Ha contado en su libro todo lo que le ocurrió en Madrid durante aquellos años o se ha dejado algo en el tintero?”, le pregunté.

“He contado lo que me ha dado la gana contar”, me respondió. Desde luego por su sutileza no se caracterizaba este hombre con pinta de beduino.

 

Pero resulta que ahora lo escucho en ese balcón, con su corneta, su discurso… y me emociona. Está claro que se siente orgulloso de pertenecer a esta curiosa raza, la de los aragoneses, que nos dejamos quitar mucho a cambio de poco.

Gracias abuelo, porque me has tocado la fibra sensible. Gracias, porque quizá esa primera impresión de hace unos meses navega en las aguas del olvido y ahora estoy orgullosa de tu discurso y de ser maña, como tú.

Beduino o no, falsa modestia o no, huyes de la hipocresía. Yo también huyo, de otras cosas, pero huyo. De todos modos, aunque corra de estampida en dirección contraria siempre habrá tiempo para hacer un alto y escuchar tu canto a la libertad.

Hoy este es mi particular canto. Canto a la vida, a la libertad y a tus ojos negros, verdes o quizá azules.

 

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OTRO MÁS

Empacho de polvorones solemos decir cuando llegan las navidades. Insolación, en el mes de agosto cuando Lorenzo pega fuerte. Pero nos plantamos en las fiestas del Pilar y la sobredosis puede llegar a extenderse a muchos ámbitos… Esta virgen nuestra es capaz de terminar con el más pintado.

A mí este año me ha tocado trabajar, como el pasado. En realidad como todos los años desde que decidí abandonar el maravilloso mundo de la química y probar suerte en esta jungla de víboras. Y una vez más me di cuenta de que camino por donde debo –quizá no por donde me conviene, pero sí por donde debo-. Creo que volví a verlo claro cuando me intuí corriendo, junto a un centenar de críos, delante de los cabezudos.

 

“¿Cuál es tu preferido?...Vamos todos juntos a cantarle la canción a ver sin nos encorre”… Termino con un puñado de niños cantando eso de “Al Berrugón le picaron los mosquitos….” Y llego a la tele más contenta que chupillas con mi documento gráfico.

 

La historia se repite el día de la ofrenda de flores. Seguramente a cualquiera le reventaría las entrañas tener que currar toda la mañana entre la marabunta de gente. Me pierdo el tradicional vermú, me pierdo las cervezas pre y post ‘floreo a la virgen’ pero he hecho algo más productivo, creo. Le he contado a todos los que me quieran escuchar cómo se ha vivido desde dentro uno de los días más emblemáticos en esta ciudad.

Un ‘gracias, de no ser por vosotros me lo habría perdido’ me vale. Además, agradezco que en esta ocasión no me hicieran disfrazarme de baturra delante de ese objetivo traidor que inmortaliza todos y cada uno de lo momentos que secuestra, casi siempre, a traición.

 

Trabajar, trabajar y trabajar y la verdad es que este año no salí demasiado. He de hacer un brindis por el siempre espectacular Calamaro, que logró embaucarme, enamorarme e hipnotizarme durante hora y media. Dejó volar su ‘Paloma’ y se me pusieron los pelos de punta. Casi me quita la vida con sus ‘Crímenes Perfectos’. Ya lo sabes, siempre tuya Andrés y de él (pero eso no se lo cuentes a nadie).

 

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Este año no fuimos a la fiesta de la cerveza, no me embarré las botas en Interpeñas y a las ferias solo fui a hacer el reportaje de rigor. Los fuegos artificiales los escuché bajo la mantita, en el calor de mi pequeña mansión. Y pasaron otros Pilares. ¿Cuántos van? Prefiero no contarlos.  

Hoy ya estamos otra vez en la rutina de octubre. Tocaba el Transpirenaico. ¿Qué tocará mañana? Prefiero no saberlo.

Una noche en oro y ... ¿plata?

Ayer a las diez de la noche mis energías eran más bien escasas (es lo que tiene ir a trabajar casi casi de empalmada). Cuando sonó el teléfono me había quedado frita encima de la cama, con botas y vestido incluidos, por supuesto.

“Va, espabila, hemos quedado a y media en la puerta y no podemos retrasarnos mucho que se montan unas colas impresionantes”. Tuve la tentación de colgar y seguir durmiendo, pero me pudo la curiosidad.

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Efectivamente, la puerta parecía un panel de rica miel plagado de abejorros. Dicen que los yayos de los pueblos colindantes se cogen autobuses para ver en primera fila el espectáculo de “El Plata”, me lo creo. Pero hubo suerte y, aunque algo escorados, pudimos encontrar cuatro sillas.

Recuerdo cuando hace algo más de un año vino Bigas Luna a la inauguración y a presentar la programación de este cabaret. Yo estaba allí, trabajando como siempre. Me pareció una propuesta arriesgada para esta ciudad algo estrecha de miras –que los maños me perdonen- y dudé de su longevidad. O es un bombazo o se va al garete en un par de meses, pensé.

El caso es que hice la información de la reapertura del “El Plata” pero nunca tuve la oportunidad de ir. Ha habido tan pocos instantes para el ocio que hasta ayer no tuve ocasión.

“Fíjate, han puesto la misma palmera que tenía en sus años dorados”, decía mi madre. Y es que la generación que vio la luz en los 40’as y 50’as debió de crecer con los striptease de este lugar en las retinas…

La camarera me trajo una ambar, se hizo la noche junto a la palmera y comenzaron a sonar los primeros acordes.

“Mira, esa señora –una mujer con un corpiño que dejaba poco a la imaginación y que cantaba sobre el escenario- es empresaria y de noche viene al plata a hacer su número”. “La de la danza del vientre es marroquí y es bailarina profesional”… Y así, más de una hora de espectáculo. Desfilaron por delante de  nosotros patinadores, chicos con falditas escocesas, la chica del Hula Hoop, estripers, cantantes… Me gustó, me reí. Era algo así como retroceder a las películas de Pajares y Esteso en las que lo requiriese o no el guión la chica de turno siempre acababa enseñando las tetas. Aunque en “El Plata” el guión sí lo requiere, faltaría más.

En conclusión, este Plata que llevaba 16 años cerrado y que había caído en el más absoluto olvido, al final ha vuelto para dar la campanada. Este Bigas en un genio visionario…

Tendré que volver pero la próxima vez me adelantaré al resto de abejorros para tener el escenario un poco más cerquita. Las faldas escocesas  quedaron demasiado lejos, si…  

Lo encuentro en tus ojos

“Necesito ver una peli de esas vacías, sin mucho sentido, de las que sales del cine con una sonrisa tontorrona en la boca, sin más”. Véase comedia americana de Hugh Grant, Meg Ryan o similares…

“No te preocupes, la tengo”, me dice ella completamente convencida.

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De manera que cogemos el coche, descapoto –que para eso estamos en octubre y Lorenzo sigue calentando con saña- y raudas cual Gnomo de los bosques nos encaminamos al centro comercial.

¡Uy!…Cara de acelga. Los luminosos nos enseñan una retahíla de pelis entre las que no figura ni por el forro la nuestra. O tiene muy mala leche y está jugando con nosotras al escondite, o somos tontas de remate y nos hemos confundido de cine. Se nos pone cara de icono pardillo cuando descubrimos que la realidad se corresponde con la segunda opción. “Madre mía, no se lo cuentes a nadie…” “No, tranquila, solo lo voy a poner en el blog. Total, como no lo lee nadie…”. Así que para no arruinar la noche y continuar con nuestro firme propósito de ir al cine nos metemos en la opción que más brilla en el luminoso: El Secreto de sus Ojos.

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Yo estoy agotada. “Tía, ahora ya no veo pelis, ahora solo veo planos”. Y al tercer plano doy la primera cabezada. Me duermo. Y cuando pensaba que todo estaba perdido, abro un ojo y Soledad Villamil me regala una escena que me deja con la boca, los ojos y las orejas abiertas para el resto de la peli. Y poco a poco me engancho de los ojos de Ricardo Darín. Y poco a poco la peli me encoge los pulmones y también el corazón. No quiero destripar el contenido pero… ¿de verdad puedes estar 25 años amando a alguien y no tener huevos para compartir tu vida con esa persona? Espero que eso solo ocurra en la gran pantalla, por el bien de la humanidad.

Adri en el país de las Maravillas

Diez de la noche y justo termino de pelearme con las máquinas de acero. Cruzo el umbral hacia el vacío y… ¡Oh sorpresa! Llueve a mares. Pasa por delante de mí un 33 y lo despido desafiante. “Hoy no me tientes, me apetece caminar”. Así que cual autómata mis pies empiezan a dirigirme no sé muy bien hacia donde. Uno, dos, uno, dos. Ni idea de cuánto tiempo ha pasado pero de repente me veo a mí misma hipnotizada observando un semáforo. El muñequito verde me hace señas con la mano. No me muevo, lo miro incrédula,  por supuesto, mientras el cielo descarga su furia sobre mí. Debo parecer un pollo recién salido de la bañera. Una señora me toca el brazo “está verde, puedes cruzar”, me dice. No le presto mucha atención pero mis pies comienzan a caminar de nuevo.

En el siguiente semáforo mi mente vaga por lugares bastante lejanos a la Plaza Aragón –que es donde me encuentro-. Esta vez el muñequito es rojo y no me mira, ni siquiera un ademán de saludo –qué decepción- ¿Estaré soñando? El que si me saluda es un tipo que se detiene a mi lado. Está fumando un porro y el olor invade por completo mi espacio vital. “¡Chiquilla! Vas a terminar como un perrillo mojaó, como yo”. Entonces frunzo el ceño, inclino la cabeza y lo observo. “Definitivamente esto tiene que ser un sueño. Si no, con la que está cayendo se le habría apagado el porro”. Así que lo ignoro y continúo con mi camino hacia ninguna parte.

Uno, dos, uno, dos… Mis pies parecen guiados por el mismísimo demonio porque cada vez estoy más mojada. De repente paro y analizo. A mi derecha a unos porches que se extienden a lo largo de todo el paseo por el que llevo caminando, ¿cuánto? y sobre mí el inmenso cielo furioso. Pero me importa un carajo y sigo a lo mío.

Me detengo ante un escaparate. Una maniquí que sostiene sofisticada un paraguas bermellón me guiña un ojo burlón. “Oye bonita, que a ti nadie te ha preguntado nada”, pienso para mis adentros… Definitivamente estoy soñando -hablar con maniquís todavía no estaba entre mis muchas habilidades-

Una hora después, giro la llave de casa. Cuando el espejo me devuelve mi reflejo, despierto del sueño y me viene a la cabeza lo del perrillo mojaó –que es realmente lo que parezco- Sin embargo, quizá siga inmersa en ese mundo extraño por el que he buceado durante largo rato porque abro el balcón y la lluvia me hipnotiza de nuevo. ¿Me habré enamorado de una nube? ¿Me habrá hechizado con su líquido poderoso? No la veo, está demasiado oscuro. Mañana abriré de nuevo el balcón a ver si sigue ahí, esperándome. Cuando cierro la balconada tropiezo contra él. Mi conejo me está mirando fijamente y se saca una flor de la chistera. Definitivamente no estoy soñando, me he convertido en “Adri en el país de las maravillas”.

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PD: No se si Alicia después de su viaje necesitaría Frenadol, creo que yo sí...

En la línea de fuego

Para días como hoy y para gente como tú.

¿Qué ocurre? ¿Tenemos ahora más tiempo para pensar? Creo que no, debe ser la necesidad de encontrar explicaciones a la sensación de vacío con la que nos levantamos algunas mañanas. Hemos nacido y crecido en una sociedad que cree en la justicia (yo de hecho nací con la Constitución) y ahora que nos ha llegado el momento de lanzarnos al ruedo y empezar a cortar orejas, resulta que todo era mentira. Lo que debía ser, no es y lo que parece razonable nos lo terminan  discutiendo.

Estudiamos, leemos, nos formamos nuestra propia escala de valores y en esta jungla en la que impera ‘la ley del más fuerte’ esos valores terminan tambaleando cual flan de leche y huevo. Y encima llega un gracioso con una cuchara sopera, mete la zarpa y nos deja sin flan. Pero como somos valientes, no bajamos los brazos. Seguimos combatiendo por esos principios que un día alguien nos inculcó como leyes universales. Sirve de poco, la verdad, batirse cuerpo a cuerpo sin padrinos o escudos bajo talonario. Sin embargo, nos seguimos levantando cada mañana buscando el traje de faena para salir al ruedo.

Hoy resulta que encuentro algo ilusionante y me olvido de ese vacío. Mañana, resulta que me matan la ilusión y volvemos a empezar. Soldado; combate, lucha y defiende esta guerra que sin gente como tu al frente de la línea de batalla, ni flanes, ni huevos, ni leyes universales por las que pelear. Las trincheras te necesitan.    

Y como no, habrá que acompañar al texto con el gran descubrimiento del día

Dejaré de discutir
si me lo pides al oído.

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Prueba superada... ¿con éxito?

Podría decir que suena el despertador, me levanto, preparo el desayuno etc ect etc pero no, mi cumpleaños no podía empezar de una manera tan rutinaria.

En realidad, suena el teléfono ‘piticlin piticlin’, 8 am., y me pega un susto de muerte. No tanto por el sonido estridente y mata tímpanos, sino porque estaba estropeado. “Pero, ¿por qué me llaman por teléfono si hace un mes que no funciona?”. Mientras sigue sonando lo miro con cara de susto. Ese bicho suena, ciertamente suena, ha resucitado de entre los electrodomésticos muertos. Lo descuelgo, mi madre.

“¡Felicidades cariño!” “Mamá, son las 8 de la mañana, estoy dormida, muy dormida”. “Es que así seguro que te pillaba en casa….”.

Eso seguro, claro… y es que las antiguas generaciones aún no entienden el concepto ‘teléfono móvil’, ¿para qué servirá? ¡¡Ay!! De todos modos, gracias mami por ser de las primeras, como siempre.

El día ha continuado en su línea.

“¡Hola bizcocho! Buenos días, ¿hay hambre?” Y zasca, el conejo se engancha a mi dedo y me pega un mordisco que me hace sentir como Ángel Cristo en sus mejores tiempos.

Llega entonces el momento de plantearse si no sería mejor volver a la cama, cerrar los ojos y dejar el que día siga su curso sin mi. Imposible, hay que levantar España.

Pierdo el primer bus, menos mal que voy con tiempo. Hay que comprar pasteles para mis hambrientos compañeros, llego tarde. Encima llueve, así que llego tarde y además, me mojo. La empleada de la pastelería me pregunta por la TDT, por mi programa, por mi sección, por mi talla de sujetador (no, eso no, pero casi), así que llego aun más tarde. Secuestro a un enfurruñado buen samaritano que me lleva una bandeja y se moja conmigo, siempre es agradable compartir gotas de lluvia. Al final, 7 minutos tarde. Tampoco era para tanto negrito

Me esperan una de regalos en la jungla de Torrero…Toda la mañana como pilingui –por no decir otra cosa- por rastrojo. Una entrevista, dos entrevistas, tres entrevistas, ¡cuatro entrevistas! Si no llega a ser porque la primera era a Marianico el Corto –es decir, dosis de risas y buen rollo- me desplomo sobre el pobre Calavera. 

Como el día estaba de que no, nos mandan a Tuzsa y por poco nos plantamos en Castellón.

“Calavera, yo diría que hace cinco kilómetros que hemos abandonado la ciudad del cierzo…”

Por otro lado, comienzan a llegarme felicitaciones por todas las vías que las nuevas tecnologías ponen a nuestra disposición para volvernos locos de remate. Antes sonaba el teléfono 669 veces, era un coñazo. Ahora suena el teléfono, llegan sms, se te colapsa el Facebook y te revienta el correo electrónico.

¿Se puede saber por qué me felicitan por cumplir 31 si a mi no me hace ninguna gracia?

Menos mal que a la hora de comer si me esperaban regalos, esta vez de verdad. El caramullo de bolsas de colores sobre el sofá de mansión Arpa me dio energías renovadas para no cabrearme con el mundo.

Por la tarde más llamadas, incluso la tuya. Quién te iba a decir que 14 años después seguirías levantando el auricular para cantarme el cumpleaños feliz. Es lo bueno de la vida, que a veces sella amistades y relaciones eternas. T´estimo molt amic.

Para descabrearme con el mundo me esperaban los “Malditos Bastardos”. Brad, te quiero, te adoro y te venero por tu inconmensurable capacidad interpretativa y tu belleza sobre humana. Desde que descubrí tu trasero en ‘Thelma y Louise’ eres objeto de mi profunda admiración. Tengo que reconocer que Tarantino puso la guinda a mis recién estrenados 31. Quizá no era necesario ver la sesera a tanto nazi pero lo consideraremos exigencias del guión. Ante todo, cinta recomendable para los amantes de la ironía y del humor negro.

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Hoy, un año más. Quizá esto se traduzca en que la rubia es 365 días más sabia. Así que mucho ojito a los/as listillos/as. A artir de ahora 364 días de....

 

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Hoy nos despeñamos

Vaya, acabo de descubrir que no somos dueños de nuestro destino ni siquiera cuando de perder la virginidad hablamos. Resulta que los jodidos cromosomas son los que nos dicen cómo, cuándo y dónde. Ahora ya ni lívido, ni calentones…genes, solo genes.

Pero cuidado, si luego resulta que llega el gen caporal y da su consentimiento ya puedes ser cauto. Primero ‘póntelo, pónselo’ –lo de siempre- y segundo, precaución no vayas a caer en una relación problemática…

 

Si ya has caído, si ya te han sacado punta, hay varias alternativas. En primer lugar, asesinar al gen cretino que te condujo hacía la ecatombe. Una vez muerto, no lo dudes huye hacia despeñaperros 

Pero ¡zas!, despertamos y no hemos huido, y la ciudad se sigue derrumbando a nuestros pies. Hoy trabajamos como auténticas mulas de carga y mañana quien sabe. Quizá ese gen adivino tenga la respuesta, aunque yo casi prefiero no saberla.

Se acerca el día X

El día X se acerca peligrosamente. Hace casi casi 31 años mi abnegada madre florecía cual petunia en primavera y de sus entrañas salía un bebé gordo, rosa y de buen yantar. “¡Déjamela ver! Solo para comprobar si le falta algo…”, decía mi tía Maripili, siempre tan perspicaz. Y al bebé no le faltaba nada de nada. 3-800 y un arsenal de horteradas rositas (mi madre es de las de puntilla + lazo + cocotela = discreta vestimenta) preparadas para dar el pistoletazo de salida a una vida marcada por la locura atemporal.

Y llegaron los primeros cumpleaños. El acontecimiento nacional, por lo menos en el Stadium Casablanca.

“Cariño, trae a tus amiguitos que os he comprado medias noches y una tarta”…

Y la pequeña Adri aparecía de pronto seguida de un séquito de 50 minúsculas personitas que, en fila india de a dos, llegaban hasta una aterrorizada Montserrat.

“Pero cielo, ¿todos estos son amiguitos tuyos?”. “Si, mamá”.

Y el si mamá iba acompañado de una dulce sonrisa y una tierna mirada desafiante (esta sigue siendo mi táctica…) Así que a Montserrat no le quedaba más remedio que hacer efectivo el milagro de los panes y los peces y alimentar a todo un batallón infantil.

Luego le llegaba el turno a Manolo, que sacaba la trompeta, nos ponía firmes a todos y nos llevaba hasta el parquecillo que había antes de llegar a la ‘plaza del pueblo’. Ahora lo han modernizado, han puesto césped artificial y los columpios son de fibra sintética, pero en aquel entonces era todo barro y óxido. Mucho más auténtico. Y el patriarca había colocado piñatas y globos sorpresa colgados en un alambre que rodeaba el parque de árbol en árbol. ¿De dónde habría sacado 50 pañuelos para taparnos los ojos? Es uno de los grandes misterios de la humanidad. El caso es que taparnos los ojos, pinchar los globos con un alfiler y rebozarnos de harina o similares era todo uno.

Pasaron los años y los baños de harina dieron paso a los baños de ponche, los DJ y la música hortera que tanto me divierte (una no puede ser perfecta). Siempre había un garito disponible para alojar a mis amigos, primero adolescentes y luego post adolescentes –que viene a ser parecido- Los tirones de orejas, el cumpleaños feliz y un número de invitados que siempre roza la treintena si se convirtieron en un clásico. Montse pasó de las medias noches a la tortilla de patata y mi padre pasó de capitán de las tropas infantiles a chófer del séquito real de Arpita.

Los 30 me sentaron como una banderilla con salmonela, como una croqueta revenida, como un huevo frito con yema de huevo duro. Este año, el día X se acerca peligrosamente. Es posible que le muerda un ojo al primero que se me aproxime y me diga felicidades, ya veremos…De todos modos, el trámite festivo ya pasó y podemos aprobarlo con nota. No hubo ni globos sorpresa, ni tortilla de ‘la Montse’, ni piñatas, ni medias noches. Pero hubo mucha gente que hace que cada día tenga ganas de salir a la calle para continuar haciendo gala de mi locura atemporal. Ya tengo mi primer regalo. “Lleva un vestido como el tuyo y tiene tus zapatos rosas… (Reminiscencias de las puntillas de antaño, supongo)”

 

Gracias, sois los mejores.

Nubarrones sin tormenta

Hoy es de esos días en los que te levantas triste y además no haces nada por evitarlo sino que te regodeas en tu propia tristeza. Asomas la nariz por la ventana y, a pesar de que no hay ni una nube, en tu interior se desata una tremenda tormenta. Enciendes la radio y ninguna canción te parece lo suficientemente triste. Optas por rebuscar entre esos CDs llenos de polvo que hace siglos que no revuelves.

Hoy es de esos días en los que desgastas el techo de tanto mirarlo. De esos en los que te subes al coche sin rumbo y aprietas el acelerador con la esperanza de que el viento arrastre tus ganas de gritar. Y como no las arranca, subes el volumen y cantas. No recuerdas la letra, pero cantas. “Que pare el tiempo, que se detenga. Que los días no vuelen tan rápido”.

Y crecí tratando en vano de desentrañar
todo lo que el miedo esconde
y yo me hundía en el "Blonde On Blonde"
haciendo que los días me duraran mucho más,
mucho más, lo juro, mucho más.

Deseas volver a ser un niño. Recuperar la sensación de seguridad que te da el estar rodeado de gente querida. Volver a aquella vida en la que los cambios se sucedían de forma sosegada, sin traumas. Por aquel entonces masticabas la vida, ahora la tragas directamente. Por aquel entonces pensabas ellos estarían siempre ahí, ahora te das cuenta de que tarde o temprano se irán.

Cada uno tiene su propio camino, aunque estoy segura de que en la mochila siempre hay sitio para llevarte a unos cuantos de viaje. Mi mochila es pequeñita, pero haré hueco porque la vida te va colocando pequeños tesoros que no puedes dejar escapar.

Como era de esperar, ayer brindamos una y otra vez. Sonreímos entre lágrimas. “Esto no es un funeral”, me decía la madrileña chunga. Y es cierto pero, como dijo una vez un amigo, ella es una de esas personas que te iluminan cada día. Va a ser duro caminar sin tu luz, compañera.

De momento poco más que decir. Creo que hoy me haré consumidora de los canales de teletienda de la TDT, escucharé a Alejandro Sanz –que siempre viene bien cuando la mirada se te va al techo- y me terminaré un par de libros.

Lo sé Escarlata, lo sé: Mañana será otro día.

TRAINING

Esta semana ha sido de las de hacer acopio de energía para luego dosificarla minuto a minuto, segundo a segundo. Cada día la luna hacía acto de presencia, más puntual que nunca, y me pillaba intentando recomponerme rodeada de caras amigas. He trabajado mucho y descansado poco pero… ¿Quién soy yo para regalarle horas al sueño?

En la tele me ha tocado hablar de buenos propósitos para la nueva temporada. Que no estamos en año nuevo decía yo, pero nada “tu sal a la calle que seguro que la gente está muy concienciada. Septiembre es el mes ideal para empezar de cero”, me decían mis más altos mandatarios. “Y un cuerno”, pensaba yo. Estamos en crisis, hemos machacado un porcentaje importante de neuronas entre las burbujas de cientos de coronitas y la cosa no está para empezar a hacer listas.

Esperaremos a diciembre y en mi viaje navideño a la ciudad condal sacaré papel y boli. Mientras tanto recordaré con una sonrisa cómo despedimos el 2008 y cómo comenzamos este estrambótico, a la par que entrañable, 2009.

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Lo que no podemos negar es que comienza una nueva temporada y que, una vez más, algunas caras conocidas me abandonan. Otra vez a abrir los ojos y las orejas ante los que van a llegar y a los que, lo siento, no me apetece nada conocer. Pereza y mala leche es lo que me invade en estos momentos porque se me escapan trocitos de mi vida a los que voy a echar de menos. Piezas de mi puzzle ya encajadas que me resisto a perder.

“Otra vez a volver a demostrar que no soy imbécil, porque la gente es muy tonta y casi siempre se deja llevar por las primeras impresiones”, le decía ayer a una de esas piezas…

Todo se andará. De momento, el tiempo que nos quede lo puliremos cual lingote de oro. Ya llegará el día de escribir las necrológicas, entonces saldrá la vena sensible y quizá de mis versos se sobre entienda un ‘hasta luego’, ‘nos vemos pronto’, ‘gracias por todo’, ‘te quiero, jolines’.

Más viciosa que ninguna, pero tan difícil de coger,
tuvo un piso en las alturas, "handle whit care",
Probaste fortuna con heroes de barrio y conmigo también,
algunos todavía dudan, si vas a volver..

Este mes intuyo que va a ser el mes de los brindis. “Brindo por las mujeres que derrochan simpatía”, “brindo por el momento en que tu y yo nos conocimos”, y “brindo por seguir queriéndote toda la vida”… Mi cumpleaños y el de varios amigos, despedidas, sesiones de fiestas Qualitys (los low quality también están admitidos)… en fin, que rozaremos nuestras copas y haremos exaltación de la amistad.

Y seguiremos trabajando, y seguiremos con ojeras, y empezará la nueva temporada y seremos felices, al menos hasta donde podamos. Yo desde luego pienso seguir silbando (las canciones más horteras del momento, por supuesto) y pasando por encima de esos momentos fabricados para el olvido que no van a tardar en llegar.

Trazos y más trazos

“Hija, que buena cara tienes. Se te han ido los granos y ese tono gris que tenías hace unos meses”, me decía mi madre hace un rato. Y eso que hoy es día de ojeras. La noche ha sido de risas, dardos y algo de gin y no hubo lugar para el reposo. En realidad, la semana entera ha sido de ojeras ya que por diversos motivos no he logrado dormir lo que mandan los cánones saludables. Pero a pesar de las ojeras, va a ser verdad que mis mejillas irradian buen karma. La cara es el espejo del alma, dicen, y mi alma ahora intenta sobrevolar terrenos menos abruptos.

A mediodía he salido a esa calle peatonal que me recarga las pilas cada mañana y el sol me ha recibido con un caluroso abrazo. A mi izquierda una mujer agazapada junto a un portal acariciando un violín. De sus caricias salía una bonita melodía que me ha hecho detenerme y pensar en esas pequeñas cosas de la vida.

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A mi derecha un hombre estatua de mirada perdida. Muy quieto, imperturbable…también él ha activado mis neuronas. ¿Aprovechamos realmente cada uno de los segundos que nos regalan? La violinista y el hombre estatua, ¿qué les ha llevado a mi calle peatonal? ¿La necesidad quizá? Ellos han sido los primeros trazos del cuadro que he pintado en mi cabeza esta mañana. Pero mis pinceles han seguido trabajando…

 

Me cuelgo de su pelo, me engancho de su miel,
me encuentro con mi hada, que esta loca también,
he vuelto a la andadas, he vuelto a enloquecer
lo vi escrito en la luna......

 

Una volada de aire ha revuelto mis ya de por si despeinados rizos. ‘Parece que el otoño llamará uno de esto días a la puerta’, he pensado y por primera vez me he dado cuenta de que no me importa que los días acorten. No me importa que las estrellas nos roben las noches de verano. No me importa sentir escalofríos porque sé que siempre habrá una manta cerca para abrigar mis deseos.

He continuado caminando y he mirado a los ojos a cada una de las personas que se han cruzado en mi camino. A veces lo hago, escudriño sus mentes para ver si saco algo de provecho. “¿Eres feliz?, ¿haces lo que deseas?, ¿has sido ya presa del nihilismo?, ¿o eres tan mediocre que ni te has parado a pensarlo?

Entonces me he cruzado con una pareja que se besaba apasionadamente junto a una farola (recién pintada, por cierto). Sin ánimo de vouyerismo también los he observado. ¿Sois felices? ¿Tiene vuestra historia fecha de caducidad como tantas y tantas?

 

Al llegar a la parada del autobús ya lo tenía claro. La felicidad es un conjunto de trazos que, si hay suerte, recrean lienzos increíbles. Hoy me gusta el cuadro que estoy pintando. Si, hoy creo que soy feliz.  

El encendedor era rojo

Hoy los reportajes han ido de conejos y conejas. Que nadie piense mal, pero me he pasado toda la mañana rodeada de la familia al completo de Bugs Bunny. “Aquí huele a conejo revenido”, decía el andaluz recién estrenado tras su asueto. “Pues el mío no huele mal”, le contestaba yo con una sonrisa de oreja a oreja –me refería a bizcocho- por supuesto…Horas y horas hablando de piensos, semen ‘conejil’ –inseminaban a los animalitos- etc… apasionante. Luego reunión con el único ser que conozco al que se le mean los conejos encima sin miramiento alguno. Era un día para cortar las dos orejas y el rabo.

Y es que este año, gracias a dios, voy a hacer lo único que me apetecía hacer: deportes. Y el chico orinal y yo hemos mantenido nuestra primera cita laboral (esto sí que es nuevo). Brainstorming, lo llaman, tras varios minutos, incluso horas, lloviendo historias poco deportivas. Qué sería de mi sin esas historias 'poco deportivas'... Y la mesonera de nuestros amores va a viene y como diría uno que yo sé “flipa en pepinos de colores…” Y no es la única, aquí el que no flipa se encarga de meter los pepinos por el C_ _ O a diestro y siniestro.

Hay días que te cebas con los guiris con esos ataques frontales a bocajarro que lanzas”, me ha dicho el Iñaqui, el otro mesonero de mis amores, entre café y café. Será que la ironía me invade por momentos. Mejor irónica que iracunda, ¿no?

Y encima recuerdo que “del amor al odio hay un paso” y en mi caso puede que tan solo haya un pequeñísimo brinco. Es la frase de hoy, la frase de la semana. Supongo que hay ocasiones en las que la ironía no me invade, me puede y otras veces, la sinceridad me mata…

Y además de conejos, cafés y reuniones en las que estreno ilusiones renovadas, hoy aparece un enano (un metro más o menos)  rojo que enciende la pipa de la paz. Buena falta nos hace a todos llevar a mano un mechero por si la pipa se apaga. Hacer de encendedor no era el cometido del enano, ni mucho menos. Llegó al mundo antes de que la ciercera se llevara aquellas cenizas que mantenían el calor en el hogar. Pero bueno, ¿quién nos entiende?

Ya lo dije una vez, el tiempo pone a cada uno en su sitio. Tarde o temprano las cosas caen por su propio peso, el reloj de arena se agota, la manzana de Einstein se hace papilla contra el suelo…y nosotros solo podemos mirar y mirar e intentar que nunca falte un enano rojo para poner las cosas en su sitio.